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Nobel de Química 1995 Planeta es incapaz de absorber nuestros desperdicios

«La recuperación de la capa de ozono es muy lenta, pero hay que seguir trabajando duro. El reto es formidable, sobre todo si tomamos en cuenta la enorme población  de la Tierra, y que todos tienen derecho a una mejor calidad de vida y a que se desarrollen sus economías. Pero lo tenemos que hacer de una manera distinta a como lo han hecho los países desarrollados, porque este planeta no es suficientemente grande para absorber todos los desperdicios de nuestras actividades».

«La recuperación de la capa de ozono es muy lenta, pero hay que seguir trabajando duro. El reto es formidable, sobre todo si tomamos en cuenta la enorme población  de la Tierra, y que todos tienen derecho a una mejor calidad de vida y a que se desarrollen sus economías. Pero lo tenemos que hacer de una manera distinta a como lo han hecho los países desarrollados, porque este planeta no es suficientemente grande para absorber todos los desperdicios de nuestras actividades».
Según el Dr. Mario José Molina Henríquez, el trabajo debe continuar, porque hay que cuidar que se contamine la atmósfera con otros compuestos como el bromuro de metilo.


Esta fue una de las conclusiones del Premio Nobel de Química 1995, Dr. Mario José Molina Henríquez, al analizar en el Auditorio de la Ciudad de la Investigación de la Universidad de Costa Rica «El impacto global de las actividades humanas en la atmósfera». Su visita fue auspiciada por la Academia Nacional de Ciencias, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y la UCR.

Dentro del panorama de alerta que presentó este científico, de origen mexicano, citó los desafíos ambientales de la sociedad en este siglo: el agotamiento de los recursos naturales, la disposición de residuos sólidos y los problemas relacionados con la atmósfera.

Consideró que muchos de los problemas de origen local, como la deforestación y la contaminación del aire en la ciudad de México son tan frecuentes en muchas partes del mundo que ya están adquiriendo dimensión global, lo cual es sumamente preocupante, pues estamos afectando a nuestro planeta de manera muy clara.

«Si aceptamos que los cambios en la temperatura de nuestro planeta son consecuencia de las actividades humanas, podemos hacer proyecciones sobre el clima y estimar cómo aumentará la concentración de los gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera», dijo.



EFECTO INVERNADERO



Destacó que existe confusión acerca del problema del calentamiento global causado por el llamado efecto invernadero, por lo que aclaró que esta situación se debe al balance térmico de nuestro planeta.

«La Tierra se encuentra en estado estacionario, por lo que libera energía al espacio en la misma cantidad en que la recibe. Este intercambio se da por la presencia de gases invernadero, como son el vapor de agua y el dióxido de carbono, que absorben radiación en el infrarrojo. De ahí el papel tan importante que juega la atmósfera en el balance de energía», aclaró.

Explicó que el aumento de dióxido de carbono en la atmósfera es consecuencia de las actividades industriales y humanas, sobre todo por quema de combustibles fósiles, pero no todo permanece allí, ya que los océanos absorben una fracción.

Igualmente ha sucedido con el metano, que se genera en condiciones anaeróbicas y es producido por el ganado y raizales inundados. En otro orden se encuentra el óxido nitroso, cuyo aumento también se deriva del quehacer humano.

Mencionó la última evaluación del grupo internacional conocido como «Panel Intergubernamental de Cambio Climático», dada a conocer a principios de este año y que concluyó que el cambio de temperatura -con una probabilidad apreciable- es consecuencia de actividades humanas.

El Dr. Molina, al igual que los miembros de esta organización, estiman que sería muy preocupante que la temperatura de nuestro planeta cambiara varios grados en promedio, porque podría afectarse la disponibilidad de agua, la productividad agrícola, los sistemas ecológicos, y habría más inundaciones y sequías, aunque quizá se darían otros cambios positivos, debido a que ciertos países podrían mejorar su agricultura.

El investigador, junto a sus colaboradores del Instituto Tecnológico de Massachusetts,  han realizado proyecciones de cambios de temperatura plausibles en este siglo con escenarios distintos, y con la ayuda de otros profesionales también se ha tomado en cuenta la incertidumbre de la economía global.

«¿Debería o no la sociedad responder a este problema? ¿Debemos de cambiar nuestra manera de actuar como consecuencia de esto, sobre todo si tomamos en cuenta la incertidumbre que hay? No estamos seguros de cuál sea el camino que vayamos a seguir», aseguró.

Agregó que hay fuerzas motrices que son consecuencia de actividades humanas, causadas por aerosoles o partículas atmosféricas, y relacionadas con la contaminación y la calidad del aire en varias ciudades del mundo.

Recordó que en Los Ángeles se descubrió por primera vez lo que llamamos «smog», producido por ciertas emisiones, entre ellas de óxidos de nitrógeno e hidrocarburos, y que en presencia de radiación solar generan productos como el ozono, pero que en el caso de la contaminación urbana tiene el gran problema de que es tóxico, pues afecta nuestra salud, al igual que las partículas finas.

«Si juntamos estos efectos en las grandes ciudades con los derivados de otro tipo de actividades humanas como son los incendios forestales o quemas de residuos agrícolas, la contaminación es muy similar. Aunque no estamos hablando de quema de combustibles fósiles, estamos hablando de quema de biomasa, pero también se generan óxidos de nitrógeno, residuos de compuestos orgánicos volátiles y hollín o humo. Todos estos son los mismos ingredientes que contribuyen a que se degrade la calidad del aire, y si vivimos cerca de sitios donde haya estas actividades, sabemos que hay efectos en la salud muy serios», afirmó el Premio Nobel.

El Dr. Molina participó hace un año en otro estudio auspiciado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, acerca de la calidad del aire global. En él enfatizó que este problema ya no solo es local, sino que ha trascendido a nivel intercontinental.



HA CAMBIADO



El experto destacó que en México D.F., considerada como la ciudad más contaminada del mundo, han habido avances muy importantes.

Lo que sucede es que este valle rodeado de montañas y poblado por alrededor de 20 millones de personas, atrapa todo tipo de contaminantes y genera productos nocivos, como el ozono y las partículas finas.

A pesar de que la flota vehicular aparentemente tenga una edad promedio parecida a la de Los Angeles, en esa nación aproximadamente la mitad de los automóviles no tienen convertidores catalíticos.

No obstante, por medio de investigaciones recientes  se ha podido controlar varios contaminantes, como el plomo y el azufre, que produce parte de las partículas finas que tienen efectos en la salud.

Se pudieron controlar cambiando la composición de las gasolina, quitándole plomo y bajando el nivel de azufre, pero desgraciadamente el ozono y las partículas finas no han disminuido y más de la mitad de los días hay concentraciones no aceptables de estos contaminantes.

En el estudio integral y multidisciplinario se tomó en cuenta no solo la química de la atmósfera, sino aspectos económicos y sociales, que involucran problemas de transporte, movilidad, uso de la tierra, y desarrollo urbano.

Los especialistas han trabajado junto a las autoridades gubernamentales encargadas de diseñar las medidas que se deben tomar, pues tener aire limpio no solo es un lujo, sino una necesidad para atacar un problema de salud pública muy importante.

Uno de los objetivos es tener un transporte público tal que no sea necesario usar el automóvil todos los días, además de renovar la flota vehicular, el transporte de carga y los autobuses.

Molina explicó que los óxidos de nitrógeno junto con fragmentos de compuestos orgánicos e hidrocarburos -en presencia de luz solar- lo que hacen es producir ozono. O sea el efecto neto son raciones de smog que generan ozono y que se respiran, además de una serie de reacciones que también explican la formación de partículas en la atmósfera; algunas se forman allí y otras se emiten directamente como el hollín. El ozono es un compuesto muy poco estable y por eso es tóxico; no podemos respirar ante cantidades muy pequeñas.

El científico ha brindado grandes aportes en materia de química atmosférica, los cuales alertaron al mundo acerca de la destrucción de la capa de ozono por la acción de los clorofluorocarbonos.

Sus teorías además han contribuido a la preservación del hábitat terrestre, al lograr que las grandes industrias dejen de producir compuestos que dañan dicha capa.

A través del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en 1987 hubo un acuerdo internacional muy importante que se llamó el Protocolo de Montreal, que establece cómo resolver este tipo de problemas en la sociedad, y posteriormente en 1995, se tomaron medidas más fuertes y se decidió parar por completo la producción de estos compuestos en todos los países industrializados. Existía la posibilidad de que las naciones en vías de desarrollo continúen con su producción pero limitadamente, de tal manera que en la primera década de este siglo se pare también su producción.

Molina dijo que es una recuperación muy lenta, porque son tan estables que permanecen muchas décadas en el medio ambiente. Por ejemplo, los que se analizan hoy en día, fueron emitidos hace unos 20 años, por lo que hay que esperar varias décadas más antes de que baje la concentración, a tal grado que desaparezca el agujero que se ha observado en la capa de ozono en el hemisferio sur, propiamente en la Antártida.

  • Luis Fernando Cordero Mora
  • Crisol
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