Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
¿Cómo construye y vive cada hombre su masculinidad? ¿Por qué para unos demostrarla es, por ejemplo, procrear hijos ilegítimos o hacer gala de su fuerza física, mientras que otros no necesitan de fútbol, tragos o conquistas para reafirmarse?
El estudio de la masculinidad, y su construcción y vivencia en la vida cotidiana, fue el tema de análisis de un «Encuentro sobre Masculinidades en Centro América», que organizó recientemente en nuestro país el Instituto Costarricense para la Acción, Educación e Investigación de la Masculinidad, Pareja y Sexualidad (Instituto WEM), y que contó con la colaboración de la Cooperación Canadiense y de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Profesionales costarricenses y de Centroamérica, México y Cuba analizaron temas como violencia, paternidad, sexualidad, adolescencia, religiosidad, políticas públicas y educación, desde la perspectiva de la masculinidad.
MASCULINIDAD Y GÉNERO
Con el objetivo de enmarcar la discusión, los psicólogos José Manuel Salas y Álvaro Campos, fundadores del Instituto WEM y docentes de la Escuela de Psicología de la UCR, presentaron una investigación sobre la «Masculinidad en el siglo XXI».
En ella plantean que la masculinidad se construye socialmente y que «alude a una manera, sobre todo en los hombres, de vivir la sexualidad, la afectividad, el trabajo, la vida diaria, entre otros, de cumplir con roles sociales y sexuales y, además, a un símbolo de jerarquías sociales, en el cual los varones ejercen poder sobre otros hombres, los niños y las mujeres».
La masculinidad es la forma aprobada de ser varón en una sociedad determinada; por lo tanto, el hombre debe cumplir y adecuarse al ideal cultural creado en esa sociedad.
Los profesionales añaden que la masculinidad se construye de manera permanente bajo el escrutinio de los otros varones, y la hombría se demuestra para la aprobación de otros hombres, quienes evalúan el desempeño. Es por esto que es tan importante alardear para competir por los indicadores que socialmente determinan el grado de virilidad, tales como riqueza, poder, posición social y mujeres atractivas.
RITUAL PERMANENTE
La necesidad de probar su virilidad y de obtener validación homosocial, conlleva a la masculinidad a ejercer un ritual permanente.
Salas y Campos exponen que, según otros estudios, este ritual contempla aspectos como el repudio implacable de lo femenino, no demostrar emociones, ejercer poder (éxito, riqueza, estatus), y ser arriesgado y agresivo.
En el ámbito sexual, la idea de lo masculino implica estar siempre listo para el sexo y para darle satisfacción sexual a las mujeres «como nadie lo hace», así como demostrar que «funciona» como hombre, tener el pene erecto y capacidad de durar mucho para eyacular.
Otros aspectos importantes por los que el hombre siente definida su masculinidad, son: nunca ser rechazado o traicionado por una mujer, ser exitosos en el trabajo y en lo económico, tener parejas que lo admiren, obedezcan y cuiden, el desafío permanente del peligro, conductas de descuido personal, y la negación maniaca de los procesos de duelo.
En nuestra sociedad patriarcal «el honor de un hombre está ligado a la demostración de su virilidad». Algunas situaciones supuestamente hacen perder el honor y la virilidad de un hombre: sentir vergüenza y rechazo es ser considerado afeminado, que «su» mujer le sea infiel, y la impureza sexual de su madre, esposa, hijas, hermanas, pero no la suya propia.
¿TRABAJAR CON VARONES?
La masculinidad hegemónica, indican Salas y Campos, se construye sobre la base de una sociedad patriarcal y de una feminidad basada en la sumisión y sometimiento al hombre. Sin embargo, es claro que hemos entrado al nuevo milenio con bases de la feminidad, la masculinidad y patriarcado cuestionados o debilitados, al menos, en algunos rincones del mundo.
En el caso de los hombres, muchos de sus puntos de referencia -desde la masculinidad dominante- se han deteriorado, y sus principales ejes de ser proveedor y tener el control, están sucumbiendo ante el mercado y la globalización.
El panorama que es posible observar (desastres, jubilación, recesión económica, desempleo, migraciones forzadas, etc.) nos muestra hombres con serios problemas y, entre otros aspectos, más violentos con otras, otros y consigo mismos, lo que se ve en las tasas de suicidio, infarto, alcoholismo y accidentes de tránsito.
Esta situación, acotan los profesionales, denota «la importancia de trabajar con los hombres y con la masculinidad que llevan a cuestas, para procurar con ello no solo cambios para sí mismos, sino también para otras personas».
Además de plantear la necesidad de políticas claras en áreas como salud, paternidad, accidentes de tránsito y violencia en general, Salas y Campos exponen que también se requiere llevar a cabo un trabajo de base con los hombres de la región.
Esto implica la apertura de espacios como talleres, grupos de reflexión, grupos terapéuticos a nivel comunitario e institucional en torno a diversas temáticas como protección y cuidado del medio ambiente, producción agropecuaria, cooperativismo, relaciones laborales en el ámbito público, relaciones familiares y de pareja, violencia social e intrafamiliar, salud y atención médica en áreas sensibles como urología, sexualidad y cardiología.
Otras de las áreas propuestas son: riesgo y atención de accidentes laborales y de tránsito, desastres y otras situaciones de crisis, paternidad responsable, trabajo con población masculina infantil y adolescente en torno a la construcción de la masculinidad y sus implicaciones, políticas de recreación para hombres, alternativas al consumo de alcohol, trabajo con hombres en el aspecto laboral como salud, jubilación, uso del ocio y el tiempo libre, y asimismo se plantea como necesario el trabajo de masculinidad con grupos de mujeres.
Las investigadores enfatizan que «los varones necesitamos preguntarnos, por nosotros mismos, ¿cómo nos hacemos hombres?, aunque para muchos se trate de una pregunta estúpida. La tarea está pendiente, pues por tratar de ser muy machos no hemos tenido tiempo de ser hombres… o personas».
Este documento no posee notas.