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Anfibios camino a la extinción

Enfermedades, cambios climáticos, especies introducidas, contaminación ambiental, radiación solar y extracción de especies, son algunos factores que han contribuido a la disminución de poblaciones de anfibios en Costa Rica y el resto de países de América Latina.

Enfermedades, cambios climáticos, especies introducidas, contaminación ambiental, radiación solar y extracción de especies, son algunos factores que han contribuido a la disminución de poblaciones de anfibios en Costa Rica y el resto de países de América Latina.
Un grupo de expertos, agrupados en la Red de Análisis sobre Anfibios Neotropicales Amenazados (RANA), se reunió recientemente en la Universidad de Costa Rica para examinar esta situación. El objetivo es promover investigaciones sobre este problema en Latinoamérica, conocer las causas, tomar medidas para detener esta disminución, y contar con una base de datos para saber cuáles son las especies afectadas. En este sentido colaboran con la Comisión para la Sobrevivencia de Especies, perteneciente a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y con el Grupo de Trabajo contra la Disminución de Poblaciones en Anfibios (DAPTF).

¿QUÉ ESTÁ OCURRIENDO?
Los anfibios atraen mucho ecoturismo, son buenos indicadores de la contaminación en el ambiente, y se alimentan de insectos voladores, ayudando así en el control de zancudos y otros bichos que transmiten enfermedades en los seres humanos. Además son importantes controladores de plagas en cultivos agrícolas.
En el mundo existen 4.700 especies de ellos, mientras que Costa Rica cuenta con unas 182 especies, o sea el 4 % del total mundial. En el territorio nacional hay tres grupos: las soldas con solda, las salamandras, y las ranas y sapos. No obstante, los únicos ejemplos de desapariciones que se conocen, apuntan a estos dos últimos.
Se reporta que en Monteverde ha desaparecido el sapo dorado y 19 especies más. En la Cordillera de Talamanca, 26 especies han sufrido grandes disminuciones en sus poblaciones o han desaparecido, y en áreas protegidas se ha experimentado la extinción de varias especies.
Según el M.Sc. Federico Bolaños, herpetólogo de la Escuela de Biología de la UCR, aunque se tienen ciertas hipótesis de las causas de este problema, en nuestro país hace falta más investigación al respecto.
Por ejemplo, se estima que el hongo Quitridios provoca una enfermedad en la piel, que ha provocado la muerte de ranas en varios sitios, y que los cambios climáticos, como el patrón de precipitaciones o lluvias pueden haber influido también.
Asimismo, se considera que especies introducidas al país como la trucha, son depredadores de los anfibios nativos, pues se alimentan de larvas y renacuajos; que el uso exagerado de pesticidas contamina el ambiente para este tipo de fauna; y que la radiación ultravioleta puede causar la muerte de los huevos o incrementar la posibilidad de una enfermedad que los extermina.
Finalmente, se cree que la extracción de estos animales para el comercio, o como mascota o alimento humano, disminuye algunas poblaciones.
Bolaños, junto al biólogo Gerardo Chaves ha venido realizando investigaciones desde principios de los años 90, sobre todo en áreas protegidas, para monitorear poblaciones de anfibios y tratar de ver si el problema continuaba o qué era lo que estaba pasando.
En este sentido, han reportado disminución o decline de especies en cinco de las ocho familias de ranas existentes, y algunas se han dejado totalmente de observar, por lo que hay una alta posibilidad de que ya estén extintas del país. (ver recuadro)

EL MÁS FAMOSO
El sapo dorado es el ejemplo más famoso del decline, y dentro de la misma familia Bufonidae, se encuentran las ranas arlequines o payaso, y el género Atelopus, que tiene tres especies consideradas como extintas.
Bolaños destacó que en Costa Rica hay especies para casi todos las formas reproductivas en   cualquier altitud en el país, y solo está ausente el desarrollo directo en zonas muy altas. Aunque en zonas bajas se han reportado problemas en pocas especies, proporcionalmente el problema se incrementa conforme aumenta la altitud.
En la familia de las ranas venenosas roja y verde, hay una especie con problemas en el país. Dentro de las ranas arborícolas, la familia Hylidae cuenta con seis especies con decline como Agalychnis annae, típica de zonas de altitud intermedia en el país. Pese a que en algunos lugares parece estar extinta, todavía en otras zonas de la Meseta Central sigue siendo muy común, ya que se dan las condiciones apropiadas para su reproducción.
Las del género Eleutherodactylus, de la familia Leptodactylidae,  que reciben el nombre de ranas de lluvia, tienen la particularidad -dentro de un punto de vista reproductivo- de que no tienen una larva que viva en el agua o sea un renacuajo acuático, y depositan los huevos en la vegetación o en el suelo en sitios húmedos, forma reproductiva llamada desarrollo directo, donde del huevo nace la rana. Sin embargo, sus formas adultas asociadas a ríos están fuertemente afectadas.
Luego están aquellas especies, cuyas larvas acuáticas se desarrollan unas en aguas en movimiento como ríos y quebradas, y otras en aguas sin movimiento como charcos, lagunas, etc. Pero existen seis especies que utilizan agua acumulada en plantas, huecos en árboles y posicionados en la vegetación.
Llama la atención que el mayor porcentaje de disminuciones ocurre en las ranas que no tienen larvas pero que sus formas adultas están relacionadas a ríos, luego las especies que se reproducen  en ríos, le siguen las que se reproducen en charcos y lagunas, y finalmente pareciera que casi no hay problemas con  las que tienen desarrollo directo en la vegetación o en el suelo, o sus larvas están en agua acumulada en la vegetación.

LAS CAUSAS
Para Bolaños, la pérdida de hábitat o la fragmentación no es lo que está causando el problema en el territorio, pero sí es preocupante que la disminución se de en sitios protegidos, donde también se habla de cambio climático, así como la deforestación.
En relación con las especies introducidas, indicó que la trucha ahora está presente desde los 1.400 metros de altura y llega hasta las montañas más altas del país. En Costa Rica no hay indicios claros de que haya afectado a los anfibios, pero sí ha tenido efecto en la distribución altitudinal de las nutrias, que antes llegaban hasta los 1.300 metros de altura y hoy se encuentran hasta en los 2.000 metros. Esto lo justifica, porque afirma que se le proveyó alimento a un mamífero acuático que dependía de los peces para su supervivencia.
No obstante, Douglas Robinson, quien fue el anterior herpetólogo de la UCR, ya hace algunos años había resaltado el problema de la trucha y el inicio de la disminución de poblaciones de anfibios. A esta situación no se le ha dado seguimiento, por lo que aún se desconoce si esta especie pudiera tener un impacto significativo.
Por otra parte, en cuanto a la recolecta masiva con miras comerciales para mascotas o en el impacto que podría haber con el uso de algunas especies de ranas como fuente alimenticia, en Costa Rica teóricamente está regulado por las leyes y se hace en forma ilegal.
Bolaños señaló que la presencia del hongo Quitridios ha sido documentada en el país, pero comentó que se requiere de más información para saber que está pasando con su incidencia.
 

  • Luis Fernando Cordero Mora
  • Crisol
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