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Radiografía de un proceso electoral

Hoy nadie discute la necesidad y la validez de un sistema electoral fundado en el voto secreto y universal. Es sin duda el mejor mecanismo en una sociedad moderna para escoger a sus gobernantes y representantes. Sin embargo, lo que sí se ha cuestionado es su eficacia cuando la representación se vuelve formal, porque esta aísla al ciudadano de sus representantes y debilita las diversas formas de participación y de control social.

Hoy nadie discute la necesidad y la validez de un sistema electoral fundado en el voto secreto y universal. Es sin duda el mejor mecanismo en una sociedad moderna para escoger a sus gobernantes y representantes. Sin embargo, lo que sí se ha cuestionado es su eficacia cuando la representación se vuelve formal, porque esta aísla al ciudadano de sus representantes y debilita las diversas formas de participación y de control social.



También se cuestiona, por lo menos yo lo he hecho, los procedimientos para designar a los candidatos, entre otros, particularmente el de diputados, al utilizarse listas cerradas que limitan la voluntad del votante; la ausencia de democracia real en los partidos políticos (poca movilidad y redistribución del poder); la poca representación política del Tribunal Supremo de Elecciones, que a lo largo de su historia se ha acomodado al bipartidismo; el estancamiento en el proceso de redistribución   del poder tanto político como económico; y finalmente, el papel de  los medios de comunicación social, algunos de los cuales se han acomodado a los intereses de los grupos políticos dominantes, sin que con esto neguemos la importancia que tienen los medios en una sociedad democrática.



Nuestra democracia es  tal vez, el régimen político más sólido en América Latina,  al  menos por su vigencia ininterrumpida durante medio siglo y  gracias a una serie de  instituciones sociales ( las garantías sociales, la Universidad de Costa Rica…) y la vigencia de una nueva Constitución Política (1949). Posterior a esta, otros importantes aportes se lograron en diversos campos. No obstante, en el plano de la democracia política los cambios han sido insuficientes como para profundizar y ampliar  la participación de los ciudadanos y de las comunidades.


Dentro de este panorama, dos fuerzas políticas tradicionales se consolidaron: primero el Partido Liberación Nacional, después el PUSC que aglutinó a diversos grupos que históricamente constituían la oposición. Así se consolidó el bipartidismo que tanto descrédito ha generado en un importante sector del electorado. ¿Será este per se dañino para la democracia? Desde luego que no, pues la madurez y desarrollo de una democracia depende de la efectividad  real de las instituciones, del grado de participación y control de los ciudadanos, del grado de democracia interna en cada partido y de su pertenencia y compromiso con todos los sectores sociales. Ni el pluripartidismo ni el bipartidismo son en consecuencia la causa de la pérdida de legitimidad o de ingobernabilidad.



La experiencia del bipartidismo ha sido muy negativa en América Latina, y Costa Rica no es la excepción. El bipartidismo se agotó y atrasó la evolución de nuestra democracia. El ciudadano terminó por no creer en estos dos partidos que con el pasar del tiempo se fueron acercando cada vez más en sus proyectos, sobre todo en los últimos quince años donde se hermanaron en el proyecto neoliberal.



En este contexto transcurre un proceso electoral que culminará el  3 de febrero. Estas elecciones presentan algunos nuevos ingredientes, pero que, sin duda, no significa que habrá cambios profundos, por cuanto el régimen institucional electoral se mantendrá por mucho tiempo. Las fuerzas económicas más importantes de este país, familiarizadas con el poder del Estado, son prácticamente las mismas y lo que se vislumbra es una leve  redistribución del poder político en caso de consolidarse el PAC como segunda  o tercera fuerza política, tal vez con una lejana posibilidad de una segunda ronda electoral.  Aunque las encuestas no son un parámetro exacto, nadie duda  que el PAC se consolidó muy rápidamente como una de las tres más importantes fuerzas electorales. Probablemente si no nos engañan las encuestas tendríamos una Asamblea Legislativa muy fragmentada.



¿Qué ofrecen los partidos políticos al costarricense en este panorama?

El Partido Liberación Nacional  apoya su campaña en un programa basado en una debilitada social democracia mezclada con políticas neoliberales a cargo de un equipo de profesionales de la política, que precisamente está muy desacreditado por haber hecho de la política electoral un negocio muy lucrativo. Para impedir la huida de liberacionistas o el quiebre del voto, la campaña publicitaria recurre al sentimiento histórico y  rescata a los viejos y recientes expresidentes y al historial del Partido como único promotor del desarrollo.



Don Rolando Araya aspira a ser Presidente, tal vez en su última oportunidad,  rodeado de todos los viejos políticos y principales accionistas del PLN  , a los cuales presenta como los mejores cuadros únicos capaces de evitar una debacle en el país. En este panorama la familia Monge -Araya se consolida aún más para compartir  el poder con otras familias (Figueres, Arias…) clanes reciclados de la vieja oligarquía liberal-cafetalera que han venido usufructuando la política electoral como una fuente privilegiada que les aumenta su capital económico y social.



La  salida de don Otón Solís del PLN significa una pérdida real de votos cuyo número solamente se podrá precisar el 3 de febrero. Don Rolando Araya pareciera que tiene pocas posibilidades de aumentar su caudal electoral, pues frente a un sector importante de costarricenses sigue siendo un político tradicional de los que tanto se han cuestionado en las últimas encuestas. Pese a ello, el comportamiento de los indecisos es impredecible. Es probable que frente a una campaña publicitaria tan fuerte donde se disparan millones de colones, un mayor porcentaje se inclinará por el PLN y por el PUSC influenciados por la publicidad,  por la tradición, por la visibilidad de los signos, etc. Aquí se pueden definir las elecciones sin una segunda ronda.



El PUSC es la primera fuerza política electoral en este momento, gracias en parte al surgimiento del PAC. La figura de Don Abel se sustenta más en su aspecto bonachón, de persona franca que maneja un lenguaje muy popular,  lo que explica su arraigo en los sectores menos escolarizados del país. Su imagen ganada en la televisión es en definitiva la clave de su éxito,  pues en el fondo pareciera que a don Abel lo han llevado casi a la fuerza a la candidatura. La defensa de los pobres y de los más desfavorecidos incluyendo a los agricultores (pequeños y medianos) es su etiqueta de presentación. Don Abel es abanderado de un populismo bondadoso, que podría resultar incluso hasta peligroso para el país, no tanto por sus buenas intenciones, sino porque detrás de don Abel está toda una vieja maquinaria, dirigentes con mucho colmillo, que son quienes festinan con los intereses públicos. Con un partido tan dividido, es poco probable que él pueda cumplir con sus promesas, y por el contrario, surja un fuerte sismo en su gobierno en caso de quedar elegido Presidente. Detrás de don Abel está un poder no tan oculto como es el de Luis Fishmann, el clan calderonista y otros más, cuyos intereses no son definitivamente los mismos que los de don Abel.



El PAC  es una agrupación un poco improvisada de liberacionistas, caracistas, militantes de otros partidos minoritarios (incluyendo de Fuerza Democrática), de abstencionistas, unidos por un fin común  como es acabar con el bipartidismo. Las propuestas de su programa  son más claras  que las de los otros dos partidos mayoritarios, sobre todo en cuanto a ampliar la participación ciudadana y una mayor transparencia institucional, sin que se le pueda acusar de un historial de corrupción, salvo algunos hechos aislados que el PLN ha encontrado para ensuciar la imagen de don Otón. El PAC es un partido que deberá construirse en el futuro y que deberá dar a luz un marco ideológico que cobije a tantos sectores. De no lograrse esto, le pasará lo mismo que al Partido Renovación Democrática con Don Rodrigo Carazo. De todos modos,  pienso que el PAC, como lo dije antes,  está aún lejos de alcanzar la Presidencia y deberá esperar cuatro años si el partido  logra mantenerse.



Lo que sí parece probable es que en la Asamblea Legislativa se dará una encarnizada lucha debido a  la fragmentación, salvo que esta nueva integración parlamentaria  logre nuevas formas de consenso que permita aprobar los proyectos más importantes para el país. De no ser así, la  Asamblea Legislativa perderá más su credibilidad, lo cual es peligroso para el país. No me atrevo a diagnosticar nada sobre la bondad de un gobierno del PAC dado lo heterogéneo de su composición y su poco historial político como partido, aun cuando entre sus filas existen importantes y preparados dirigentes, algunos salidos de las filas tradicionales como el propio Otón Solís y otros  nuevos.



Finalmente,  encontramos diez partidos minoritarios para todos los gustos, con dos partidos muy visibles. Por un lado Fuerza Democrática, el partido del naranjazo, que ha venido sufriendo un proceso de debilitamiento dadas las pugnas internas, producto de una conjugación de viejos vicios de la izquierda con los vicios copiados de los partidos tradicionales, pese a que en sus filas figuran comprometidos líderes. Es un proyecto malogrado que tarde o temprano terminará en una proliferación de grupos y tal vez, de otros  mini -partidos cuyo horizonte no será otro que sacar algún diputado. Si tienen suerte obtendrán uno o dos diputados.



El otro partido, a la cabeza de los llamados minoritarios, es el de don Otto Guevara, cuya figura logró forjar en la presente Asamblea Legislativa, gracias a su tenaz trabajo,  cuestión no tan difícil en un parlamento tan desacreditado e ineficiente. El ideario del Movimiento Libertario es un neoliberalismo radical disfrazado de un populismo social,  donde,  la pobreza y los problemas sociales serán resueltos por las leyes de la oferta y la demanda y en donde la mano invisible se encargará de llevarnos a la utopía neoliberal donde todos seremos empresarios y donde no habrá pobreza.



Finalmente encontramos, otros partidos con muy pocas o ninguna posibilidad electoral. Los hay desde la izquierda tradicional (ortodoxa) hasta evangelizadores, cristianos, deportistas, moralistas,  personajes populares, etc., etc.



En definitiva,  los partidos  minoritarios  han venido legitimando el viejo bipartidismo  y algunos hasta lo han ayudado directamente, haciendo el juego a un multipartidismo amorfo e incapaz de construir una verdadera opción frente al bipartidismo.



En  fin,  las elecciones del  3  de febrero nos pueden traer sorpresas y nuevas experiencias. Si se diera una segunda ronda, cuestión difícil como antes lo señalé, al menos esta obligaría a los partidos mayoritarios a una reflexión y a crear nuevas formas de consenso. En todo caso, quienquiera que gane las elecciones, deberá hacer un enorme esfuerzo para recuperar la credibilidad y para ello debe promover una cultura de concertación para impedir que la democracia se nos vaya de las manos. Los partidos deben comprometerse a erradicar las prácticas viciosas que tanto descrédito ha generado en el electorado, cuestión difícil de realizarse en un mundo globalizado, donde los principales dirigentes de los partidos mayoritarios hacen de la política un negocio permanente.

  • Luis Guillermo Herrera
  • Opinión
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