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Mientras muchos sectores médicos defienden el uso indiscriminado de la terapia de sustitución hormonal, otros advierten que los riesgos son más altos que los beneficios.
Las mujeres en el período de la menopausia deben informarse acerca de todo lo que implican los tratamientos que se les recetan.
El mito del envejecimiento ha perseguido incansablemente a la mujer. Ya sea fomentado por la sociedad o en los mínimos casos por ellas mismas, a su viejo fantasma se suma otro «la Terapia de Sustitución Hormonal».
Este llega cuando la mujer entra en el proceso de menopausia y el descenso en los niveles de hormonas hacen que el envejecimiento del cuerpo se acelere.
Durante seis décadas, los médicos han instado a las mujeres a comenzar una terapia de restauración hormonal con Progestín y Estrógenos para aliviar los síntomas y proteger la salud. Esto al acercarse la menopausia (y velar como una enfermedad).
Cabe recordar que cuando la mujer experimenta una serie de cambios seguidos de una pérdida de hormonas se encuentra en el período de la perimenopausia; luego deja de menstruar y entra en la menopausia. Un año después de no reglar, se considera que la mujer transita la posmenopausia.
Esta época de cambios implica para ellas no sólo variantes físicas sino que trae calores, insomnios, cambios de carácter y para muchas el desarrollo de enfermedades como la osteoporosis.
Es aquí dónde surgen divergencias: unos consideran que la terapia de sustitución hormonal, además de necesaria para aminorar los síntomas, es la mejor alternativa para las mujeres que se acercan a este periodo. Sin embargo el estudio Hers, publicado en 1990, determina que esta opción podría ser peor la medicina que la supuesta enfermedad.
Desde 1942 la FDA (Federal Drug Administration, agencia encargada en Estados Unidos de aprobar el uso de los diversos medicamentos) aprobó el uso de estrógenos para aliviar los síntomas de la menopausia. Para 1965, el Dr. Robert Wilson, autor del libro «Femenina por siempre», afirmaba «Mamas y órganos genitales no envejecerán. Será mucho más agradable vivir con estas mujeres y no se harán sosas y poco atractivas».
Pero más que la apariencia física, lo que interesa hoy es que las mujeres en esta edad conozcan las alternativas de tratamiento y tengan una verdadera calidad de vida, en primera instancia por su salud física y espiritual.
LAS OPCIONES
Al considerarse que los estrógenos conjugados protegían contra el cáncer de útero y la osteoporosis, su popularidad aumentó. Por ejemplo, en 1975 en Estados Unidos era la quinta medicina más recetada.
En 1990 el panorama cambió cuando el estudio conocido como «de las enfermeras» reportó un incremento en el riesgo de padecer cáncer de mama, además de que no comprobó beneficios en el área cardiovascular.
Existen varias clases de tratamiento, por ejemplo, el de estrógenos conjugados (que incluye estrógenos más progesterona, o bien estrógenos sintéticos más estrógenos de yegua embarazada; y otra modalidad es el de estrógenos sin progesterona.
Consultado sobre el tema el ginecólogo Emilio Araya, dijo que la investigación de las enfermeras se realizó basándose en estrógenos conjugados. «El resultado del estudio con estrógenos simples finalizará en 2005. Pero las mujeres deben saber que sí existen alternativas de tratamiento. Sin embargo, en la Caja Costarricense del Seguro Social solo se recetan los conjugados».
Tan solo en los últimos 12 meses, la CCSS ha recetado 10.653.872 de estrógenos conjugados, y de tabletas de Medoxi progesterona 4.550.220.
El Instituto Nacional de la Salud (NIH) determinó paradójicamente que en el caso de los conjugado,s el tratamiento producía varias de las dolencias que pretendía prevenir. Había un 41% de aumento en el riesgo de derrames, un 29% de aumento en la posibilidad de sufrir infartos, el doble de riesgo de sufrir trombosis y un 26% de aumento en las posibilidades de desarrollar cáncer de mama. Por el otro lado se encontró un 37% de reducción de cáncer de colon y la mitad de fracturas de cadera.
Luego de la publicación del estudio, la compañía Wayth (fabricante de Premarin, uno de los productos más recetados) inició una campaña para salvar la venta de estrógenos: envió cartas a más de 500.000 médicos, pero sus acciones en la Bolsa de Valores bajaron un 24%. La compañía ocupaba el segundo lugar en venta de medicamentos en los Estados Unidos.
Se considera que muy pronto el estudio Woman’s Health Initiative (WHI) brindará los resultados para el otro tipo de estrógenos.
En Costa Rica, algunas organizaciones como el Centro Árbol de la Vida y la Asociación de Mujeres en Salud (AMES) han dado su lucha para divulgar estos datos, e incluso han realizado talleres como el del pasado 14 de agosto en el Centro Cultural de México.
Una de sus expositoras fue la Dra. Leda Trejos, quien afirmó que «este tratamiento se comenzó a recetar a diestra y siniestra sin que se hubiera comprobado que servía para todo lo que se creía. Lo mismo pasa con la testosterona para hombres. Generalmente las prácticas médicas se adelantan a la ciencia, y la medicina alopática tiende a patologizar todo».
Lo primero es que no se debe abordar la menopausia como una enfermedad. Además, que los síntomas se deben ver como claves para determinar lo que pasa en el nivel físico y espiritual. Ellas deben preguntar a los médicos, cuestionarse e informarse, ya que esto contribuye significativamente al proceso de sanar.
Se recomienda un estilo de vida sano, en que ella se tome su tiempo para vivir. Dejar de fumar y no consumir alcohol, grasas saturadas ni cafeína; tener una dieta con alto contenido de verduras y frutas, aumentar el consumo de fitoestrógenos (plantas que contienen estrógenos naturales como linaza o soya), evitar preservantes y alimentos procesados, hacer ejercicio regularmente, además de evitar el estrés.
Por su lado el Doctor Emilio Araya afirmó que «El tratamiento para una mujer en la menopausia debe ser integral, no solo se trata con medicamentos, debe haber psicoterapia, tratamiento en grupo y opciones en la medicina alternativa».
Hoy se clama por mayor rigurosidad científica, pero también porque las mujeres se enteren del proceso que viven, se informen y lo más importante: sepan que en esta etapa de su vida deben encontrar una respuesta integral.
Cada una, según su caso, debe hallar su propia respuesta.
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