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GALERIA 2B LA REPUBLICA. Viernes 23 de junio de 1995 Cine Mario Giacomelli Monumento Virtuosismo de al deseo de libertad la manipulación Corazón valiente (Braveheart)
Dirección: Mel Gibson. Guión: Randall Wallace. Fotografía: John Toll. Música: James Horner.
Montaje: Steven Rosenblum. Escenografía: Tom Sanders. Vestuario: Charles Knode. Producción: Mel Gibson, Alan Ladd Jr. y Bruce Davey. Reparto: Mel Gibson, Sophie Marceau, Patrick McGoohan, Catherine McCormack, Brendan Gleeson, James Cosmo, David Hara. Duración: 170 minutos. Origen: EE. UU. 1995.
Causa justa (Just cause)
Dirección: Arne Glimcher. Guión: Jeb Stuart y Peter Stone. Fotografía: Lajos Koltai. Música: James Newton Howard. Montaje: William Anderson. Escenografía: Patrizia Von Brandestein. Vestuario: Ann Roth y Gary Jones. Producción: Lee Rich, Arne Glimchery Steve Perry. Reparto: Sean Connery, Laurence Fishburne, Blair Underwood, Kate Capshaw, Ruby Dee, Ed Harris, Ned Beatty. Duración: 102 minutos. Origen: EE. UU. 1994. scocia está de moda. Después de Rob Roy. otra figura mitológica de ese país recibe un esmerado tratamiento fílmico. Con la colosal Corazón valiente. Mel Gibson interpreta, produce y diy rige un monumento al deseo de libertad, dedicado a la memoria del heroico guerrero William Wallace (1267 1305. Luchador incansable por los derechos de su pueblo ante la tiranía británica, Wallace es retratado desde su infancia en una humilde granja. Su padre había muerto en 1280, combatiendo a los opresores, y Wallace se cría en el exterior, bajo el cuidado de su tío.
Cuando regresa a su casa siendo adulto la situación política es confusa: el Rey de Escocia murió sin dejar herederos y el soberano inglés, Eduardo Zancadalarga. se ha apoderado del trono.
Inicialmente Wallace no quiere seguir los pasos rebeldes de su progenitor. Su único deseo es vivir en paz y formar una familia con Murron, la encantadora mujer con quien se casó.
Cuando unos militares intentan violarla, ella se defiende, pero es capturada y degollada pública La narración tambalea en el último tercio. La mente. La reacción de Wallace es despiadada: con sangrienta batalla de Sterling constituye un clímax la ayuda de algunos compañeros masacra el cuartel poderoso ante el cual los desenlaces siguientes cay mata al comandante en la misma forma como él recen de intensidad. Asimismo, las secuencias conmató a su amada. Sus gestas recorren cada rincón clusivas sobre todo la tortura pecan de redundandel país y el grupo de sus seguidores se transforma cia y, al cumplirse casi tres horas de proyección, se en un ejército.
tornan cansadas.
Este es el segundo esfuerzo directoral de Mel En todo caso, Gibson se rodeó de excelentes coGibson después de El hombre sin rostro. Man laboradores, garantizando al filme óptimas cualidawithout a face. 1993. melodrama sobre un indivi des plásticas. No se puede evitar encomiar las preduo con la cara desfigurada, inédito en Costa Rica. ciosas soluciones cromáticas del fotógrafo John Gibson acopla con éxito la delicadeza de los in Toll, ganador del Oscar por Leyendas de paterludios románticos con el crudo realismo de los sión (1994. y otros formidables aciertos en cuanenfrentamientos, aunque a veces se nota su falta de to a edificación de escenografías, diseño de vestuaexperiencia en la realización. Por ejemplo, se le va rio, coordinación de acrobacias y musicalización.
y la mano con la cámara lenta, utilizada insistente El resultado global es notable.
mente cada vez que se requiere cierto énfasis expre Contrariamente a los que esperaban los detracsivo. En general su visión creativa busca conseguir tores del divismo (y de Gibson en particular. Cologros inmediatos de impacto visual, más que ana razón valiente es mucho más que un simple ejerlizar conductas o indagar el contexto histórico. Por cicio de narcisismo cinematográfico: una obra sóende, la cinta es bastante superficial, aunque muy lida, suficientemente madura y sin duda apasiosatisfactoria en términos espectaculares.
nante.
Algunos cineastas son más hábiles que un mago prestidigitador, cuando se trata de confundir ideológicamente al público. Causa justa es un caso típico de virtuosismo de la manipulación.
En Ochopee, aldea ubicada en el estado de Florida, un joven de color llamado Bobby Earl es arrastrado de su casa por unos policías quienes lo llevan a la cárcel.
Aquí lo interrogan con insistencia: están convencidos de que es responsable de la violación y asesinato de una niña de diez años. Ante su sileny cio, lo golpean duramente.
Ocho años después, el profesor Paul Armstrong está participando en un debate público sobre la pena de muerte en la Universidad de Cambridge, Massachussets. la salida del simposio, la madre de Bobby Earl le entrega una carta de su hijo, quien está a punto de ser ajusticiado. Este piensa que solo Armstrong puede salvarlo, con su amplia experiencia e ideas liberales.
Tras un titubeo inicial, debido a su 25 años de lejanía de los tribunales, Armstrong acepta el encargo y viaja a Ochopee, donde se enfrenta a la hostilidad de la gente y en especial del detective Tanny Brown, quien forzó al sospechoso a confesar el crimen.
Tomándose ciertas libertades respecto a la novela homónima de Jerry Katzenbach todo un éxito de librerías en Estados Unidos los autores forjaron una cinta sumamente ambigua.
Al principio, su planteamiento parece una crítica seria a la pena capital: surge de un caso extremo un crimen tan horrendo como imperdonable y afirma que una sociedad democrática no puede hundirse al mismo nivel de un vulgar asesino. Luego, poco a poco, en forma imperceptible, el asunto vira 180 grados. Al final, se sugiere implícitamente que la silla eléctrica es, si no necesaria, por lo menos justificada. en ciertos casos.
Uno de los momentos claves del filme es el diálogo entre el protagonista y Blair Sullivan, un asesino múltiple detrás de las rejas. La fórmula y de El silencio de los inocentes es aplicada con poca suerte, porque Ed Harris no transmite ese halo amenazador que Anthony Hopkins inyectó en su inolvidable papel de Haníbal el caníbal.
Por otra parte, Laurence Fishburne convence con su retrato del policía rudo con causa. Quien decepciona es Sean Connery, elegante como siempre, pero opacado en el espectro dramático, sobre todo considerando que su personaje necesitaba más energía y autoconvicción.
Estilísticamente Causa justa sufre un grave problema: nunca alcanza un equilibrio entre la primera mitad lenta en su desarrollo vante por los tópicos abarcados y la segunda, donde el ritmo se acelera pero todo se torna previsible y descontado.
pero cautiEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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