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Este volumen de cuentos de Alejandrina Gutiérrez, llama la atención por varias razones, la primera es el diseño de su portada, con un cuadro «Nacer de nuevo» de la impactante pintora mejicana de origen español, Remedios Varo, la segunda es la presentación que de él y su autora hace Carmen Naranjo y la terecera el sello editorial que lo edita Osadía, que viene a sumarse a decenas de sellos más a los deben acudir los autores noveles para que sus obras vean la luz, lo cual debería tomarse muy en cuenta por parte de las editoriales oficiales y estatales para determinar si realmente están logrando su cometido.
El caso es que un libro como este no debería tener que recurrir al autofinanciamiento para llegar a los lectores.
La soledad no se ve en los espejos es el conjunto de una obra agradable, de fácil lectura y como señala la prologista con el atributo de tener el humor como hilo conductor. La autora se aventura por temas diversos, cotidianos y simples, los cuales aborda desde un denominador común cual es la labor narrativa. Como dijo José Saramago, solo se trata de contar un cuento y eso es lo que hace Gutiérrez sin mayores pretensiones, pero sí con gran cuidado del idioma y corrección en el lenguaje.
De los 17 cuentos que componen el volumen, quizás el menos feliz sea Mita en Petra, donde el experimento con el lenguaje vernáculo que intenta un contraste con la visita del personaje a Asia y sus experiencias, no alcanza el mejor resultado. En otros, como Recibimiento, la Reina del hogar o el que da título al volumen: La soledad no se ve en los espejos, logran transmitir el agitado mundo cotidiano de la mujer promedio, con un posición sana e inteligente.
Gutiérrez se divierte y por eso logra su cometido de entretener al lector compromiso esencial de cualquier autor. Pero además con su decir sencillo lo coloca en perspectivas distintas que provocan leer el entorno con ojos distintos. Agradable texto que evidencia que existe la ebullición silenciosa en la creación literaria nacional, aunque las editoriales oficiales parezca que todavía se están viendo el ombligo.
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