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“El instrumento más importante de lucha contra la pobreza es el diseño mismo de la política económica.”
La presidenta ejecutiva de IMAS, Silvia Lara Povedano, afirmó que la lucha contra la pobreza no es un asunto marginal, sino que debe estar en el centro mismo de la política económica.
La administración del presidente Abel Pacheco tiene un compromiso con el pueblo costarricense: sacar de la pobreza a 50 mil familias y sentar las condiciones para que la pobreza sea erradicada.
En la siguiente entrevista, realizada el pasado 9 de julio, la socióloga Silvia Lara Povedano, presidenta ejecutiva del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), explica por qué para lograr esta meta, la política económica debe tener como eje la creación de empleo y el desarrollo de una política productiva nacional.
¿Cuál es su visión del papel que debe jugar el IMAS durante la presente administración?
– No podemos definir la política institucional al margen del contexto externo. Y la primera gran preocupación es que las instituciones públicas se han ido desentendiendo de la población en condiciones de pobreza. Si Ud. sale a las zonas rurales y tiene contacto con funcionarios y funcionarias públicas, es muy común escuchar: “población pobre es población IMAS”. Es decir, que ni al Consejo Nacional de Producción (CNP), ni al Ministerio de Agricultura y Ganadería, ni al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) les corresponde atenderla, porque para eso está el IMAS. Esta es una visión que debemos erradicar absolutamente, porque con ella no vamos a reducir los niveles de pobreza de Costa Rica.
¿Cuáles son las consecuencias de esta manera de ver las cosas?
-Las instituciones públicas han producido un proceso de exclusión de la población en condiciones de pobreza, y después el mismo Estado debe buscar los mecanismos para atender a esta población excluida.
¿Cuánto hace que se comenzó con esta manera de ver las cosas?
-Yo diría que de los años 80 para acá. Porque en los años 60 y 70 había una visión mucho más articulada y estaba planteado un proyecto de país. Estaba más clara y enraizada la idea de un Estado de Bienestar, que incluso explica la reducción del nivel de pobreza de 51% a principios de los 60, a casi 25% a comienzos de los 80.
¿En qué nivel estamos ahora?
-Si medimos con lo que se llama la línea de pobreza, es decir, considerando solo los hogares que no tienen el ingreso suficiente para vivir dignamente, estamos en un 20%, pero si consideramos otras necesidades básicas insatisfechas, cerca del 38% de los hogares son pobres.
¿Y qué pasó a partir de los 80?
-Se puede ilustrar con el caso del programa de Reconversión Productiva. Se piensa en esto para asumir el proceso de apertura y globalización. Es un programa que se financia con dinero del Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (FODESAF), es decir, con los fondos de los pobres. Pero Reconversión Productiva no atiende a la población en condiciones de pobreza, porque por definición lo hace con grupos productivos económicamente rentables y con potencial exportador.
¿Y cómo se justifica esa locura?
-Ha sucedido que cuando no se cuenta con los recursos, FODESAF ha cumplido con suplirlos. Y ni el CNP ni Reconversión Productiva son para las familias pobres. Si va al INA, aunque la institución nunca tenga por definición excluir a los pobres, (porque eso nunca va a ser una política explícita), los requisitos para los cursos suponen que la población pobre no tiene acceso a éstos. Cuando piden primaria completa o secundaria completa, hay un amplio sector de la población que no tiene acceso a esto. Y los que no tienen requisitos, como el cuido de orquídeas o para hacer peluches, no pueden convertirse en generadores de ingreso para esa población.
Allí se ve cómo el Estado va produciendo una gran cantidad de exclusiones, y excluyendo a esta población. La pobreza está profundamente asociada con la discapacidad. Es muy importante la cantidad de jefes de hogar que tienen discapacidad, porque existe exclusión de las personas trabajadoras con discapacidad. Son muy pocas las empresas e instituciones públicas que las contratan.
¿Y la relación entre las mujeres y la pobreza?
-Si vemos la asociación de pobreza con las poblaciones, hay una relación muy estrecha entre pobreza y jefatura con discapacidad, entre pobreza y jefatura a cargo de adultos mayores, entre pobreza y jefatura de mujeres, y entre pobreza y hogares con niños pequeños. Ese es el perfil.
Al excluir de las posibilidades de empleo a la población con discapacidad, el país lanza a esta población a la situación de pobreza. Las dinámicas de exclusión producen pobreza y desigualdad. En el grupo de adultos mayores, se encuentran mujeres que trabajaron toda la vida como amas de casa, que nunca contribuyeron para un régimen de pensiones, y que ahora con suerte viven de una pensión del Régimen No Contributivo, es decir, de ¢14 mil, con lo cual pagan un cuarto, pero no tienen para vivir. Entonces, el hecho de que el trabajo de las mujeres históricamente no haya sido valorado, hace que no sean acreedoras de una pensión digna que les permita vivir al final de sus días.
Quiero mostrar cómo el mismo Estado produce una serie de exclusiones que luego debe resolver y apañar. Por eso erradicar la idea de que “la población pobre es población IMAS”, es fundamental si queremos avanzar.
Me imagino que Ud. ha planteado esto en el Consejo de Gobierno.
-Sí, lo he planteado. La reacción inicial es de reconocer esta situación. Ahora, el asunto es cómo se hace ese cambio. Incluso hay instituciones que no se sienten preparadas para atender a población en condiciones de pobreza, que requieren de un proceso de capacitación y entrenamiento para entender cuáles son las situaciones específicas que enfrenta esa población y cuáles son los mecanismos específicos que esa población requiere.
Es complejo. Una idea tan básica como que la población pobre es responsabilidad de todas las instituciones públicas, se vuelve compleja.
Pero esta práctica gubernamental lleva implícita la idea de que la pobreza es casi como un subproducto necesario.
-En efecto, la pobreza se ha visto como un efecto residual, como que el país y la estrategia de desarrollo van caminando, y en los márgenes produce un residuo indeseable pero inevitable. En este enfoque, el asunto es ver cómo el IMAS va atendiendo esos residuos que van cayendo como cuando se asierra una madera: los colochos van quedando a los lados, pero allí está la madera bien pulidita, y alguien –el IMAS- recoge los colochos.
Hay una visión de la pobreza como un efecto residual que además tiene un correlato geográfico, porque si se mira en el mapa, la pobreza está concentrada en las zonas fronterizas, en los dos puertos, en la franja que cruza desde Talamanca al sur, en la península de Nicoya, y hay una luna de pobreza alrededor de San José, en los precarios. En estos lugares es donde está concentrada. Es decir, que si se ve en un mapa, la pobreza se ubica en los márgenes, lo cual reafirma la visión de un efecto residual.
¿Qué puede hacer el IMAS frente a esto?
-Mi planteamiento es que, como el compromiso de don Abel es reducir el porcentaje de hogares en condiciones de pobreza, y sacar de esta a 50 mil familias que viven en extrema pobreza, eso implica pasar la lucha del margen al centro. Esta es la consigna. Esto quiere decir que en la práctica la estrategia de lucha contra la pobreza no es más que la estrategia de desarrollo centrada en la atención de la población en condiciones de pobreza. Esta lucha no puede ser un plan marginal y periférico, como ha sucedido en el pasado. En la medida que los planes respondían a una visión marginal y periférica, éstos también eran marginales y periféricos.
¿Don Abel Pacheco está consciente de que su propio discurso lo lleva a poner esta lucha en el centro de su gobierno?
-Su compromiso obliga al Consejo Económico y al Consejo Social a ubicar en el centro de la estrategia de desarrollo la lucha contra la pobreza. Él está consciente de esto.
Pero ¿cómo harán esto en lo concreto?
-Colocarla en el centro de la estrategia de desarrollo significa entender que el instrumento más importante de lucha contra la pobreza es el diseño mismo de la política económica. El resto, son políticas universales que apoyan los procesos de mediano y largo plazo, de formación del capital humano y del capital social, etc. Pero luchar contra la pobreza supone que se diseñe una política económica con objetivos explícitos, que se concretarían en la creación de empleo. El empleo es la bisagra entre las políticas sociales y las económicas, y yo insisto en que no se puede ver la política económica como complementada por la política social. Hay que combatir absolutamente esa visión. La lucha contra la pobreza se va a dar cuando se intersecten la política económica y la política social.
Si una línea fundamental de la política económica es la generación de empleo, habrá que decir empleos adónde y empleos para quién.
¿Cree Ud. que este cambio al menos se inicie en esta administración?
-Si el Plan de Lucha Contra la Pobreza no va en esa dirección, no estaríamos haciendo nada nuevo ni distinto a lo que se ha hecho en los últimos siete u ocho años.
Entonces, esto debería engarzar con temas que las administraciones anteriores -y parece que esta también-, están poniendo en el centro: la apertura comercial, los Tratados de Libre Comercio (TLC), la relación de Costa Rica con las empresas que se instalan aquí, qué sectores se van a desarrollar, si se va a dejar de sembrar papas en Cartago porque supuestamente no es rentable o si se va a apoyar la agricultura nacional.
-Exactamente. El tema es que si vamos a negociar inversión extranjera, qué tipo de inversión extranjera vamos a plantear. Porque si vamos a hacerlo para ubicarla en Liberia o en San Carlos, porque va a generar empleo para captar mano de obra local, perfecto. Pero si se está trayendo para colocar tres INTEL más, para lo cual además hay que importar mano de obra, entonces de ¿qué estamos hablando?
El asunto es que aquí debe haber un proyecto de país. Ninguna negociación es neutral, detrás de cada producto que se negocia, hay un grupo de personas. ¿A qué grupos de personas y sectores estamos apoyando o desfavoreciendo con cada proceso?
Por ejemplo, el COMEX está obligado a hacer una evaluación del impacto de los TLC. De acuerdo con la Ley de Negociaciones Comerciales, COMEX debe dar un informe que incluya el impacto de los TLC en el mercado de trabajo, en los consumidores. Pero la evaluación que hizo el COMEX del TLC con México, no incluye información fundamental, como los impactos en el mercado de trabajo y en el consumidor. Si se pregunta: ¿qué tipo de empleo ha contribuido a generar el TLC con México?, no hay información que permita tomar decisiones a la hora de negociar el próximo TLC. Si se pregunta: ¿cuáles son las empresas que se han visto beneficiadas con esa apertura?, hay una lista de 20 empresas: las encabezan INTEL y Palmatica… ¿Entonces? ¿De qué estamos hablando? ¿Se está apoyando a la pequeña y mediana empresa nacional? ¿O a cuáles? Sin ese tipo de información no podemos seguir haciendo negociaciones comerciales.
Debemos pasar al plano de formulación de las políticas. Esto supone que se formulen una política de producción y una política de empleo que plantee cuáles son los empleos que es preciso crear, de qué tipo, adónde. Y si la tendencia es que se instalen empresas de determinado tipo, entonces cómo hacemos para reconvertir la fuerza de trabajo de manera que pueda aprovechar las oportunidades. Pero tiene que haber una política de empleo porque el mercado no asigna los puestos de trabajo de una manera equitativa, solidaria y democrática.
¿Qué papel jugará el IMAS dentro de esta manera distinta de ver la lucha contra la pobreza?
-De una vez lo adelanto y lo anuncio: no es el IMAS la institución que va a lograr esto durante los próximos cuatro años. Si tomáramos todo el presupuesto del IMAS y lo distribuyéramos entre las 50 mil familias que están en extrema pobreza, de las que habla don Abel, les podríamos dar ¢10 mil mensuales a cada una. Eso ni les va a quitar el hambre ni las va a sacar de la pobreza.
El IMAS recibe menos del 7% de FODESAF. Es decir, que la plata de los pobres no la tiene el IMAS. Está en los CEN-CINAI, en los comedores escolares, en el Régimen No Contributivo de pensiones. La plata de los pobres no la tiene el IMAS. Esto es muy importante.
IMAS y programas asistenciales
El IMAS ¿continuará asistiendo a los más pobres?
-Se habla mucho de que el IMAS solo da plata, lo que se llamaba el asistencialismo. Es muy fácil hacer esta crítica cuando se tienen satisfechas las necesidades básicas. Pero en el SIPO tenemos un dato alarmante: en este momento, 26 mil familias de Costa Rica sobreviven con 15 mil colones o menos al mes. Estamos hablando de personas adultas mayores que no tienen con quién vivir, que pagan un cuarto y, si lo pagan, no comen. Hablamos de la señora que tiene sida y cinco chiquitos, y por eso nadie le da trabajo, y que si el IMAS no les da la plata, se mueren. De gente que no puede pagar alquiler y les ponen las cosas en la calle, gente que no puede pagar el agua, la luz. Eso es parte de la necesaria existencia de una red de protección social, que no hay en países como Nicaragua, Honduras o Guatemala, y que cuando sobreviene una hambruna no hay una red que apañe estos casos. Si hubiera una hambruna en Costa Rica, el IMAS apaña a las personas afectadas y no se mueren de hambre. Por eso una función principalísima del IMAS es continuar fortaleciendo esa red de protección social. Es más, el IMAS debería ir creando un fondo para que cuando sobrevenga una emergencia, esta red no se agote a los tres meses.
La otra función muy importante del IMAS es la de puente entre las personas pobres y las políticas universales y las oportunidades. Porque hay población en condiciones de pobreza tan severa, o que ha vivido tan excluida y marginada, que aun cuando allí están los EBAIS y las escuelas, no hallan cómo acercarse, cómo matricular a los hijos. El IMAS debe hacer el puente para colocar a esas personas en posibilidad de disfrutar de las políticas universales.
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