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En pocos deportistas calza tanto aquel refrán de «mente sana en cuerpo sano», como en el boxeador Tuzo Portuguez.
La gloria del boxeo nacional lamenta el desperdicio de vida de la juventud costarricense. «¿Cuántos universitarios hay en Costa Rica, miles de miles, verdad?», me increpa Jesús «Tuzo» Portuguez, cuando le indico que deseo le hable de su vida a la juventud del país.
«Pues bien…¿cuántos practican de verdad un deporte; cuántos no caen en las drogas; cuántos concluyen sus carreras; es más, hábleme de uno solo que a los 74 años pueda mostrar una vida deportiva y sana como la mía…
«Nací en Barrio Keith, que limitaba con Cristo Rey y Los Angeles y a los ocho años de edad llegué a tener $1.000 ; pude comprar toda la marihuana necesaria para satisfacer a mis amigos de barrio que la consumían y ser otro de ellos, pero preferí darle parte del dinero a mi madre para que construyera su casa.
Viví seis años en Nueva York, me entrenaba en el Central Park mientras veía a los jóvenes inyectarse heroína; estuve en Tánger, Africa rodeado de marihuanos y en Cuba y Nicaragua vi a grandes prospectos del boxeo, derrumbarse por el consumo de alcohol.
Pero nunca caí en ese lodazal.
Hoy, con 74 años de edad, puedo desafiar a muchos estudiantes a correr una prueba atlética y les voy a ganar, porque a ellos, las drogas, la piedra, la marihuana, o el alcohol, no los dejan avanzar. Hace dos años competí en La Sabana con 500 atletas y terminé entre los primeros 300, porque mi cabeza es fuerte, mi cuerpo limpio y mi mente fresca.
Nadie me puede vencer, el entorno, ni la política, ni los olvidos, ni la envidia, porque mentalmente, soy superior a todo ello. A «Tuzo» Portuguez, nadie lo doblega.
Los jóvenes deben entender que nosotros le construimos y le entregamos a ellos las universidades; éstas no son regalos de papá, de manera que los estudiantes están obligados con su esfuerzo, a devolverle algo al país. A la par del estudio, es una obligación la práctica de un deporte, pues nada hace con un título si su cuerpo está enfermo», agregó el mejor boxeador que ha dado Costa Rica.
VIVO EJEMPLO
Portuguez se siente desperdiciado por la sociedad, pues nadie lo llama para escuchar sus consejos. «¡Yo soy de verdad!», grita orgulloso su etiqueta.
Paradójicamente el pueblo que tanto lo quiere, también lo ignora, «socialmente no me aceptan», afirma sin resentimiento.
«Ningún gobierno me llama, ninguna universidad me pide ayuda y como no soy de los que mendigan o piden favores, aquí estoy, desterrado en mi propio hogar, felizmente acompañado de mi señora, los perros y 700 discos de música clásica, más de 60.000 piezas que llenan mi vivir».
Desde niño gustó de lo bueno y no se ensució; la música clásica es una de sus pasiones y en el Teatro Nacional tiene un asiento reservado, en el que disfruta de los conciertos de la Sinfónica Nacional.
Una anécdota le sirve de sustento para explicar ese alejamiento involuntario del pueblo.
Después de 8 años de vapulear rivales encima del ring gracias a sus puños de hierro, (en Nicaragua, Puerto Rico, Cuba y Estados Unidos) y poner el nombre de Costa Rica en las marquesinas del mundo del boxeo, el entonces Presidente de la República, Otilio Ulate lo invitó a que visitara la Patria.
«Tuzo» arribó al aeropuerto en La Sabana y fue recibido como héroe; lo alzaron en hombros y hubo un desfile por la capital; era un boxeador de renombre, con cinco peleas en el Madison Square Garden de New York, donde nunca pisaron un entarimado pugilistas de la talla de Archie Moore.
Poco después se programó una pelea entre «Tuzo» y el mexicano Rudy Jiménez y el costarricense perdió el combate.
Pues bien, los costarricenses tuvieron el descaro -y eso lo agregamos nosotros-, de levantar en hombros al púgil mexicano y desde el propio ring del Estadio Nacional, lo llevaron alzado, paradójicamente, hasta La Sabana, donde días atrás, «Tuzo» fue recibido como emblema nacional.
Unos pocos le escribieron cartas de apoyo que él guarda como grandes tesoros.
«Ese episodio no me marcó, pero si me apartó sin quererlo del pueblo; en aquella época la envidia no le permitió a muchos aceptar mis éxitos; era un boxeador de respeto en el mundo, y mucha gente no me aceptó».
«Medio siglo después se repite el fenómeno; los ticos me demuestran afecto, donde voy soy bienvenido, pero no me piden nada, ni me apoyan. Carezco de pensión y de trabajo, pero vivo con decoro, pues soy hombre de principios. Ser un hombre culto nadie me lo puede quitar», dijo.
«Esto lo aprendí de joven, cuando me tocó pelear contra Pady Young, un mito del boxeo estadounidense; lo derroté con mi pegada demoledora, pero su cultura y su educación, me doblegaron fuera de las cuerdas. Pady fue un boxeador culto y millonario; supo cuidar su fortuna, pues era hombre educado.
A mí me costó aprender esa lección; cuando lo hice a nadie le parece interesante que los jóvenes la compartan conmigo…
ESFUERZO Y SACRIFICIO
Tuzo inició su vida deportiva a los 8 años cuando estaba en la escuela; durante esa época practicaba baloncesto, atletismo y fútbol; inclusive don Ricardo Saprissa lo llamó a formar parte de la división infantil de su equipo.
No obstante, el boxeo fue el deporte que decidió practicar con miras a tener una condición de profesional.
Con base en mucho esfuerzo, sacrificio y disciplina, logró convertirse en púgil profesional; ganó el Campeonato Nacional de Boxeo y conservó su título en forma permanente. También en el ámbito centroamericano ganó la condición de monarca de la región.
Tuvo el honor de ser el primer boxeador costarricense en estar presente dentro del ránking mundial; compitió en cinco ocasiones en el Madison Square Garden de New York y en Chicago, Cleveland y Detroit.
Como profesional, fue contratado como púgil de primera categoría para pelear en México, Cuba, Canadá, Suramérica, Europa y Asia.
Con una enorme cantidad de reconocimientos dentro y fuera del país, «Tuzo» se retiró del boxeo luego de 30 años de actividad ininterrumpida, ganando el derecho de ser considerado como el mejor de Costa Rica y una de las más brillantes glorias del deporte nacional.
TUZO POR DENTRO
Nació: San José, 12 de noviembre de 1927
Padres: Jesús e Isabel; fue el quinto de siete hermanos.
Esposa: Doraine Miranda
Hijos: Jesús Alberto, Elisa María, Karla y Stephanie.
Ránking: entre los 10 mejores del mundo en 160 libras, peso medio.
El mejor del mundo: Sugar Ray Robinson.
¿Mike Tyson?: una basura como ser humano; buen pegador.
¿De la Hoya?: buen boxeador, pero no le hubiera aguantado una pelea a Pady Young o Joe Giardello.
El más grande: Joe Louis.
El más semejante a usted: Rocky Marciano.
Un púgil tico de respeto: Vicente Sterling.
Su gran triunfo: contra el ex-campeón mundial, Beau Jack en el Madison.
Un lamento: tuve que vender mi Harley Davisson en $10.000
Un deseo: que los jóvenes me llamen (teléfono 227-1916) para darles testimonio de mi vida.
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