Abrir Noticia Guardar

Uruguay Buscan evitar desplome financiero

Estados Unidos decidió acudir a fondos especiales para mantener a flote la economía uruguaya, mientras se esperaba la aprobación de una ley especial para evitar la caída del sistema bancario.

Estados Unidos decidió acudir a fondos especiales para mantener a flote la economía uruguaya, mientras se esperaba la aprobación de una ley especial para evitar la caída del sistema bancario.
El nuevo ministro de economía Utchugaray.
No hay buenas noticias. La economía de América Latina y el Caribe va a caer un 0,8% este año, de acuerdo con las previsiones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) la semana pasada, luego de haber permanecido estancada el 2001, con un crecimiento de apenas 0,3%.
El desempleo superará los 9%, porcentaje que representa un nuevo máximo. «La recesión iniciada a fines de 2001 se agudizó en los tres primeros meses de 2002, con una reducción superior al 3% del producto interno bruto (PIB) regional», señaló la CEPAL.
De acuerdo con el documento, las perspectivas de la región son «decepcionantes» y la desaceleración económica, con su consecuente retroceso en el producto por habitante, afecta a diversos países, Uruguay entre ellos, completando una nueva «media década» perdida, después de la década completa que se perdió en los  años 80. «Desde la primera mitad del decenio de 1980 no se registraba una situación tan adversa», advierte la CEPAL. Esa fue la época de la primera crisis de la deuda, cuando el producto creció menos de 3% en cinco años y el producto por habitante mostró una caída del 7%. La nueva crisis podría ser tanto o más grave, en la medida en que encuentra a los países de la región debilitados por la pérdida de los activos públicos, por la polarización social y el agravamiento de la pobreza. «No deja de ser inquietante la posibilidad de que, más allá de la situación coyuntural, se instale en la región un clima económico de bajo crecimiento, deterioradas condiciones internas y precarias perspectivas futuras», advirtió la CEPAL.

AGOTAMIENTO DEL MODELO

El informe de la CEPAL muestra que, lejos de una situación coyuntural, América Latina vive lo que el propio presidente de Argentina calificó en su oportunidad como el agotamiento del modelo basado en una atracción de inversiones de capitales ávidos por la posibilidad de hacerse de los activos nacionales y que, a la larga, transformaron la mayor parte de nuestras economías en exportadoras de capitales, con altos déficit en cuenta corriente y fiscal, consecuencia de un proceso de apertura que relegó el mercado nacional a una situación muy desmedrada.
Uruguay fue incluido por la CEPAL en el grupo de países en el que el PIB caerá este año, acompañado de Argentina, Paraguay y Venezuela. Pero integra también otro grupo con señales alarmantes: el de aquellos que vieron contraerse notablemente las inversiones, en los primeros meses de este año. Superado solo por Argentina, donde éstas cayeron un 46%, Uruguay sufrió una baja del 34%; seguidos, de lejos, por Brasil (-8.4%), Colombia (-6%), Perú (-3.5%), Chile (-2%) y México (-1%).
El PIB de Uruguay cayó poco más de 10% en el primer trimestre de este año, en comparación con el mismo período del año pasado, de acuerdo con estimaciones oficiales del país. La caída fue mayor que la prevista, pues el gobierno la había estimado inicialmente en 7,5%.
La demanda total, interna y externa, disminuyó un 15% en ese período. Las exportaciones de bienes y servicios disminuyeron un 24%, incluido el turismo. La caída fue mayor en el sector privado que en el público.
La inversión y el consumo privados disminuyeron en 27,3% y 9,7%, respectivamente, mientras que los públicos lo hicieron en 21,2% y 3,7%.
En medios financieros internacionales se repite la consigna de que se trata de una crisis por contagio, apoyada por Washington, que insiste en distinguir lo que ocurre en Brasil y Uruguay -donde, según su criterio, se aplican políticas económicas «correctas»-y lo de Argentina, a la que no ahorran adjetivos, para descalificar a sus gobiernos y autoridades económicas. El polémico Secretario del Tesoro, Paul O’Neill, que esta semana realiza una gira por Brasil, Argentina y Uruguay, dijo que los argentinos no habían exportado nunca nada que valiera la pena y, a pesar de que, en algún momento, comparó la situación de los tres países, luego rectificó, para enfatizar solo en la incapacidad de Argentina en ofrecer un proyecto viable de solución a la crisis.
El problema uruguayo, en todo caso, va mucho más allá de las repercusiones de la crisis argentina, aunque, ciertamente, tiene una influencia importante.
El economista uruguayo Carlos Viera afirmó recientemente que lo de su país era el resultado de lo que calificó de «fundamentalismo neoliberal».
«Desde enero de 1999, cuando Brasil, el principal socio comercial uruguayo, que concentraba el 35 % del intercambio de bienes, devaluó su moneda, se ha reclamado al gobierno de coalición un cambio de rumbo antes de tener que afrontar consecuencias traumáticas sobre la economía uruguaya. Pero con más apoyo ideológico que real, se siguió sosteniendo lo insostenible», señaló.
El objetivo del modelo era la estabilidad, con ella vendría el crecimiento y todo eso, aliado al libre mercado, promovería el bienestar colectivo. El resultado, como en todas partes, es muy distinto, con un crecimiento del desempleo y la pobreza y la agudización de los desequilibrios en la cuenta corriente y en el gasto fiscal, además de un crecimiento imparable de la deuda. «No sin antes infligir un gran daño, terminó agotado este esquema económico simplificador, basado casi exclusivamente en la fijación de un precio bajo para el dólar y el equilibrio de las finanzas públicas», destacó el economista.

CRISIS FINANCIERA

Con la debacle argentina, este esquema se vio sometido a nuevas presiones. El sistema bancario sufrió una sangría de unos $40 millones diarios, el mes pasado. El resultado fue que el 30 de julio pasado el gobierno decretó feriado bancario, que duró el resto de la semana. El 5 de agosto los bancos abrieron, luego de un inusual préstamo puente de Estados Unidos, mientras se esperaban los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI); de la aprobación, a toda máquina, durante el fin de semana, de una ley de fortalecimiento de la banca, y, finalmente, del otorgamiento de $1,5 mil millones en fondos frescos por los organismos financieros internacionales. Pero la ley no deja de causar polémica, por su intención de privatizar lo que queda de la banca estatal y entregar el control de los nuevos recursos a la banca privatizada.
El mismo lunes, un día después de aprobarse la ley, los argentinos hacían fila para volar a Montevideo y sacar sus depósitos de la banca uruguaya, donde habían ido a buscar refugio al comenzar la crisis en su propio país. A un ritmo de $40 millones diarios, los $1,5 mil millones durarían poco más de un mes. Hay que recordar que, en junio pasado, Uruguay ya había recibido tres mil millones de los organismos financieros internacionales, sin que estos recursos fueran suficientes para detener la hemorragia en la banca.
Ahora comenzaron los saqueos, que el gobierno atribuye a grupos organizados interesados en desestabilizar el país, mientras los medios locales muestran las imágenes de los niños de escuela recogiendo comida en los basureros para hacer un puré con hojas de zacate.
 

  • Gilberto Lopes 
  • Mundo
Notas

Este documento no posee notas.