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La participación de la Selección Nacional en la primera fase de la Copa de Oro, dejó, pese a la clasificación, algunas interrogantes.
Se le ganó a Martinica 2-0 y se empató con Trinidad y Tobago 1-1, suficiente para pasar a la segunda ronda de la nueva edición de la Copa de Oro que se juega en las ciudades estadounidenses de Miami y Los Angeles.
Presentación mediocre y de total falta de brillo de la tricolor contra los martinicos y leve mejoría en el segundo compromiso ante los trinitarios sin llegar, ni por asomo, a lo que algunos colegas que están presentes en los Estados Unidos, calificaron como juego de ensueño y regreso triunfal a los emotivos partidos que el seleccionado jugó en la hexagonal eliminatoria al mundial.
En sus 180 minutos de acción en el Grupo C, la Selección Nacional enseñó cuatro debilidades tácticas, técnicas y físicas que deben llamar la atención de nuestra dirigencia y cuerpos técnico y médico y que deben ser atendidas como señal de alerta de cara a la Copa del Mundo.
Si en el Mundial de Fútbol, Costa Rica se presenta ante China, Brasil y Turquía (rivales del grupo) con el fútbol gris y falto de imaginación que enseñó en los dos primeros partidos de la Copa de Oro, nos barren en Corea del Sur.
Son cuatro las deficiencias más marcadas de la tricolor, enseñadas a plenitud en este torneo, para el cual el 26 de enero iniciaremos la segunda fase, ya sea contra Canadá, Haití o Ecuador:
1.- Pasmosa lentitud en la zona central de la defensa.
2.- Exceso de pases horizontales y a los costados en la cintura del equipo.
3.- Pérdida seguida de las pocas ocasiones de gol que se construyen.
4.- Exceso de lesiones en el equipo, que no habla bien de su preparación física.
DEFENSA LENTA
Así como se para la defensa costarricense, se va a ir de pique en la Copa del Mundo; el fútbol desarrollado, ese del primer mundo es muy vertical, potente y de mucha fuerza arriba.
En las ligas más fuertes de Europa se juega mucho con el pase vertical, al hueco, al espacio, para que los arietes rompan las zagas «robándole» las espaldas a los defensores.
Para ubicarnos y aclarar mejor la idea, recordemos el segundo gol de Costa Rica en la Copa de Oro contra Martinica: Mauricio Solís tiene el balón y lo mete -como cuchillo en mantequilla-, directo y recto a los pies de Rolando Fonseca. El servicio es tan preciso y exacto que al goleador, le basta un leve movimiento de cuerpo -se ladea a su izquierda-, para quitarse la marca del defensa que tiene en la nuca y queda ya de cara a puerta contraria, la que vence con remate colocado a un ángulo.
Ese pase o servicio recto, vertical de Solís a Fonseca, en Europa, Africa, Brasil se ve muy a menudo y se debe contar con una defensa muy rápida, concentrada y atenta a estos movimientos.
La Selección Nacional da muchas facilidades en su defensa y ya nos hemos mal acostumbrados a que Gilberto Martínez juegue siempre como bombero voluntario, apagando los incendios en todas las zonas de la retaguardia. Estamos seguros de que en el Mundial, Martínez no tendrá tanto tiempo para esas coberturas heroicas.
Nuestro defensa central, Luis Antonio Marín es lento; la zaga mejora un poco en velocidad cuando juega con Parks, Drummond y Martínez, pero faltan hombres en esa zona y el fútbol de Costa Rica los tiene. Mauricio Wright de vuelta a casa con el Herediano, Alexánder Madrigal, titular en el competitivo fútbol mexicano y el joven Danny Fonseca, polifuncional zaguero del Cartaginés, bien podrían tener una oportunidad de ir a reforzar esta zona del equipo que es, sin duda, su punto más débil.
EXCESO DE PASES
Alexandre Guimaraes reconoció que contra Trinidad, el equipo mejoró y tuvo más posesión de la pelota; desde luego que el solo hecho de alinear como titulares a Walter Centeno y Wilmer López, dos jugadores que no se esconden del balón y que lo buscan, le da al seleccionado el control de la píldora pero…¿para qué?
Es fácil repasar los vídeos del seleccionado para apuntar el exceso de pases que se hacen a los costados, a las alas pero de manera horizontal, en corto, al lado y para atrás.
Contra los trinitarios contamos más de diez pases seguidos en que solo los ticos tocan el balón, pero este no llega ni cerca del área contraria.
Wallace a López, este a Centeno, Walter a Solís, este a Drummond, quien abre a Castro, este a Gómez y hasta ahí. Por ahí se pierde la jugada, una y otra vez.
En muchas ocasiones la bola le llega a Wallace, a Drummond y a Castro, ya cerca de la línea final del marco enemigo y desde ahí, los ticos la regresan hasta Marín o Parks.
Este fútbol que le gusta tanto a los periodistas criollos y que hace cantar «oleé» en las gradas, es totalmente anticuado y en un Mundial no sirve para nada. Guimaraes debería desterrarlo y enseñar a sus jugadores a jugar de forma vertical.
Los pases de López y Centeno, tienen que ser verticales, que penetren la defensa central del contrario; tienen que ser servicios como el que Solís dio a Fonseca, ya reseñado.
Solo así, con un juego punzante, vertical, penetrante, que la bola vaya al hueco, al espacio libre, que llegue con ventaja para el atacante, podremos explotar las condiciones individuales de Paulo Wanchope, Rolando Fonseca, Rónald Gómez y William Sunsing.
En la mitad de la cancha, el cambio técnico de la Selección Nacional debe ser radical.
MAS EFECTIVIDAD
Los goleadores escasean en el fútbol de todo el mundo; los artilleros que mueven redes son los jugadores más codiciados del planeta y los mejor pagados: Vieri, Batistuta, Crespo, Anelka, Raúl, Morientes, Rivaldo, Kluivert son las estrellas del fútbol profesional.
Pero, Costa Rica también tiene sus goleadores; Wanchope es un típico goleador que mueve mecates en el fútbol inglés; Medford lo ha hecho por 12 temporadas; Fonseca es el mejor artillero de selecciones nacionales y Gómez rompe cordeles en el fútbol griego.
Lo que pasa es que, por lo expuesto en el punto anterior -el exceso de juego horizontal de la cintura del seleccionado-, a nuestros delanteros les llegan muy pocas ocasiones de gol, de ahí la urgencia de aprovecharlas.
Solo para reflexionar sobre el último partido contra Trinidad, después del gol de Rolando Fonseca, este mismo jugador dejó escapar otra ocasión más propicia incluso que la que concretó; Gómez, Bryce, López, Castro debieron anotar todos de cara al marco de Hislop, pero se escaparon los chances y en el epílogo, como en otras ocasiones, nos empataron el partido.
Mucho más duro y costoso nos será en el Mundial, acercarnos a las porterías de Turquía, China y Brasil, de manera que hay que mejorar los porcentajes y promedios de eficiencia goleadora del equipo para que, al igual que lo hizo Juan Cayasso contra Escocia en Italia 90, podamos anotar en la primera ocasión que se nos presente en Corea y quizá con ese «golcito» repetir el campanazo.
EXCESO DE LESIONES
Bastaron dos partidos del seleccionado para perder a dos futbolistas por lesión: Oscar Rojas y Rolando Fonseca.
Oscar venía arrastrando una lesión y se puso en duda su participación en la Copa de Oro; su club, la Piedad de México no estuvo muy de acuerdo en cederlo para el torneo, pero Guimaraes insistió en su presencia; el cuerpo médico nacional lo avaló y ya vimos las consecuencias. Solo duró en la cancha 50 minutos; contra Trinidad perdimos a Fonseca y otros cuatro jugadores, entre ellos Drummond, Wallace y Gómez, salieron golpeados, lesionados y resentidos.
¿Patadas de los trinitarios, calor sofocante, mala preparación, poca condición física, cargas futbolísticas?
Todas estas incógnitas y otras más deben responderlas los cuerpos asesores del entrenador, porque terminada la Copa de Oro, viene la continuación del campeonato, recargado de partidos y luego, el campamento en Japón previo al Mundial.
Son muchos los futbolistas lesionados; echarle la culpa al juego agresivo de Trinidad, no nos parece, de manera que se debe afrontar este hecho negativo con la verdad y repasar los partes médicos de cada integrante. Otra señal de alerta a apuntar.
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