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Puede ocurrir en medio de una fiesta de amigos, con una burla o comentario descalificativo, o a solas, decidiendo e interviniendo en la vida del otro y aún más allá, utilizando la agresión física. En estos y otros casos “la presencia del poder es lo que legitima la práctica de la violencia manifestándose en formas diferentes de acuerdo con los cambios de la dinámica de ese poder”.
Sin embargo, añade el antropólogo Rodrigo Vargas Ruiz: “el problema no es tener más poder, sino abusar de él, ejercerlo sobre y contra el derecho que tiene toda persona de crecer en libertad con respecto a su integridad”.
Tradicionalmente, al hablar de violencia de pareja, se piensa en la pareja heterosexual. Esta es la diferencia y el aporte de la investigación “Pétalos y Espinas: Hombres Gays, relaciones de pareja y violencia”, realizada por Vargas Ruiz para optar por el grado de Magister Scientiae en Antropología, de la Universidad de Costa Rica.
En su estudio, el primero en este campo en Costa Rica, analiza las dinámicas de las relaciones de pareja entre hombres gays y caracteriza las expresiones y sentidos de la violencia que se dan en estas relaciones.
La población en estudio estuvo conformada por hombres que estaban en una relación de pareja en ese momento y se centró en la Gran Área Metropolitana de San José, ya que si el 60% de los costarricenses se concentran en esta zona, se puede concluir que la mayor parte de los gays también se agrupan aquí, plantea el profesional.
El estudio, de carácter cualitativo, se llevó a cabo en dos etapas. En la primera se hicieron entrevistas de profundidad a cuatro parejas gays. En la segunda se realizaron grupos focales que incluyeron a nueve personas que no habían participado en la primera fase, con el propósito de llegar a la mayor cantidad de población posible y obtener así diferentes visiones.
HISTORIAS DE VIDA
En términos generales los padres de los entrevistados han estado ausentes en sus vidas desde que eran niños, “por lo que la relación con sus madres se vio intensificada y se generó una gran dependencia afectiva y emocional de ellas”.
No obstante, eran principalmente ellas las que castigaban física y psicológicamente y pese a que los entrevistados dicen que hubo justicia al ser castigados, “se generaron resentimientos de los cuales no pudieron hablar, aparte de que aprendieron a hacerlo con otras personas”.
Vargas Ruiz acota que la aseveración anterior no tiene la intención de culpar una vez más a las mujeres madres de ser las únicas castigadoras, sino que, en culturas como la nuestra, ellas son las encargadas de la educación de sus hijos e hijas y, por ende, de propinar los castigos debido a que su presencia es más permanente.
Aunque la mayor parte de los entrevistados indica que la gente no merece ser castigada, aplica el castigo para ejercer el dominio no solo sobre ellas, sino sobre sus relaciones de pareja.
La mayoría también señaló que fue en la niñez cuando se dieron cuenta de que eran homosexuales. Acerca de ello, el investigador afirma que esta es una interpretación hecha en la actualidad, ya que “un niño que sienta atracción hacia otros niños no significa que sea homosexual, es decir, en ese período no lo podían racionalizar en esos términos. Esa condición podría ser una elaboración del presente hacia el pasado de los entrevistados”.
MACHISMO, MASCULINIDAD Y PODER
Los participantes en las entrevistas y grupos focales indican que el machismo es un esquema que el hombre se ha inventado dentro de la sociedad para ejercer el control en todos los ámbitos posibles y así demostrar su superioridad.
La definición de masculinidad está intrínsecamente relacionada con el machismo y se compone de una serie de actitudes y aptitudes que se aprenden socialmente, como ser fuerte y no llorar. Asimismo, se relaciona con la forma de enfrentar la vida. El investigador señala que el poder es la relación donde se ejerce control, mando y dominio sobre otros que están o no dispuestos a ser dominados; si no lo están, se usa la fuerza.Agrega que el poder puede ser usado de formas positivas y negativas. Las primeras procuran que otras personas se desarrollen en todos los ámbitos posibles, mientras que las negativas se relacionan con el abuso y este a su vez con la violencia. Al tratarse de dos hombres en una relación de pareja, el poder se hace presente en todos los aspectos y se genera una lucha para determinar quién tiene más.
En el caso de los entrevistados, todos mencionaron que poseen más poder que sus compañeros, “es decir, ninguno reconoció ubicarse en el plano inferior dentro de la estructura de poder que existe en la pareja y esto, al mismo tiempo, tiene una relación directa sobre la expresión de la masculinidad en donde, como hombres, se supone que cada uno ejerce el poder y los sitúa en un plano de superioridad con respecto del otro”.
Según el estudio, los principales problemas que se han presentado en las relaciones de pareja de los entrevistados, están relacionados con el abuso del poder, lo que produce un desequilibrio cuando no se toma el parecer del otro ante una acción determinada. Para el profesional, esto nos lleva a la violencia, que al estar relacionada con el abuso del poder, se expresa a través de la intolerancia, la manipulación, la irritación, la cólera, la explosividad, la negatividad, la peligrosidad, la inestabilidad y el control.
VARIAS FORMAS
Vargas Ruiz concluye que en la relación de pareja gay la violencia se hace presente, y se puede dar de varias formas Cuando es psicológica se limita a la pareja y se la lleva a un desequilibrio mental, a través de ataques constantes a la personalidad.
En el caso de la violencia física se hace uso de la fuerza para lograr algo y se expresa, entre otros, a través de golpes, pellizcos y lanzamiento de objetos. Cuando la violencia sexual aparece, se obliga a la pareja a tener prácticas sexuales que no son de su agrado, incluyendo el acoso, la violación e incluir a una tercera persona dentro de la relación sexual sin un acuerdo tácito.
También se presenta la violencia económica, como sustraer o romper objetos personales o aprovecharse económicamente del otro, entre otros. “Aunque las formas de violencia son fácilmente identificables, su señalamiento se torna difícil cuando se trata de reconocerlas dentro de la relación de pareja, justamente porque este reconocimiento genera culpa y ponen en evidencia un problema que se sigue considerando que pertenece al ámbito de lo privado”. Vargas piensa que visibilizar esta violencia puede ayudar a implementar las campañas de prevención respectivas y a crear mecanismos de tratamiento del problema y las secuelas que deja; además podría contribuir a generar estrategias más positivas para la solución de conflictos dentro de la relación de pareja.
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