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Elemer Bornemisza Un húngaro que vino para quedarse

En la octava entrega de Crisol de Exilios, ofrecemos una entrevista con Elemer Bornemisza , quien llegó con su familia a Costa Rica en 1950, cuando él tenía veinte años de edad.

En la octava entrega de Crisol de Exilios, ofrecemos una entrevista con Elemer Bornemisza , quien llegó con su familia a Costa Rica en 1950, cuando él tenía veinte años de edad.
Elemer Bornemisza , químico e investigador, se afincó en Costa Rica desde 1950.
Elemer Bornemisza salió de Hungría con apenas 15 años de edad y cinco años después terminó en Costa Rica, donde llegó en marzo de 1950 para quedarse.  A los cinco meses se incorporó a la Universidad de Costa Rica donde todavía permanece, pese a tener 11 años de pensionado.
En 1945 dejó, junto con su familia, su tierra natal, donde vivió su niñez y parte de su adolescencia, de las cuales casi no tiene recuerdos.  Residió cinco años como refugiado en Austria, donde inició sus estudios universitarios.

«Después de la Segunda Guerra Mundial, Hungría fue ocupada por el ejército rojo y como mi papá no simpatizaba con ellos se llevó la familia a Austria, donde caímos bajo ocupación estadounidense cuando terminó la guerra. En aquel tiempo Europa Occidental tenía catorce millones de refugiados de Europa Oriental, que era gente que escapaba de los rusos. Ya no había campo, por lo que las Naciones Unidas hicieron una organización para repatriar esta gente en el resto del mundo».
«Un día nos mandaron unos documentos preguntando si queríamos venir a Costa Rica, porque un finquero norteamericano en el sur del país – Volcán de Buenos Aires de Puntarenas-  quería expertos agrícolas, y mi papá era uno de ellos. Entonces buscamos este país en la enciclopedia más grande que encontramos y solo habían dos páginas, pero lo que decía era bueno y se decidió venir a Costa Rica, donde llegamos en marzo de 1950».
Así relata don Elemer su primer contacto con este país que -asegura- le ha dado muchas oportunidades, por lo que desde hace treinta años dedica parte de su tiempo libre al Movimiento de Guías Scout, como una forma de mostrar su agradecimiento por todo lo recibido.

DIRECTO AL CAMPUS

Cinco meses después de su llegada se vino a San José  a comenzar su vida estudiantil, gracias al apoyo de la familia del Dr. Adrián Chaverri, en aquel tiempo químico de la Fábrica Nacional de Licores, quien hizo los arreglos para incorporarlo a la Universidad de Costa Rica (UCR) para seguir los estudios de Química, iniciados en Austria.
«Mi familia en aquel tiempo tenía estrechez económica. Yo alquilaba  un cuarto por la Merced  por ¢120 al mes con todo y comida, y caminaba desde ahí hasta la Corte Suprema de Justicia, donde estaba en ese entonces la Universidad», relata.
Estaba en tercer año de la carrera, cuando  empezó a laborar en el Laboratorio de Suelos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG),  que «dirigía Gil Chaverri, hermano de Adrián, ambos profesores de la UCR, donde ganaba ¢200 mensuales».
Al año siguiente, fue incorporado a la Escuela de Química de la UCR como profesor asistente, cuyo nombramiento le fue firmado por Uladislao (Lalo) Gámez, Secretario General de la UCR, documento que todavía conserva como recuerdo.
Se graduó en 1955 como parte de la primera promoción de profesionales de química realizada en el país, con otros nueve compañeros y siguió dando clases en la UCR, tarea que hasta la fecha ejerce, pese a que se pensionó en 1991.
Actualmente forma parte, como investigador, del Centro de Investigaciones Agronómicas (CIA) de la UCR , el cual se desarrolló  a partir  del Laboratorio de Suelos del MAG que pasó a la UCR en 1959, según recordó.
Además  imparte el curso de «Química de suelos» , como parte del posgrado de Fitotecnia de la Facultad de Agronomía.
De 1959 a 1962 laboró en el IICA – Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas- en  Turrialba, donde obtuvo una beca para su doctorado en Estados Unidos, de donde regresó en 1964 para reincorporarse a dicha institución, que luego en 1969 lo envió a Perú, donde estuvo cuatro años.
Gracias a un proyecto entre el IICA y la UCR regresó al país en 1973, donde dirigió el Sistema de Estudios de Posgrado (SEP) entre 1978 y 1982, durante la administración de Fernando Durán.
En 1992, durante el gobierno de Rafael Angel Calderón Fournier  coordinó la Comisión que organizó la Academia de Ciencias, la única de Centro América y que este año cumple su primera década.

UN TICO MAS

Don Elemer aseguró que se siente como un tico y agradece que nunca fue tratado como extranjero, como sucede en otros países.
«Aquí viví mi primera Navidad de clima caliente  porque en Europa Oriental diciembre es frío, cae nieve y se usa ropa gruesa.  Este era un país totalmente  tropical que veía por primera vez, donde la vegetación era muy distinta a la de Europa, pero su gente no me resultó tan diferente».
Cuando se le pregunta por qué se quedaron en Costa Rica, responde sin titubeos que su familia se adaptó con facilidad a la forma de ser de los ticos. «Me gustó mucho el trato amistoso y las pocas diferencias sociales, el sistema democrático y el interés en la cultura, lo cual se estimulaba mucho en los años 50» .
Al cumplir sus cinco años de estadía en el país, su familia reclamó la residencia, conforme a lo establecido en las leyes de migración de ese tiempo, la cual les fue otorgada.
Mientras él se desenvolvía en el campus, su familia permanecía en la zona sur, pues era de una larga tradición agrícola. Allí en Agua Buena -cerca de la frontera con Panamá- murió su padre, Carlos Bornemisza, en 1955. Su madre falleció en 1983 también en suelo costarricense.
Elemer Bornemisza ha pasado  la mayoría del tiempo en San Pedro de Montes de Oca, donde reside en el  barrio Roosevelt, junto con su esposa Gudrun Paschka, hija de padres alemanes, pero costarricense por nacimiento, con quien procreó a Agnes, Pool, Albert y Johanes -todos graduados de la UCR- y ya tiene seis nietos.
También residen aquí sus dos hermanos, junto con sus familias, mientras su hermana vive en Estados Unidos.
Su pasión es la lectura, en especial de literatura, donde asegura no tiene preferencias, pues disfruta tanto de los autores clásicos como de los modernos, y puede leer en cuatro idiomas.

  • Lisbeth Huertas Jiménez 
  • País
World War
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