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Por primera vez en 50 años, la elección del presidente de Costa Rica, y sus respectivos vicepresidentes, se decidirá en una segunda ronda, donde los indecisos y los simpatizantes del Partido Acción Ciudadana (PAC), marcarán la pauta.
Los candidatos del bipartidismo estaban seguros de que al final se impondría la fuerza de sus partidos y en ningún momento aceptaron siquiera la posibilidad de una segunda ronda durante el proceso electoral.
Incluso Rolando Araya, del Partido Liberación Nacional (PLN), al iniciar sus labores el 3 de febrero, a las 6:40 a.m. declaró a la prensa que «esperaba tener en la bolsa el triunfo a las 11 de la mañana».
Por su parte, Abel Pacheco, de la Unidad Social Cristiana (PUSC), cada vez que la prensa le preguntó ese domingo sobre el tema dijo que esperaban ganar «con un comodito 42%», pero fue más precavido al llamar a sus simpatizantes a abstenerse de asumir posiciones triunfalistas.
Por eso el golpe final fue más duro para los liberacionistas, cuyo candidato en su discurso ante sus seguidores, en el Hotel Corobicí, aseguró: «Esto Liberación no se lo merece».
Con el 98.71 % de las mesas escrutadas al 5 de febrero, el PLN tenía un 30.97 % de los votos emitidos válidos, o sea que le faltó un 9.03% para llegar al 40%, lo cual representa alrededor de 100.000 votos.
Este es el resultado del fraccionamiento que ha sufrido este partido, de donde desertaron figuras importantes como Otón Solís fundador del Partido Acción Ciudadana (PAC), Wálter Coto que creó su propio grupo, Margarita Penón -excandidata presidencial por el PLN- y Alberto Cañas – diputado del PLN varias veces- que se fueron con el PAC.
El PUSC tenía el 38.55%, pero ese 1.45% que no le dio su apoyo lo castigó. Este podría ser el precio que los calderonistas resentidos le cobraron por haber dejado fuera de la campaña electoral a su líder Rafael Angel Calderón y a su candidato Rodolfo Méndez Mata.
Cuando ya la segunda vuelta era un hecho, después de las 10 p.m., ambos candidatos – Araya y Pacheco- aseguraron que ganarán esta fase, pero la diferencia la hizo el estado de ánimo mostrado en sus discursos. El primero, visiblemente afectado por el bajo porcentaje de votos obtenido, llamó a los liberacionistas a trabajar fuerte. El segundo dijo que haber sido presidente con un apoyo del 40% no le daba credibilidad. «Es mejor con un 50%, un 60% o un 70%», aseveró.
DOS MESES MAS
Ahora ambos partidos -PUSC y PLN- deben retomar la marcha y analizar lo hecho -tarea ya iniciada- para reorientar sus campañas y dirigirlas a reconquistar los votos de su partido que logró llevarse Ottón Solís -26.33%- al PAC; y convencer a ese 31.14% de la población que se abstuvo de participar en la primera ronda, así como al voto joven emitido por primera vez en esta contienda.
Esto ha sido confirmado por dirigentes de ambos grupos. Sin embargo, ambos enfrentan un grave dilema: ninguno cuenta con recursos económicos, pues ya se gastaron los millones que les corresponde por la deuda política y ninguno previó nada para esta segunda etapa, pese a que fue pronosticada por las encuestas desde el año pasado y al énfasis que le dieron los medios de comunicación.
Por eso ahora hablan de una campaña de austeridad, basada en el voluntariado y un trabajo de casa en casa, la cual ya comenzó Liberación por la vía telefónica, con un mensaje propagandístico corto.
Abel Pacheco, por su parte, reorganizó la estructura tradicional de la campaña y creó un Comité Gerencial de Acción, que será el brazo ejecutor, lo cual generó un distanciamiento con Luis Fishman, cuya salida se anunció durante la conferencia de prensa realizada el martes 5, pero posteriormente fue desmentida por este, quien lo calificó como una desaveniencia normal en un matrimonio y aseguró sigue en la lucha con Pacheco y el PUSC.
Por su lado Pacheco propuso al PLN una tregua durante lo que resta del mes de febrero y la Semana Santa. Rolando Araya anteriormente había informado que no hará propaganda durante las dos primeras semanas de febrero.
Estos anuncios han sido vistos con buenos ojos por los ciudadanos un poco cansados del bombardeo televisivo realizado por los partidos políticos durante la campaña.
Así las cosas, pareciera que el único grupo que tendría recursos para una segunda ronda es el PAC, que había reservado ¢ 300 millones. Esta agrupación también es la que tiene en sus manos los votos más tangibles para definir los comicios; sus dirigentes han asegurado que será la asamblea nacional la que tome la decisión de negociar con algún partido.
El otro sector posible de votos a los que deben apelar el PUSC y el PLN, es el de las personas que se abstuvieron de sufragar. Ese porcentaje (31.14 %) en la primera ronda ocupó el segundo lugar, por encima de las cifras que obtuvo el PLN, pese a que el electorado contaba con una oferta de trece agrupaciones políticas (ver nota aparte).
Según informó el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), los partidos no tendrán recursos extras para esta fase por parte del Estado, pero sí pueden incluir en la deuda política los gastos en que incurran para la segunda vuelta, siempre y cuando el porcentaje obtenido les alcance.
Este órgano sí reservó lo que le corresponde para financiar esta etapa, la cual tiene un costo aproximado a los ¢300 millones.
La segunda ronda será el domingo 7 de abril, en las mismas condiciones que la primera, pues se rige por las normas establecidas para el 3 de febrero, ya que es parte del mismo proceso electoral.
Eso implica que serán las mismas juntas receptoras de votos, mesas electorales, reglas de campaña y el padrón electoral.
Según el artículo 138 de la Constitución Política, gana el partido que saque más votos; si ambos obtienen el mismo número se tendrá por elegido para presidente al candidato de mayor edad y a sus respectivos vicepresidentes.
Abel Pacheco va con Lineth Saborío en la primera vicepresidencia y Luis Fishman en la segunda, mientras Rolando Araya lleva a Sandra Piszk y Fernando Naranjo, respectivamente.
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