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Un estudio de la asesora parlamentaria en salud pública, Yalena de la Cruz, recoge una serie de informaciones y datos entorno a la polémica por los productos modificados genéticamente (OMG).
Algunos OMG llegan a la mesa del consumidor en su forma natural, como tomates o papas.
«Alimentos transgénicos: un problema de salud pública» es un documento que resume las diferentes posiciones que se manejan en torno a los productos modificados genéticamente, realizado por la asesora parlamentaria en salud pública, Yalena De la Cruz.
Para De la Cruz la discusión sobre ventajas y desventajas del consumo de organismos modificados genéticamente (OMG) es un tema actual en círculos no sólo académicos, sino de las organizaciones de la sociedad civil.
«En nuestro país la discusión está ausente, mientras que los problemas y dudas de fondo están presentes», señala De la Cruz en el estudio.
Agrega » al margen del debate hay un hecho ineludible: como parte de los derechos del consumidor, los productos transgénicos deberían estar claramente etiquetados y, si es posible, colocados en los supermercados en estantes separados de los no transgénicos.»
A continuación una síntesis de algunos datos que recoge la autora de diversas fuentes.
Un transgénico es un organismo manipulado genéticamente en laboratorios, que además de su patrimonio genético natural, poseen genes de otros organismos. El gen que se introduce puede ser de otra especie o incluso de otro reino (animal, vegetal, hongos, microorganismos)
Los alimentos de este tipo se pueden clasificar en dos grupos: los OMG que llegan a la mesa del consumidor en su forma original, como tomates, papas, yogures, etc.; y los que son utilizados como materia prima para elaborar otros alimentos.
A través de la biotecnología o la ingeniería genética, se han desarrollado un conjunto de técnicas que permiten manipular el ADN y transferir genes de un organismo a otro.
Para saber si la biotecnología es un instrumento seguro, hay que preguntarse: ¿cuánto sabe la genética del funcionamiento de las células y del material genético que está contenido en ellas?
Cualquier persona con conocimientos de genética dirá que en realidad tan sólo se conoce para qué sirve el 10% del ADN de un ser vivo. El 90% del ADN está ahí, pero no se sabe exactamente cómo funciona.
A este limitado conocimiento se une lo burdo de esta tecnología que se basa esencialmente en cortar y pegar trozos de ADN que contienen genes, pero también otras secuencias.
En el caso de las semillas transgénicas, una cosa es lo que pasa en el laboratorio en condiciones muy controladas y otra las reacciones imprevistas que se pueden desencadenar en el campo de cultivo.
Hasta ahora, la ciencia no es capaz de predecir los riesgos y los impactos que puede producir la liberación al ambiente de los OMG, sobre la biodiversidad, la salud humana y animal, el ambiente, ni los sistemas productivos o la seguridad alimentaria.
Hay dos razones para ser cautelosos con los alimentos transgénicos: un potencial peligro para la salud humana y para la biodiversidad, que es la posición de científicos y grupos ambientalistas.
Por otro lado, los defensores de estos productos alegan que estos han pasado por estrictos controles y que no se ha probado que afecte la salud humana ni la biodiversidad, por lo que son totalmente seguros.
A pesar del debate sobre pros y contras, algunos países principalmente de la Unión Europea, cada vez exigen mayores controles sobre producción y consumo de estos productos y una identificación clara de los OMG como parte del derecho de los consumidores a elegir libremente.
Sobre la producción de OMG en 2000, solamente tres países, Estados Unidos, Argentina y Canadá, fueron responsables del 98% del área plantada con OMG.
Entre 1996 y 1997 se realizaron en el mundo cerca de 10 mil pruebas de modificación genética en plantas. En los últimos diez años alrededor de la mitad de los ensayos se relacionan con la tolerancia a herbicidas de amplio espectro, y casi un 90% ha sido realizado por grandes compañías químicas.
Se calcula que se comercializan cerca de 70 alimentos transgénicos en todo el mundo y que hay más de 300 alimentos en las fases de experimentación o las primeras de comercialización.
Entre las polémicas desatas alrededor de los OMG, se ha denunciado que el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas no cuenta con una política clara frente al tema, por lo que este órgano se ha convertido en una herramienta para la introducción ilegítima de OMG a través de la ayuda alimentaria de alimentos que han sido rechazados por los principales mercado de Europa y Asia.
RECOMENDACIONES
Entre las recomendaciones que señala el trabajo de De la Cruz, está el etiquetado obligatorio de OMG. Así como el Ministerio de Salud debe dar directrices a los importadores de maíz y otras materias primas, se debería advertir a los consumidores de los derivados transgénicos y no financiar con fondos públicos la investigación que presente riesgos ambientales.
OMG en Costa Rica
En mayo de este año se realizó en Canadá la trigésima reunión del Comité del Codex, sobre etiquetado de los alimentos.
Esta reunión es un foro para que los países presenten sus comentarios respecto a las recomendaciones para el etiquetado de los alimentos obtenidos por medio de ciertas tecnologías de modificación genética.
Considerando que Costa Rica es miembro del Codex Alimentarius, organismo que se encarga de regular el etiquetado de alimentos y facilitar prácticas justas de comercio, se realizó el 24 de abril el foro nacional «Tendencias mundiales sobre el etiquetado de los alimentos obtenidos por medio de ciertas tecnologías de modificación genética».
Este fue organizado por la Oficina Nacional de Normas y Unidades de Medida (ONNUM), la Comisión Coordinadora del Codex de Costa Rica y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
En este foro participaron representantes de diversos sectores como la Escuela de Biología, Centro de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Alimentos, Cámara de Exportadores, Cámara de la Industria Alimentaria, AMBIO, Federación Nacional de Consumidores (FENASCO) y los ministerios de Salud, Agricultura y Ganadería y el de Economía, Industria y Comercio.
Entre las principales conclusiones del Foro se destacó la necesidad de apoyar el etiquetado obligatorio en el caso de OMG, sobre su composición, valor nutritivo o intención de uso.
También se concluyó que no hay viabilidad económica en el país que permita certificar la presencia o ausencia de organismos modificados genéticamente, en los alimentos preenvasados, debido al costo de implementar laboratorios de certificación.
Además se identificaron otras alternativas menos distorsionantes al comercio, como elaborar campañas de divulgación e información a los consumidores sobre estos temas, así como apoyar propuestas sobre sistemas de etiquetado voluntario, como los usadas en otros países.
Por otro lado, cabe resaltar que el investigador de la Universidad Las Tunas, de Cuba, Luis Antonio Barranco, científico que visita la UCR, impartirá la charla «Biotecnología de plantas en Cuba» el miércoles 24 de julio a las 4 p.m. en el Auditorio de Agronomía.
Este documento no posee notas.