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La selección de fútbol de Estados Unidos desnudó a la Costa Rica en la final de la Copa de Oro.
En época reciente, Honduras dominó el fútbol en el área centroamericana y logró una supremacía -ya superada por cierto-, sobre Costa Rica, con un sistema táctico que nos hizo muchísimo daño: ¡presión!
Presión sobre la salida de los laterales costarricenses, marca personal de bloqueo al volante de contención de la tricolor, y un «pressing» asfixiante sobre los mediocampistas de apoyo.
Así le cortaban las alas a la oncena patria y, lo más importante tácticamente hablando, dejaban aislados y sin balones a la línea de ataque donde futbolistas de roce internacional como Paulo Wanchope, Rónald Gómez, Rolando Fonseca, William Sunsing, Jafet Soto y Hernán Medford -todos jugando fuera de Costa Rica en esa época-, eran y son respetados por los equipos rivales.
Técnicos como Gustavo de Simone, Antonio Moyano, Marvin Rodríguez, Héctor Núñez, Francisco Maturana (cuando cayó en dos ocasiones ante Honduras en UNCAF), y Gilson Nunes, fueron testigos de primera mano de este accionar de los entrenadores catrachos, desde el estudioso José de la Paz «Chelato» Uclés, pasando por Flavio Ortega, hasta el sobrio Ramón «Primitivo» Maradiaga, quienes, bajo el sistema de «pressing» anularon tácticamente el balompié mucho más técnico y vistoso de los costarricenses.
Pero, llegó Alexandre Guimaraes y la historia reciente varió.
CADENA DE ACIERTOS
Con Guimaraes, la Selección Nacional inició una era de éxitos en cuyo desarrollo logró relevantes sucesos, el principal, que Costa Rica fuera escogida por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), como la de mejor progreso durante el 2001. También logró el primer lugar de la hexagonal eliminatoria mundialista, con solo una derrota ante Estados Unidos y en el transcurso de esta quebró dos mitos: derrotó a México 2-1 en el Estadio Azteca, quitándole un invicto a los anfitriones en ese coliseo en eliminatorias mundialistas; y derrotó a Honduras 3-2 en Tegucigalpa, después de 40 años en que no ganaban a los catrachos en esas instancias.
Llegó luego la invitación a participar en la Copa América y Costa Rica de nuevo sorprendió y se lució, goleando a Bolivia 4-0, le volvimos a ganar a Honduras 1-0, se empató con Uruguay y se pudo pasar a la siguiente ronda, donde fuimos derrotados por los mismos charrúas.
Después de las vacaciones, el primer encuentro de peso fue la participación en la Copa de Oro, un torneo que Alexandre Guimaraes se dispuso conquistar para cerrar este ciclo de éxitos antes de dar paso al gran trabajo previo a la participación en la Copa del Mundo, donde Costa Rica debutará el 4 de junio contra China.
Pero en esta competencia desarrollada en las ciudades de Miami y Pasadena y pese a que la Selección Nacional llegó a la final, perdió ante los Estados Unidos 2-0. El trabajo del equipo fue gris, la tricolor tuvo un irregular desempeño en la mayor parte del torneo, sus victorias ante Martinica y Haití no convencieron; apenas se le empató a Trinidad y Tobago; las individualidades le depararon brillante triunfo contra Corea del Sur en la semifinal, pero, en el choque decisivo, los anfitriones nos dejaron en paños menores y desnudaron cada parte del cuerpo de un equipo que se vio mal desde el arranque del certamen, precisamente, porque los estadounidenses nos aplicaron la misma receta táctica con la que Honduras nos tuvo en jaque en tantas competencias.
HAY QUE CAMBIAR
Como prólogo del Mundial de Fútbol, la participación de la Selección Nacional en la Copa de Oro, podríamos calificarla de muy desalentadora en cuanto a calidad de juego demostrada. Fuimos en mucho, el equipo inoperante y desarticulado que conducía Gilson Nunes.
Ahora, como no se puede romper de tajo lo actuado y el camino recorrido lleno de éxitos hasta esta competencia, no podemos ni por asomo pedir la desintegración de la Selección Nacional y tampoco una revolución de su nómina.
Pero, pero, y en esto si se debe ser tajante, la Copa de Oro demostró, enseñó y probó con creces, que hay unos pocos jugadores que no están capacitados para ir a la Copa del Mundo, por más trayectoria que tengan. Lo más grave que se vio en esta competencia, es que hay otro grupo de futbolistas que por lo visto, ocupan campo de relleno y parece que ni el propio entrenador confía en ellos, puesto que no les dio la mínima opción de jugar, a pesar del pésimo desenvolvimiento de los titulares.
Esto es muy serio.
Los únicos futbolistas que mantuvieron un nivel aceptable fueron Erick Lonnis, Reynaldo Parks, Gilberto Martínez, Mauricio Solís y Rónald Gómez (no todos en todos los juegos). Sin embargo, jugadores de la reserva no fueron tomados en cuenta, ni siquiera un minuto de acción.
Sentimos que los jugadores titulares, aunque jueguen mal, no están recibiendo ninguna presión, ni del técnico, ni de nadie, para eventualmente ser desplazados por un compañero que ocupa la misma posición (caso Castro-Berry por ejemplo) o por un nuevo convocado, y esto es muy peligroso de cara al Mundial.
SIN DRAMAS…PERO
A casi 100 días de que arranque el Mundial, Alexandre Guimaraes no puede hacer cambios drásticos dentro del plantel, pero mal haría también si no le pone la atención debida a lo sucedido en la Copa de Oro.
Cometería idéntico pecado al de los partidos políticos tradicionales del país, cuyos dirigentes, por no atender las señales de protesta de los ciudadanos, se llevaron la lección de su vida en los comicios del 3 de febrero.
Sería lamentable que el técnico de la «Sele», reciba su gran lección en el Mundial, que desde luego no lo pensamos ganar y ni siquiera avanzar mucho en las rondas de juegos, pero si cabe por lo expuesto en el prólogo de este artículo, un desempeño decoroso que nos podría llevar a la siguiente fase del torneo.
Ha sido dañino para el grupo de jugadores, que en cada posición haya prácticamente un titular y un sustituto, ambos con características de inamovibles.
Pese a las lesiones de Fonseca, Rojas y Drummond, el técnico no dio cabida a algunas variantes para ver nuevas caras y oportunidades, sobre todo en defensa.
Por citar una zona del equipo, al lesionarse Jervis y dado el flojo desempeño de Marín -curiosamente seleccionado en el equipo ideal del torneo-, cabía la opción de que Max Sánchez, Austin Berry, Rodrigo Cordero o Giovanni Jara se alternaran en diferentes planteamientos tácticos, pues ellos, en sus respectivos clubes, ocupan varias posiciones como carrileros, líberos, centrales y medios de marca.
Sin embargo, el entrenador «murió» con los suyos: Wallace, Parks, Marín, Martínez, Castro y Solís y esto fue un lunar en la Copa que nos lleva al peligro ya indicado: si Castro no recibe presión de Berry; Solís de Cordero; Wallace de Jara, puede que se confíen; y los reservistas, al no ver acción, podrían frustrarse. Todo ello obliga a un replanteamiento de lo actuado hasta la fecha, para que la pérdida del título en la Copa de Oro, sirva como alerta y lección con miras al Mundial.
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