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Una investigación de la Universidad de Costa Rica sobre sismicidad, detectó numerosas fallas locales en la zona sur y aclaró criterios en torno a la interacción de la placas tectónicas Cocos, Caribe y Nazca.
La zona sur está atravesada por al menos 37 fallas tectónicas locales, de las cuales siete tienen longitudes entre los 7 y los 167 kilómetros.
El descubrimiento de 30 fallas locales y nuevos detalles acerca de la relación tectónica entre las tres placas continentales (Cocos, Caribe y Nazca ) que convergen en la región sur, permiten a la comunidad científica nacional tener una mejor visión de una de las zonas más sísmicas del país.
Los nuevos conocimientos recabados en una investigación de la Universidad de Costa Rica (UCR) ayudarán a tener no solo un perfil geológico más completo de esa área, sino también contar con información básica sobre sismicidad, que coadyuve a la hora de construir cualquier infraestructura y tomar medidas de mitigación frente al impacto de eventuales sismos.
Cabe recordar que el sur del territorio nacional ha sido en los últimos años escenario de grandes movimientos tectónicos, los cuales han provocado desde agrietamientos del suelo hasta muerte de personas.
La sismicidad en dicha región es muy alta y se distribuye desde las costas de la Península de Osa, Osa y Punta Burica, hasta las estribaciones de la Cordillera de Talamanca, así como desde la frontera con Panamá, hasta el Valle de El General.
Los hallazgos geológicos, surgieron como parte del proyecto de la UCR «Correlación entre las fallas geológicas y la sismicidad superficial de Costa Rica».
Dicho trabajo fue desarrollado entre 1998 y 2001, por la geóloga Ivonne Arroyo Hidalgo, del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), bajo la dirección del geólogo Mario Fernández Arce, del Centro de Investigaciones Geofísicas de la UCR.
Con el estudio se pretende detectar las fallas que generan sismos en todo el país y reducir la vulnerabilidad de la población ante el impacto de eventuales terremotos.
Fue así como en esta primera etapa, enfocaron parte del proyecto hacia la zona sur, por ser una de las menos estudiadas y para conocer su potencial sísmico, con miras a la posible construcción del proyecto hidroeléctrico de Boruca por parte del ICE.
El análisis brindó importantes resultados; entre ellos, descubrir el verdadero comportamiento tectónico de las referidas placas. «El descubrimiento es de gran relevancia para la comunidad científica, porque da luces para entender e interpretar la compleja geología del extremo oriental del límite Cocos-Caribe, donde se juntan tres placas tectónicas», aseguran los investigadores.
NUEVOS HALLAZGOS
La zona sur ha sido escenario de grandes movimientos sísmicos en los últimos años y entre los principales destacan los de 1934 (7.6 grados) y 1941 (7.5 grados). El más reciente terremoto fue el de abril (Sábado Santo) de 1983 (7.3 grados), el cual desencadenó una serie que culminó con el de Limón, en 1991.
Para evaluar las condiciones geológicas de la región, la UCR y el ICE agregaron cinco estaciones sismológicas nuevas a las dos existentes, destinadas en conjunto a mejorar el registro de los movimientos tectónicos.
A estos equipos les sumaron los de algunas estaciones en suelo panameño de la Universidad de Panamá y de una red privada, lo que llevó a los investigadores a «obtener resultados muy precisos que han traído nuevas luces a la comunidad científica y que hacen desaparecer equívocos».
Por ejemplo, con base en la distribución de los temblores en profundidad, los expertos sabían que la placa de Cocos se introduce («subducción») con claridad bajo la Caribe, desde México hasta la parte central de Costa Rica.
Sin embargo, del centro del país hacia el sur, creían que la zona de «subducción» no estaba bien definida, en razón de que en ese segmento se da la presencia de una cordillera submarina más joven que el resto de la placa, y por lo tanto, ésta tendería más a flotar que a hundirse bajo la Caribe, debido a que la consistencia de esos materiales la hace más liviana.
Según explicó el geólogo Fernández, la zona en que las placas se friccionan al yuxtaponerse, se encuentran a distintas profundidades. En Guanacaste, esto sucede a unos 200 kilómetros de profundidad y en la parte central del país a unos 180 kilómetros. Mientras tanto, en la región sur, la «subducción» se presenta a unos 70 kilómetros.
«Esta investigación demuestra que a pesar de la existencia de tal cordillera (submarina), la placa de Cocos también penetra bajo el sureste de Costa Rica de manera normal, por lo que de ahora en adelante la configuración tectónica del margen Cocos-Caribe será vista de otra forma por la comunidad científica abocada a estudiar las zonas de subducción», afirman los geólogos.
La suposición errónea que tenían sobre ese sector, se debió a que durante muchos años carecieron de estudios y equipos sísmicos en esa área. Con la investigación, Fernández y Arroyo esperan que se generen nuevos proyectos, tendientes a ahondar sobre la evolución geológica de la región.
MÁS FALLAS
Otro resultado de la prospección, es que pudieron detectar 30 nuevas fallas tectónicas locales, que se suman a siete ya conocidas; otras podrían ser descubiertas más adelante.
Vale destacar que por su cercanía con el punto de confluencia de las placas Nazca, Cocos y Caribe (unos 50 kilómetros al sur de Punta Burica) y de la fricción entre ellas, esa región está muy llena de fracturas y fallas locales. De estas últimas, las siete más grandes oscilan entre los 7 y 167 kilómetros de longitud.
«El descubrimiento de nuevas fallas es muy relevante para la prevención y mitigación de los impactos de los sismos. El principal beneficiario es el público, quien contará con información valiosa sobre las fallas que en algún momento podrían acarrearle perjuicio a sus construcciones», al igual que entes como la Comisión Nacional de Emergencias, Instituto Nacional de Seguros y municipalidades, aseguran Arroyo y Fernández.
En el caso de la futura represa hidroeléctrica de Boruca, la información sería aplicada para construirla de manera más resistente y segura.
Respecto a la sismicidad, los investigadores calculan que los sitios con mayor ocurrencia son San Vito de Coto Brus, con un promedio de 10 por mes, y Punta Burica, con 8; ambos se encuentran en medio de fallas muy activas.
En coordinación con la Comisión Nacional de Emergencias, los geólogos Arroyo y Fernández impartirán próximamente talleres en la zona, con participación de municipalidades, vecinos e instituciones interesadas, para dar a conocer los resultados y detalles de esta investigación.
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