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Cuando en vísperas del ataque masivo que lanzaron los Estados Unidos y sus aliados de la coalición internacional en contra de Irak, en los meses de enero y febrero de 1991, el escritor francés Jean Baudrillard señaló, en un artículo publicado en el diario parisino Libération, bajo el título «La Guerra del Golfo no tendrá lugar», que los eventos de las semanas siguientes distarían mucho de ser una guerra o un conflicto armado, en estricto sentido. Esto dio lugar a que muchos expectadores desaprensivos del drama que se estaba desencadenando pensaran que las afirmaciones de Baudrillard carecían del mínimo sentido de racionalidad o que rayaban en el absurdo.
Lo que acontenció, todas las noches que se sucedieron, a partir del 17 de enero de 1991, lejos de ser una guerra tuvo más bien las características de una operación punitiva que, vista en el largo plazo, marcó el inicio del exterminio masivo del pueblo irakí, lo que resulta más claro cuando vemos los resultados de lo ocurrido, al cabo de 12 años, como consecuencia de la ejecución de un embargo, de naturaleza genocida, con el cual se impide la llegada de alimentos y medicinas a la población irakí, habiéndose llegado al colmo de bloquear la entrada de literatura médica a ese país. Todo esto ha traído desnutrición, enfermedad y muerte, especialmente entre la población infantil; y así, mientras los médicos se quejan de falta de productos farmacéuticos para atender a sus pacientes, la «comunidad internacional» permanece impasible frente a la suerte de los habitantes de una nación que debe pagar multimillonarias indemnizaciones a sus vecinos del emirato de Kuwait, causa de aquella «guerra» y de Israel, que apenas si fue afectado en 1991.
Después de muchos años de tener soportar que su soberanía sea partida en zonas de exclusión aérea para la aviación de Irak -porque la de Estados Unidos y la de Gran Bretaña bombardean según su capricho ese país, cada vez que se les ocurre a sus jefes militares- y el que su economía continúe imposibilitada de despegar por la crueldad y la persistencia del embargo en su contra, la nación irakí se ve amenazada y de nuevo expuesta a sufrir las consecuencias de otra operación punitiva, como la de 1991, bajo el absurdo pretexto de que sus gobernantes estarían acumulando armas de destrucción y de que ese país no cumple los mandatos del Consejo de Seguridad de la ONU.¿Es qué acaso Israel los ha tomado en cuenta siquiera alguna vez?
Sin duda, como afirmó Baudrillard, poco tiempo después, la Guerra de Golfo, de enero y febrero de aquel año, jamás tuvo lugar (La guerre du Golfe n’ a pas eu lieu), pues para que tal hecho hubiera sido posible se requería de la presencia de dos partes combatientes, cosa que nunca ocurrió. Todo ello por la abrumadora superioridad aérea de quienes ejecutaron con sus bombas «inteligentes», una supuesta «guerra quirúrgica», y ocasionaron algunos «daños colaterales», como cuando dichas bombas cayeron sobre un refugio en que se encontraban 400 personas, lo que no les causó rubor alguno.¿ O es acaso que los muertos civiles de Bagdad no eran seres humanos a diferencia de los que trabajaban en las torres gemelas de Nueva York?
Bush Padre y Schwarzkopf ayer, al igual que Bush hijo y Rumsfeld hoy, al lado de la patética Condolezza Rice y de Collin Powell -presente en los dos escenarios- simbolizan la locura y la obsesión criminal de un imperio que no contento de llenar de cadáveres el planeta (como en Hiroshima y Nagasaki del Japón o en las ciudades y campos de Viet Nam), pretende culminar el genocidio de un pueblo. Se trata de un exterminio sólo comparable al sufrido por el Paraguay, a raíz de la guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay contra el Paraguay, de 1865 a 1870), con la salvedad de aquella sí fue una guerra, en la que se combatió de verdad y culminó -por desgracia- con el aniquilamiento de la mayor parte de la población paraguaya de la época.
Nos hacemos eco de las protestas de los ciudadanos estadounidenses que viven en nuestro país, quienes se manifestaron frente a la embajada de su país, en San José, según lo relata The Tico Times (Nº 1690), en especial de los contenidos de las pancartas que portaban, tales como: «No war please, Mr Bush», «War is terrorism!!!» «Stop the madness…», «Don’t attack Iraq» pero sobre todo aquella, llena de resonancias que la ligan al recuerdo de John Lennon: «Give Peace a Chance» y no a la impune agresión imperial de siempre, decimos nosotros. Habría que agregar también «No more rogue states, Mr Bush».
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