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Voto por …¡nadie!

El 31,14% de abstencionismo fue uno de los protagonistas de los comicios del 3 de febrero.

El 31,14% de abstencionismo fue uno de los protagonistas de los comicios del 3 de febrero.

A pesar de que la consigna de esta campaña política parecía ser «todos los votos cuentan», un 31,14% de la ciudadanía decidió: votar por … nadie.

Este porcentaje, tomado de los datos oficiales del Tribunal Supremo de Elecciones del miércoles 6 de febrero con el conteo del 98.71%, es uno de los más altos en los últimos 50 años. Esta cifra, ha sorprendido a un sector político acostumbrado al bipartidismo y ha permitido ahora sí, considerar este fenómeno como parte de una tendencia en alza durante las últimas dos votaciones.

Los números son contundentes, y sin duda, esa cifra del 31,14% ha sido una sorpresa para casi todos, incluso para las firmas encuestadoras que preveían un máximo de 21%. Se estima por ejemplo que 75% de los empadronados, no habían emitido su voto todavía al mediodía del 3 de febrero pasado, según dijo el politólogo Jaime Ordónez.

Las razones de especialistas y dirigentes políticos son muchas, de la misma forma, las explicaciones de los ciudadanos también son de variada índole.
 

Según admitió Carlos German Paniagua, estadístico y gerente de Unimer, en un canal televisivo, aún y cuando se percibía a cierto sector muy apático, el abstencionismo se mantuvo siempre entre el 19% y el 21%, aunque se estimaba que sólo votaría un 63% de quienes estaban en el padrón.

De la misma manera, el politólogo Gustavo Araya dijo que las encuestas no previeron este resultado porque éstas no están leyendo correctamente los espacios perceptivos de la población. «Se podría decir que esto responde a una confusión típica de los procesos de cambio», enfatizó Araya.



RAZONES Y DESAZONES



Algunos insisten en que la ciudadanía ha perdido su «fervor político» y que la multitud de opciones no ha borrado la repulsa que los últimos gobiernos han causado dado el incumplimiento de promesas de campaña y el incremento de la corrupción una vez que llegan al poder. Otros  más optimistas como Víctor Borge, de la firma Borge y Asociados, y Abel Pacheco, candidato del PUSC,  aseguran que el abstencionismo es característico de una sociedad civilizada en donde la ciudadanía no tiene el temor de que algún «tirano» asuma el poder.

Ambos coinciden en que el no voto se debe a un alto grado de «despreocupación» y  «confianza» en un ámbito político que durante 50 años no ha dado grandes sorpresas, ni cambios.

Para algunos dirigentes de partidos mayoritarios como Ricardo Toledo, del PUSC, el abstencionismo se debe en parte a fallas en el transporte para el día de las elecciones.

Sin embargo, «todas estas explicaciones son científicamente absurdas y solo intentan disimular la verdad que manifiesta el abstencionismo con respecto a un divorcio claro entre la oligarquía política y  los electores o votantes. Es una forma de deslegitimar el fracaso radical de medio siglo de gobierno en manos de la misma oligarquía», enfatizó el sociólogo Francisco Escobar.

En su criterio, el alto porcentaje refleja un malestar histórico ante las dinastías, o familias «reales» como los Figueres y los Calderón. De allí el surgimiento de Ottón Solís y de Abel Pacheco como candidatos desvinculados con estas «noblezas».

«Muchas personas que no ejercieron su derecho a sufragar están manifestando que ninguno de los 13 candidatos presidenciales cumplía con sus expectativas y por esta razón no emitieron su voto. ¿Cómo es posible que se haya dicho que el alto porcentaje se debe a  que el pueblo no tiene criterio?. Claro que lo tenemos, pero en la papeleta no hay casilla para la opción ninguno de los anteriores», recalcó molesto.





HIPÓTESIS



Por su parte, el sociólogo Jorge Rovira Mas, dijo que aventurarse a explicar las causas del abstencionismo, sin fundamentar los argumentos, es una tarea poco seria. Por eso formuña algunas hipótesis que deben estudiarse para validarlas.

Rovira coincide con Escobar en que se trata de un fenómeno que remite a la apatía política, es mucho más que una protesta contra caras que no les agradan. «No se escoge a la gente por su cara, no es un asunto de modas», recalcó Escobar.

Para Rovira, una forma de entender el abstencionismo es contemplándolo como una reacción ante un «estilo nacional de desarrollo» que en la década de los 90 mostró un débil crecimiento económico, ha acentuado el incremento del sector informal y no ha permitido reducir la pobreza a menos del 20% de las familias. En fin, un modelo de desarrollo caracterizado por el debilitamiento de la inclusividad de los costarricenses en el sistema socioeconómico.

Como consecuencia de ello, cada vez más ciudadanos emigran hacia Estados Unidos y otros países en busca de mejor calidad de vida, aspecto también puede estar influyendo en el no voto.

«Una primera razón para entender el abstencionismo radica en que muchos costarricenses se sienten relegados del proceso de desarrollo y, por ende, se van automarginando de la vida político-electoral», aclaró.

Además, hay tendencias «más normales» en cuanto al abstencionismo, como la propensión de ciertos grupos etáreos, entre ellos los que tienen entre 22 y 33 años, al igual que el de las personas mayores de 70 años, de asistir menos a las urnas.

«Hay muchas suposiciones, pero hasta hoy no hay ningún estudio serio que las respalde para que sean explicaciones válidas. Hay que identificar con precisión quiénes son los abstencionistas y luego procurar descifrar el porqué no asisten a las urnas, para así comprender las distintas razones y circunstancias que están incidiendo en este comportamiento electoral de un creciente número de ciudadanos», subrayó Rovira

Por su parte, Escobar expresó que el abstencionismo es un rechazo definitivo al tema electoral, una crítica al Código Electoral y al sistema impuesto por el Tribunal Supremo de Elecciones, a los partidos creados por oligarquías y a los miembros del TSE que ya no son elegidos por el pueblo.

«El abstencionismo demuestra la urgencia de cambiar el sistema. Es una especie de rebelión ciudadana, aunque en cierta medida el Tribunal nos está exigiendo elegir a alguno de los que ya el pueblo «no quiso». ¿No es esto una dictadura electoral? Con todo esto la pregunta es: ¿Podrá sobrevivir la oligarquía contra la voluntad popular?», agregó.



SUMATORIA INÉDITA



Según datos oficiales con al conteo del 98.71% de los votos, una cifra superior a los mil 700 mil ciudadanos empadronados no se identificaron con ningún partido político. Sumando el abstencionismo (31.14%), los votos nulos (1.26%), y en blanco (0.67%), se obtiene un total de casi el 33, 63% de la población en cuanto a las votaciones para presidente.

En la elección de puestos para diputados la situación no varía mucho. Con excepción de Guanacaste el no voto por provincia mantuvo la tendencia de la elección anterior.

Limón y Puntarenas superan el promedio nacional con 41.35% y 38.78% respectivamente. Este año Guanacaste se sumó al grupo con 30.29%.

Alajuela, Cartago y Heredia fueron las provincias con menor abstención. No obstante, los porcentajes de 27,9%, 27,89% y 28.27% no apaciguan a nadie. San José se mantiene ligeramente por debajo del promedio de abstención con un 30,69%.

Este comportamiento preocupa a políticos y estudiosos, ya que según estimaciones previas al 3 de febrero, el abstencionismo bajaría a un 19% o 21 %, admitió Carlos German Paniagua, de Unimer en declaraciones dadas a un canal de televisión.

Para esta segunda vuelta,  la «alta volatilidad» de los indecisos, el porcentaje de abstencionismo y los ciudadanos que se inclinaron por partidos minoritarios constituyen un reto para la dirigencia de los partidos mayoritarios. Sobre todo porque no se conoce a ciencia cierta las razones por las cuales 700,787 personas no se acercaron a los recintos de votación, aún y cuando les quedara muy cerca de su lugar de residencia.

«El llamado a ejercer el derecho al voto, no es un simple  formalismo; se convierte en un llamado a la reflexión responsable y seria; al reconocido patriotismo de la ciudadanía para que cumpla a cabalidad con esa ineludible obligación y derecho», recalcó Oscar Fonseca, Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones.
¿Un derecho o deber?
«El abstencionismo, como forma de protesta, no tiene cabida, porque es un comportamiento que debilita la democracia y produce muy pocos dividendos, si es que realmente produce alguno».

«Es más rentable acudir a las urnas electorales a ejercer el voto, con lo cual, sin duda alguna, el sistema se fortalece y así  fortalecido, poder hacer nuestras legítimas protestas dentro de las múltiples vías que ninguna otra forma de organización social ofrece».

Oscar Fonseca, Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones, 1 de octubre del 2001

  • Alejandra Vargas Morera
  • País
Democracy
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