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Las guerras de Africa son interminables y, para los que ven las cosas de lejos, terminan por parecer incomprensibles. Pero, vistas más de cerca, emergen los verdaderos y dramáticos intereses que subyacen detrás de esos conflictos.
Una guerra prolongada devasta amplias regiones de Africa, –en el Congo, en Angola o en el Sudán–, y cada una arrastra a naciones vecinas, sumergiendo el continente en conflictos interminables. De lejos, se hace difícil entender esa mezcla de riquezas inconmensurables que yacen en el subsuelo del continente y la pobreza igualmente difícil de medir que afecta a la inmensa mayoría de sus habitantes.
Solo una mirada más cercana a los acontecimientos permite aclarar el panorama. «Se usa la religión, o los conflictos étnicos, para explicar las guerras, pero eso no es cierto, detrás hay una enorme gama de intereses», aseguró a UNIVERSIDAD la hermana Carmina Ballesteros, superiora de la orden de los misioneros Combonianos para América Central, quien ha vivido cerca de 20 años en diversos países de ese continente.
Los combonianos tienen una sede en Costa Rica y varias hermanas costarricenses prestan servicio como misioneras en Africa.
«No hay guerra donde el subsuelo carezca de riquezas», aseguró Ballesteros. Para saber que países están en guerra, basta averiguar qué riquezas tiene. El Congo enfrenta conflictos armados desde los años 60, pues es un país riquísimo. Están involucrados enormes intereses internacionales, codiciosos de sus diamantes y otros minerales, y en ella participan otros países, en la «región de los grandes lagos».
«La guerra del Congo nace en Ruanda, porque saben las riquezas que hay allí y quieren anexionarse esa parte del país», aseguró la hermana Ballesteros. Para eso, empiezan a construir alianzas, en las que los intereses extranjeros juegan un papel fundamental. «El presidente de Uganda, Yowveri Museveni, de origen ruandés, es el principal aliado de Estados Unidos, y se unen con la idea de ir por una tajada del Congo. Es una guerra interafricana, que involucra a siete países, pero detrás están los intereses de Estados Unidos», aseguró.
En cuatro años, ese conflicto ya costó la vida a 2,5 millones de personas, según un estudio de las Naciones Unidas. Ese mismo informe, realizado por un grupo de expertos, apunta hacia los intereses de compañías europeas en un metal raro y precioso, el tantalio, extraído del Congo y utilizado en la industria de computación; su precio se disparó en el mercado internacional en el 2000. Para el panel de las Naciones Unidas, «el papel del sector privado en la extracción de los recursos naturales y en la continuación de la guerra ha sido vital».
CAMBIO DE GUARDIA
Hace cien años, el Congo era una colonia belga. En realidad, fue en 1884, en la Conferencia de Berlín, cuando los países europeos iniciaron su carrera en Africa; en ese entonces el rey Leopoldo II reivindicó la soberanía de ese territorio, 66 veces mayor que su propio país. La ambición y crueldad de Leopoldo están registradas en un libro publicado recientemente por el periodista británico Adam Hochschild, «El fantasma del rey Leopoldo».
Pero, desde entonces, las cosas han cambiado mucho. Europa está en retirada de Africa. El actual jefe del gobierno francés, Leonel Jospin, solo viajó a Africa una vez, en sus cuatro años de mandato, a pesar de ser Francia un país con lazos profundos con diversas naciones africanas. En cambio, la política estadounidense está más activa que nunca. El expresidente Bill Clinton visitó Africa a mediados de 1998 y ofreció «comercio, no ayuda». La propuesta se hizo realidad en mayo pasado, con la aprobación de una Ley de Oportunidades y Crecimiento para Africa (AGOA), con las consabidas ofertas de acceso al mercado de EE.UU., a cambio de intensificar los procesos de privatización, eliminar las barreras a las exportaciones e inversiones estadounidenses y los controles de precios a ciertos productos.
ANGOLA
Otro país que enfrenta conflictos armados desde su independencia es Angola, «uno de los países más ricos de Africa, con diamantes, oro, bauxita y petróleo», recordó la hermana Ballesteros.
Desde la independencia, Angola ha sido pasto de las guerras entre fracciones rivales, primero, en el marco de la «guerra fría». Entonces, uno de los líderes era Jonas Savimbi, líder de la UNITA, apoyado por Estados Unidos, contra el gobierno de Luanda, aliado de la Unión Soviética. Pero Savimbi murió la semana pasada, cazado, finalmente, por las tropas del gobierno angoleño. Solo que la realidad política ha cambiado desde que el entonces líder de la UNITA comenzó su lucha. Hoy, Luanda, la capital de Angola, es «hermana» de la ciudad de Houston, en Texas. La hermandad deriva de los intereses petroleros que llevó, en mayo del 2000, a la empresa petrolífera angoleña, Sonangol, a firmar con la World Airways un contrato para establecer un servicio de vuelos charter entre ambas ciudades. Hace 40 años era la californiana Chevron la empresa petrolera con intereses en Angola. Hace unos 25 años el relevo lo tomaron empresas texanas, con inversiones en ese país estimadas en $4.000 millones.
Dick Cheney, vicepresidente de Estados Unidos, estaba al frente a la petrolera texana Halliburto cuando ésta firmó un contrato por $200 millones para el desarrollo de servicios petroleros en el enclave angoleño de Cabinda. Es por Texas y, por lo tanto, por la Casa Blanca actual, por donde pasan la mayoría de los intereses angoleños en Estados Unidos. Solo que Savimbi no se enteró, o quizás no pudo hacer nada para cambiar esa realidad.
Aliados a los grandes intereses internacionales, muchos gobernantes africanos se suman a la guerra de rapiña que hunde a sus pueblos en la miseria, mientras la riqueza fluye a otros lados.
Ballesteros recuerda cómo después de la independencia, el presidente Jomo Keniata, de Kenia, abrió escuelas por todo el país. Poco a poco se fueron reactivando los conflictos tribales, la ayuda escolar desapareció y el país se fue deteriorando.
«Los grandes medios de comunicación están al servicio de los intereses de los gobiernos», aseguró la hermana Ballestero, mientras los países occidentales tratan de mostrar su cara más humana. Pero, nuestros hermanos han visto, en Uganda, que los mismos aviones que traen víveres para Ruanda, transportan armas para la guerra del Sudán».
Ahí, los intereses son dobles: el petróleo y el tráfico de armas. Es el mismo panorama, en todo el continente.
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