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Una gran frustración es lo que queda de la Cumbre de la Tierra celebrada en Sudáfrica.
«Nos vamos frustrados»-, dijo el presidente del Brasil, Fernando Henrique Cardoso, al comentar los resultados de la Cumbre de la Tierra, que terminó el 4 de setiembre en la ciudad sudafricana de Johannesburgo. Pero la cita fue mucho más que «frustrante» y evidenció el abismo de intereses surgidos de la «globalización».
La decepción de Cardoso está justificada por el fracaso de una propuesta presentada por Brasil y Noruega , que pretendía lograr un pacto para que dentro de ocho años, en 2010, al menos 10 % de la energía consumida por la humanidad fuera proveniente de fuentes renovables, y no de la quema de combustibles fósiles, como el petróleo o el carbón, (no renovables).
Era ya un objetivo bastante modesto, insuficiente para despertar el entusiasmo de nadie, pero ni eso fue posible alcanzar: los países petroleros, aliados en esto a Estados Unidos, impidieron cualquier acuerdo. La resolución final insta a los 191 países participantes a «aumentar» la utilización de energía no contaminante, pero no estipula porcentajes específicos, ni plazos para cumplirlos.
Algunos sectores participantes en el cumbre atribuyeron el bloqueo estadounidense a esta propuesta, a dos factores principales: la relación del presidente George Bush con las compañías petroleras, que aportaron sumas millonarias para su elección; y la idea de que la adopción de nuevas tecnologías no contaminantes costaría millones de dólares y afectaría la economía de EE.UU.
La imposibilidad de llegar a un acuerdo sobre el tema de la energía -que, en realidad, era una verdadera «tabla de salvación» para una cumbre que se veía caer por el despeñadero- fue calificada de «fracaso histórico» por organizaciones ecologistas como Greenpeace, Intermon-Oxfam y el Fondo Mundial para la Naturaleza.
Ricardo Navarro, presidente de Amigos de la Tierra, destacó la responsabilidad oficial en el fracaso de la cita, al destacar que «seis mil millones de personas han sido traicionadas por los gobiernos».
Ignacio Carreras, director de Intermon-Oxfam para España, la calificó de «oportunidad perdida» en la lucha contra el deterioro del medio ambiente y la pobreza. Diez años después de Río, añadió, «solo hemos podido conseguir algunas declaraciones genéricas. Los acuerdos de Johannesburgo no aportan nada nuevo a la lucha contra la pobreza».
La Cumbre de Río, celebrada hace diez años en Brasil, tenía precisamente entre sus objetivos principales promover el uso de medios alternativos de energía. De ahí el interés de Cardoso de lograr un acuerdo tangible para avanzar en esa dirección, sin éxito, según el documento final de la reunión.
Tampoco se avanzó en otras direcciones. «No hay ningún compromiso para acabar con los subsidios agrícolas con que los países ricos bloquean las exportaciones de los países en vías de desarrollo; no hay ningún plan internacional para hacer frente a la caída del precio de las material primas, como el café; ni compromiso para elevar los niveles de ayuda, ni para cancelar la deuda externa. Sólo generalidades», afirmó director de Intermon-Oxfam para España.
ÉXITO
Para los que prefieren un balance más matizado, la cumbre ofreció también algunos argumentos. Entre otras cosas, estableció el compromiso de reducir a la mitad el número de personas que no poseen agua potable en sus casas, que son hoy 2.400 millones, según las Naciones Unidas, lo que provoca que, cada año, dos millones de niños mueran por problemas relacionados con la mala calidad del agua que toman.
Otro tema que dio pie para destaques optimistas fue la decisión de países como Rusia, China y Canadá de firmar, en un futuro cercano, el protocolo de Kioto, sobre el control de la emisión de gases que provocan el recalentamiento de la atmósfera de la Tierra mediante el efecto invernadero. Pero Estados Unidos, el principal contaminante del planeta, sigue oponiéndose a ese documento, que fija metas muy poco ambiciosas para la reducción de las emisiones.
Ante la ausencia de Bush en la cumbre, le correspondió al Secretario de Estados Colin Powell, exponer la posición de Washington. Abucheado en diversas ocasiones por los ecologistas, Powell aseguró que su país estaba tomando medidas firmes para combatir el calentamiento de la Tierra, una afirmación difícil de sustentar en los hechos.
TRANSNACIONALES
Otros prefirieron destacar la influencia creciente de las transnacionales en lo económico y en lo político y su responsabilidad en el deterioro de las condiciones ambientales y sociales del planeta.
«Esta fue la cumbre de las trasnacionales», afirmaron participantes, al destacar como muchas de ellas se incluían entre las empresas patrocinadoras o estaban presentes en delegaciones oficiales, como la británica, que incluyó incluyó a directivos de Río Tinto y Anglo American, dos empresas mineras inculpadas por desastres ambientales en distintas partes, incluyendo Inglaterra y la propia Sudáfrica.
«En la Cumbre de la Tierra, las grandes corporaciones participaron con el Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible, creado por el suizo Stephan Schmidheiny en 1990 con 48 dirigentes de empresas de todo el mundo. Este Consejo trabajó codo a codo con la Cámara de Comercio Internacional en una agenda que priorizaba el libre mercado, las nuevas tecnologías y el crecimiento económico como condiciones para lograr el «desarrollo sostenible», recordó Eduardo Tamayo, en un artículo de la agencia latinoamericana Alai.
Orientada también a enfrentar los problemas de la pobreza, la cita dejó en evidencia que será imposible alcanzar los propósitos de las Naciones Unidas de reducir la pobreza a la mitad en 2015.
Como lo recordó el delegado cubano, el canciller Felipe Pérez, «el mundo es más injusto y desigual que hace diez años. Lejos de acortarse la brecha, se ha ensanchado. La diferencia de ingresos entre los países más ricos y los más pobres era de 37 veces en 1960, unas 60 cuando nos vimos en Río, y es ahora de 74 veces».
«Ochocientos quince millones de hambrientos, 1.200 millones de personas en pobreza extrema, 854 millones de adultos analfabetos y 2.400 millones de personas sin saneamiento básico, son una prueba», añadió. «Cuarenta millones de enfermos o contagiados por el virus del sida, dos millones de muertos por tuberculosis y un millón por malaria cada año, son otra prueba. Once millones de niños menores de 5 años morirán este año por causas evitables, lo que además de una prueba adicional, es un crimen», enfatizó.
El fracaso de la Cumbre nos pone frente a enormes desafíos y deja en evidencia la necesidad de buscar nuevas ideas y otros caminos para enfrentar el «rumbo de colisión» por el que transita el planeta, destacaron los delegados.
ASÍ LA DESTRUIMOS
*En 1950, el 30 % de la Tierra estaba cubierta por bosques: hoy lo está sólo el 20 %. Cada año se pierde un 1 % del total de bosques, sobre todo tropicales.
*Hace 10 años había 5.000 especies animales en vías de extinción, hoy son 11.000.
*El 34 de las especies amenazadas son peces, por la pesca excesiva y sin control que realizan algunos países. La desertificación afecta al 35 % de la superficie del planeta.
*En el último cuarto del siglo XX se perdió el 18 % de las tierras cultivables.
*El 15 % de la población vive en países ricos y consume el 56 % de los recursos mundiales.
*El mundo tiene hoy 6.200 millones de personas. Casi la mitad vive con menos de dos dólares al día. En 2050 la población doblará a la actual y la inmensa mayoría serán pobres.
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