Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Decía un parroquiano, que cuando el sol se esconde tapa las maldades del día. Sin embargo, otro contrario al anterior, consideraba que la oscuridad de la noche era aprovechada por los inescrupulosos para actuar solapadamente en perjuicio de la sociedad.
Hoy día ya no importa la claridad del día o la oscuridad silenciosa de la noche, para que notemos cotidianamente cuánto ha progresado y se ha desarrollado en forma negativa el ser humano para convertirse en un intelectual o profesional con sus actos de corrupción en perjuicio de la sociedad civil de este país y del orbe.
No estamos refiriéndonos al corrupto de rutina el cual está sumergido en los delitos de toda clase, o del narcotraficante común o bien del agresor; entre otros tantos delitos que agobian a cada instante nuestro alicaído país. Todo ello desde luego como consecuencia de la pérdida de valores resultado de una descomposición social en todos sus estratos.
En la convivencia humana las personas de acuerdo a ciertos estímulos e impulsos producto de la motivación, que ante una situación determinada, vinculan sus experiencias pasadas con las actuales, lo que permite definir su comportamiento.
En la era en que vivimos ya no se habla de valores, éstos han quedado rezagados, que sustituidos por los antivalores, surge una nueva corriente, conceptualización o transformación de esos mismos valores.
En su concepción propia podemos definir los «valores» como el grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o placer. Corresponden a la esfera del valer y se manifiestan por no ser indiferentes, pero sí dependientes ante las cosas y objetos.
Los valores pueden aparecer como cualidades e ideales de las cosas; además se pueden clasificar en forma de jerarquía, lo que de alguna forma podemos decir que entre los valores mismos, no existe o no debe existir indiferencia alguna, por el contrario deben manifestarse dentro de un orden jerárquico.
Dentro de la evolución del hombre como resultado de factores tanto endógenos como exógenos, un antivalor que más ha calado dentro de nuestra sociedad es la «Indiferencia» la cual se expresa por sí sola en la relación de: «Un resentimiento de las clases marginadas en contra de la indiferencia de las clases privilegiadas». O como dice mi mamá, tras de que matan van a la vela y a sabiendas de sus cosas, más bien las reímos.
Cuando hablamos de indiferencia pareciera que la misma se da en forma recíproca, al pretender ser tomados en consideración sin dar nada a cambio queremos ocupar un lugar en el espacio sin compartirlo o sin importar quién lo esté ocupando. Esa es la fórmula que hoy día todos aplicamos con el propósito de buscar un beneficio personal por encima del beneficio de la colectividad.
La recuperación de nuestros más arraigados valores y principios que han hecho grande a nuestro país y en particular nuestra Universidad, así como el comportamiento y la conducta hacia la ética y la moral de cara a nuestro trabajo universitario, debe ser el valuarte que nos debe guiar. Cómo se sobreponen intereses personales a intereses institucionales
No debemos tener una doble cara, debemos tener una conducta de una acción humana, en la cual el hombre debe decidir entre el bien y el mal tomando en cuenta su propia inteligencia y conocimientos.
Miembro del Consejo Universitario, Representante de los Colegios Profesionales.
Este documento no posee notas.