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Nueva narrativa centroamericana

Ernesto Cardenal.

Ernesto Cardenal.
El doctor alemán  Werner Mackenback, especialista en literatura centroamericana y en historia, fue invitado por la Maestría en Literatura y el Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericana (CIICLA) de la Universidad de Costa Rica, mediante el programa alemán de intercambio académica (DAAD), para realizar una investigación e impartir lecciones.
Además de sus clases en la Maestría de Literatura de la Universidad de Costa Rica, lo hará en el doctorado Sociedad y Cultura en la Universidad Nacional, con el curso “Construcción de identidades individuales y colectivas en la literatura centroamericana contemporánea.”
Como especialista en narrativa contemporánea centroamericana, conversamos con él acerca del estado actual de las letras en nuestros países, tema que cada vez cobra más importancia en la región y fuera de ella.
Por otra parte con el CIICLA iniciará un proyecto para una futura historia de las literaturas centroamericanas. Se trata de una aventura pionera que aspira a perfilar e integrar el trabajo de los autores en la región.
 
¿Qué impulsa el interés por este tipo de investigación?
 
Hay un vacío en la publicación científica sobre la región. Existen algunas historias nacionales, pero no un estudio comparado serio que las abarque. No sabemos sobre las condiciones de producción actual y anteriormente. Tampoco se sabe quiénes eran los lectores, en los dos siglos anteriores, ni su relación con los autores, en fin muchos estudios para poder completar esta historia.
Queremos crear una red que una los intereses de países de Europa, Estados Unidos y la región, con entidades como el Congreso de Literatura Centroamericana (CILCA) que se realiza anualmente.
Como ve, se trata de un proyecto ambicioso, pero soy optimista de que podamos hacerlo en un plazo de cinco años.
 
¿Cómo se inicia su interés por Centroamérica?
 
Al igual que muchos otros en Europa, me interesé en los años 80, con los procesos políticos y sociales en la región. Luego estudié más a fondo la historia reciente de Nicaragua. Había pocos estudios serios acerca de las raíces intelectuales, filosóficas, de esos procesos. Me gradué en Filosofía y Ciencias Sociales con un trabajo sobre el pensamiento político de Carlos Fonseca Amador, el fundador del Frente Sandinista.
En los últimos siete años me he dedicado por completo a la literatura centroamericana. Luego viajé a Nicaragua donde realicé estudios con la UCA, sobre nueva narrativa y el cuento contemporáneo, lo cual fue importante como compilación de mucho material disperso y nuevo. Esto permitió acercarnos a autores jóvenes como Jacinta Escudos, Juan Sovalbarro, Fernando Contreras, Rafael Menjívar, entre otros.
Creo que la narrativa centroamericana ha ganado mucho prestigio en los años 90; y hay nuevas voces que cobran importancia.
Hasta los años 80 el discurso literario fue dominado por el discurso testimonial.
 
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez decía que la literatura centroamericana era vista en otras latitudes dentro de la literatura del Caribe ¿Cómo es esa percepción en Europa?
 
Quizás es más desilusionante, se sabe muy poco. No se sabe qué es Centroamérica realmente. Esto hace que se vea como la obra de algunos autores y no como de la región. Estos son Ernesto Cardenal, Gioconda Belli, Rubén Darío que es percibido como un autor universal y Miguel Angel Asturias, quien es más centroamericano para los europeos, lo demás se ve sin diferencias sino como una cosa homogénea, que no es.
 
Los estudios realizados en Europa contemplan las distintas etapas de la literatura centroamericana a lo largo del siglo XX o se la ve como algo exótico.
 
Más bien como algo exótico. Durante mucho años fui el único profesor que impartió clases de literatura centroamericana en la Universidad de Francfurt. En general en los estudios literarios latinoamericanistas en Alemania Centroamérica no estaba presente. Es diferente en economía, sociología y política principalmente, pero en literatura somos tres o cuatro los que nos ocupamos de eso.
 
Pero algunos autores han sido traducidos al alemán.
 
Sí. Como Gioconda Belli, el poeta Roberto Sosa, Manlio Argueta, Ernesto Cardenal, poco de Sergio Ramírez, recientemente Tatiana Lobo. Pero otro problema es que algunas traducciones no son muy buenas por el mismo desconocimiento.
 
¿Cómo recibe el público alemán esta literatura?
 
Es difícil todavía, hay que promoverla. Al inicio era una recepción más política, pero ahora es diferente. El más reciente de Gioconda Belli ha tenido mejor acogida. No hay una percepción de la literatura centroamericana como tal.
 
¿Considera usted que existe realmente esa tal literatura?
 
Eso es algo importante y es precisamente a lo que apunta este proyecto que queremos desarrollar aquí. Creo que hay vasos comunicantes, rasgos comunes, pero definitivamente hablamos de literaturas por sus diferencias tan importantes. Creo que depende de los mismos centroamericanos si quieren realmente una unidad en sus producciones culturales. Desde la independencia siempre hubo tendencias regionales y no solamente nacionales. Por ejemplo en los años 80 el discurso testimonial fue una tendencia común.
Por ahora hablamos de un proceso que se da después de los movimientos políticos, pero no es homogéneo. Tampoco podemos decir que es de diversificación, sino que no se sabe para dónde va. Hay una gran gama de expresiones que no se limitan a fronteras nacionales, sino que hay temas, tendencias y preocupaciones que valen para cualquiera de estas sociedades, como el tema de la violencia. Esto es más claro en la narrativa, donde además aparecen formas más experimentales.
 
En los 90 parece haberse dado un repunte de la novela histórica, posiblemente vinculado al tema de los 500 años de la llegada de los europeos a América.
 
Sí. Es una de las tendencias más importantes en la narrativa contemporánea latinoamericana, la nueva novela histórica. En este caso la literatura centroamericana se inscribe en un fenómeno más amplio, con ciertos rasgos particulares. Hay una tendencia a contar la historia desde abajo y desde los márgenes, hasta llegar a un punto en que se dice que ya no se puede reconstruir la historia, ni siquiera desde esos márgenes, sino que son siempre historias parciales. Por ejemplo en Costa Rica Tatiana Lobo, quien ya publicó tres novelas dentro de esta tendencia. Todo esto indica que hay ciertos intereses y rasgos comunes, pero lo importante es hasta qué punto llegan estas semejanzas para realmente diferenciar a Centroamérica de otras regiones, literariamente hablando. Por eso es tan necesario hacer estudios comparados.
 
Con Rafael Menjívar hablábamos acerca de una literatura de la diáspora, es decir de quienes tuvieron que migrar a otros países.
 
Es obvio que hay una literatura de migración, dentro y fuera de Centroamérica que también se refiere a su país, a veces con rabia, como el salvadoreño Castellanos Moya. Ese es un aspecto importante, porque no se trata de lo que se escribe solamente en los siete países del istmo, sino que también la que se escribe fuera.
Hay un caso similar con Cuba, la literatura del exilio.
También se dan muchas influencias de sus países vecinos o de aquellos en que son acogidos.
 
Un tema importante que es recurrente es el tema de la familia que se separa, que de alguna forma es una metáfora de lo que ocurre en la sociedad.
 
Sí. Se cuestiona mucho el papel de la familia y de la madre inclusive. Como en unos cuentos recientes de Jacinta Escudos. Esto llama la atención porque la madre siempre jugó un papel muy importante como ente integrador. Se están comenzando a cuestionar estas instancias tradicionales muy importantes para la identificación de los centroamericanos consigo mismos. Un amigo australiano al referirse a la literatura latinoamericana, llamó el ocaso del nacionalismo. Este fenómeno literario, que no social y económico, es claro pero no sé para dónde va. Pero es definitivo que hay un auge en la narrativa de la región.
 
Los centroamericanos desgraciadamente sabemos poco de lo que se escribe en otros países, por ejemplo en Honduras…
 
Recientemente leí uno cuentos como de Roberto Castillo, uno que se llama “Anita la cazadora de insectos”, que trabaja con el trauma familiar, porque es una niña que pese a ser modelo de pronto lo demás la ven como enloquecida. Esto también marca las diferencias de la tradición.
Otra autor muy importante es Julio Escoto, quien también ha trabajado la novela histórica.
A veces la única forma es buscarlos en suplementos o revistas.
 
Parece que la comunicación entre nuestros países es muy frágil y escasa.
 
Hemos realizado algunos congresos y encuentros, pero es necesario que exista una publicación regional. No existen canales o medios establecidos para un intercambio continuo entre escritores y críticos en la región.
 

  • Manuel Bermúdez 
  • Forja
Carlos Fonseca AmadorGermanySandinismViolence
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