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Carlos «Cañón» González nació en Grecia, pero ha dejado pedazos de su vida en el equipo Carmelita, que sostiene en la primera división
«O sus negocios o Carmelita, escoja uno de los dos, si no quiere perder la vida por estrés», lo sentenció el doctor Carlos Navarro. Y Carlos González, sin dudarlo un segundo, se decidió por Carmelita.
Fue así como en 1994 desaparecieron del mercado central de Alajuela sus cuatro negocios: la venta de papas tostadas, la verdulería, la relojería y el puesto de comidas.
Ese año, en medio de una ajetreada temporada en el campeonato de la primera división, Carmelita, el club que presidía desde 1992, tenía aspiraciones al título; una tripleta de atacantes formada por Juan Carlos Arguedas, Oscar Rojas y José Luis «Chepa» González hacía estragos en los terrenos de juego y probablemente la adrenalina le jugó una mala pasada a don Carlos, quien sufrió una parálisis facial.
Rebelde al tratamiento médico, un domingo que el equipo de sus amores jugaba en el Pedregal contra Belén, el dirigente se le «zafó» al doctor y se fue al estadio; en medio juego empezó a perder la visión y se desmayó.
Fue entonces cuando le llegó el diagnóstico ya descrito; o sus negocios o el fútbol, pero a «Cañón» González nadie lo iba a apartar de su club; vendió los cuatro tramos, rehuyó la hospitalización que se le ordenó y a punta de masajes recuperó la fe y la salud, en ese año fatídico en el que falleció su madre.
Carmelita no campeonizó, pero el jerarca se tomó cuatro años de vacaciones empresariales, y, como ha sido siempre, se entregó a tiempo completo al equipo, hasta que hace otros cuatro años volvió a sus travesuras comerciales y ahora es propietario del «Super-Cañón» en el centro de San Joaquín de Flores, de una frutería en Alajuela y del Bar Los Cartagos, carretera a Barranca.
¿POR QUÉ CAÑÓN?
Como todo joven, le apasionaba el fútbol y lo jugaba en diferentes equipos; llegó hasta la tercera división con «Los Millonarios» de Alajuela y en un partido se señaló un tiro libre en favor de su club. El joven de 19 años, pidió campo a sus compañeros y manifestó que iba a meter un «cañonazo» y ahí se le fijó el apodo, pues dicen algunos alajuelenses bromistas que ni movió la pelota.
Le quedó «Cañón» para toda la vida y en lo que respecta a su febril actividad de dirigente, de verdad que su fortaleza física y su alma fuerte le hacen honor a su mote.
Cuando era un mozalbete y joven de mercado, organizaba en el barrio El Carmen campeonatos entre trameros, vendedores de chances y de tiempos, proveedores, taxistas, mensajeros, empleados, saloneros y los torneos tenían mucho éxito.
Un día el futbolista de El Carmen, Willian «Sapito» González y el directivo de ese club, Rodrigo Obando lo invitaron a que asistiera a una asamblea del equipo Carmelita; ahí se fueron proponiendo nombres para los diferentes cargos y al llegar a último vocal, lo propusieron a él.
Desde ese momento, hasta el día de ayer y todos los que vendrán, Carlos González empezó su carrera como dirigente, pasó por todos los puestos de la directiva, excepto secretario -«porque escribo muy mal», reconoce- y en 1992 asumió la presidencia en un momento crítico cuando el club se hundía en el descenso a la segunda división y la directiva se reunía en una cantina.
Al aceptar el cargo, solo exigió una cosa: dirigir el club a su manera; se la aceptaron y así el Carmelita, está hecho a imagen y semejanza de su presidente.
Carmelita es «cañón» y «cañón» es Carmelita.
Ya como presidente, su club arrastraba un déficit de ¢13 millones y «Cañón» empezó a trabajar «a su manera» para pagar las cuentas; organizó rifas, bingos, rifó motos, pidió la ayuda de la comunidad, trabajó muchos años 18 horas diarias por su club y limpió los saldos.
«Tengo un gran orgullo; yo todo lo hago por Carmelita y nunca me he dejado un centavo que sea para el club», afirma apasionadamente y todos los que le conocen y quieren, saben que esto es cierto.
González llegó a Alajuela a los 13 años y a los 23 se fue a vivir a El Carmen y rápido se enamoró de este barrio.
¿Qué le atrae de el barrio El Carmen? le preguntamos y responde:»El Carmen es un barrio muy querido, famoso por sus pocas familias; los Guillén, los Ulloa, los Madrigal; ahí si hay un problema es de todos, si en una familia hay un enfermo u otra tiene problemas económicos, los asumen entre todos. Hace pocos días se le quemó la casa a un vecino y rápido todo el barrio se la levantó.
Los carmelitas son duros y críticos contra la injusticia; ahí no se perdonan errores, pero son buenos y serviciales; como en Fuenteovejuna, uno para todos y todos para uno».
MILES DE TRABAS
Carmelita como equipo chico, ha encontrado muchos obstáculos para desarrollarse y Carlos González como su presidente, todo tipo de zancadillas y hasta traiciones que buscan hacer desaparecer el equipo.
En 1992, Carmelita era candidato a campeón, tenía un equipazo y en su nómina estaban los tres porteros que hoy tiene la Selección Nacional, Lonnis, Mesén y González.
Contaba con Luis Antonio Marín, Wilmer López, Juan Cayasso, Juan Morales, Alvaro Solano, Oscar Rojas, Juan Carlos Arguedas y el técnico era Carlos Watson.
Unos arbitrajes desastrosos en los dos partidos decisivos lo sacaron de la pelea y luego los clubes grandes se apoderaron de sus mejores futbolistas.
» A mí me ha pasado de todo con este equipo; hace pocos años, cuando faltaba un mes para que se iniciara el campeonato, la directiva de Alajuelense tomó la decisión de no prestarnos más su estadio Alejandro Morera.
Me presenté ante el Comité Cantonal de Deportes de la provincia, para ver si me ayudaban a conseguir ese estadio y no pude ni hablar. Me puse a llorar como un chiquito; alguien a quien he bautizado como «la mano criminal», movió las fichas para que ese Comité no me respaldara».
El ex-presidente de Alajuelense, Roberto Chacón, a Carmelita no solo le prestaba el estadio, sino que le cedía ocho o diez jugadores de la Liga para reforzarse. Después, Mario Chacón y ahora Rafael Solís, no quieren nada con mi equipo.
«No los critico, el estadio es de Alajuelense, no es de nosotros y ellos pueden hacer con sus instalaciones lo que quieran».
Luego, «Cañón» agrega: «cuando Carmelita jugaba en el Morera Soto teníamos recaudaciones de un millón de colones en algunos partidos; hoy que somos un club gitano y que jugamos una temporada en Palmares, otra en Sarchí, otra en el Nacional, nos llegan a partidos contra Osa, 58 personas, ante Limón 60; frente a Liberia 67 y con esos ingresos no se puede pagar ni el alquiler del estadio.
UN MECENAS
¿Cómo se mantiene Carmelita en la primera división, con los salarios al día y sin deudas?
«A pura colaboración del barrio y algunos empresarios; no pagamos ni prometemos salarios que no podemos cancelar; nuestros sueldos mensuales oscilan entre los ¢70.000 y los ¢130.000 y los pagamos con rifas, almuerzos, contribuciones y si necesitamos de algún jugador un poco más caro, alguna empresa amiga se hace cargo de pagar su mensualidad.
Empresarios y empresas nos ayudan; don Cruz Campos nos regala el transporte a Guanacaste en sus buses; la «Casa del Pollo», «Materiales Arpe»,» Tinte La Parada», «Panadería Leandro» todos ellos se encargan de pagar el salario de un jugador; el barrio, la comunidad se vuelca cada domingo en hacer almuerzos para los jugadores; aquí casi no hay salidas; todo es para adentro, para el club», dice don Carlos.
GRAN FUTURO
Hoy, la vida quizá empieza a sonreírle al presidente de Carmelita y sus compañeros de directiva.
Adquirieron y pagaron al contado, 11 manzanas a 3 y medio kilómetros del centro de Alajuela, con un precio de ¢135 millones para construir un complejo deportivo y desde luego, como gran atracción, el estadio de Carmelita.
El presidente de la comisión que trabaja en este ambicioso proyecto, Félix Rodón, aseguró que se construirá un estadio por etapas que albergará a 52.000 espectadores y ahora sí, a Carmelita con estadio propio «no lo para nadie», dijo «Cañón».
«Vamos a pedir la ayuda de toda Costa Rica; gobiernos, embajadas, empresas, políticos, diputados, las fuerzas vivas del país, para levantar este complejo que será para toda Alajuela y un orgullo para Costa Rica.
¡Ahí vamos a ver jugar a la Selección Nacional!, sentenció González y, quién puede negar, conociendo su historia, que lo va a lograr.
Al final dice que su ciclo con Carmelita terminó pero…¿alguien lo dejará marchar, con este proyecto como gran desafío por delante?
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