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El candidato de la izquierda, Lucio Gutiérrez, ganó la primera ronda de los comicios ecuatorianos, seguido de cerca por el empresario Álvaro Noboa.
Los indígenas ecuatorianos se han organizado políticamente para que su voz sea escuchada.
De nuevo las encuestas demostraron ser un instrumento ineficaz para predecir los resultados de un proceso electoral. Contra todos los pronósticos, el pasado domingo 20 de octubre en Ecuador, el pueblo decidió llevar a la segunda ronda a dos candidatos que, en primera instancia, no parecían contar con el apoyo suficiente: el izquierdista Lucio Gutiérrez y el multimillonario exportador de banano Álvaro Noboa.
Con el 20% y el 17% de los votos, respectivamente, ambos lograron superar al ex presidente de tendencia social demócrata, Rodrigo Borja (que obtuvo el 14 %) y al ex diputado socialista Xavier Neira (con el 12%). Otros siete candidatos, dentro de los que destaca una mujer, quedaron muy por detrás.
Dos elementos que marcaron esta primera ronda fueron la apatía de un importante porcentaje del electorado (alrededor del 20%) y el descrédito de una clase política que no ha sabido llevar al país por la senda del progreso.
La caída consecutiva de los gobiernos de Abdalá Bucharam y Jamil Mahuad, en medio de movilizaciones cívicas y levantamientos militares, han marcado la vida de un país que se ha acercado de forma peligrosa al abismo de la bancarrota.
Las medidas impuestas por los organismos financieros internacionales, entre ellas la dolarización de la economía y las privatizaciones, no han conseguido zanjar las diferencias sociales y no han podido reactivar una economía maltrecha que depende, en gran medida, del mono cultivo del banano, del cual Ecuador es el principal productor a escala planetaria.
Otro factor que influye negativamente en la situación política es la corrupción. Como sucede en otros países de América Latina, aquellos que han dirigido los destinos de Ecuador en los últimos años, se han aprovechado de su posición para desviar fondos del Estado y obtener prebendas y realizar estafas.
La población, cansada y hambrienta, ha tenido que lanzarse a la calle en demanda de transparencia y cordura. No obstante, las cosas no parecen haber mejorado mucho y el abismo entre ricos y pobres se hace cada vez más profundo.
En el extremo de la miseria, se encuentra la población indígena. La mayoría son analfabetos y no hablan el español; pero estos habitantes originarios de la nación andina han logrado, en los últimos años, organizarse políticamente para luchar por sus intereses frente a un gobierno que, generalmente, olvida que existen.
La Conferencia de Nacionalidades Indígenas (CONAI) ha sido una de las organizaciones de la sociedad civil más activa en las protestas que, cada año, se han sucedido en la nación sudamericana y que, como máximo referente, produjeron la caída de Bucharam y Mahuad.
Aunque no han presentado un candidato propio a la Presidencia de la República, los indígenas han luchado porque su voz sea escuchada por aquellos aspirantes con más posibilidades; asimismo, se presentaron como opción política en el ámbito local, con cierto éxito.
Con más de 12 millones de personas, Ecuador no ha podido encontrar en el banano ni en el petróleo, — el otro producto de exportación en el que se basa la economía –, las respuestas a los endémicos problemas sociales que desangran a una población cada vez más pobre.
El actual presidente, Gustavo Noboa (que no tiene relación de parentesco con el candidato del mismo apellido), se limita a tratar de sostener las cosas; sin embargo, su falta de legitimidad democrática, al no haber sido elegido directamente, le ha impedido tomar las decisiones trascendentales que podrían cambiar la situación de crisis permanente que vive el país andino.
AVANZA LA IZQUIERDA
El próximo 21 de noviembre, los ciudadanos deben escoger entre las dos opciones que sobrevivieron para presentar a sus candidatos en la segunda ronda.
Aunque es poco probable que finalmente gane, el fenómeno del ex coronel Lucio Gutiérrez ha llamado poderosamente la atención y dio una sorpresa inesperada.
El militar, que encabezó el golpe de Estado que depuso en 2000 a Jamil Mahuad, tuvo ahora un éxito importante en su intención de llegar a la presidencia mediante las urnas.
Apoyado por los sectores de izquierda, Gutiérrez se declara sin tapujos admirador del presidente venezolano Hugo Chávez, con quien comparte un pasado similar y unos ideales políticos paralelos.
Desde 1979, ningún aspirante que no hubiese salido de las filas de los partidos tradicionales, había logrado aspirar a la presidencia. De este modo, el primer lugar del ex coronel en los comicios del domingo 20 marca un hito para el panorama político.
Pero también evidencia el lento aunque seguro avance de la izquierda en Latinoamérica.
Luego del colapso del comunismo soviético y tras una década de desintoxicación de los efectos de la «Guerra Fría», parece que los pueblos del área le han perdido el miedo a las opciones de algún modo vinculadas al socialismo.
El arrollador fenómeno de Chávez en Venezuela, a pesar de las dificultades que ahora afronta, fue el primer ejemplo de este nuevo escenario. Hace pocas semanas, la victoria de Luiz Inácio «Lula» Da Silva en la primera ronda de las elecciones brasileñas, dio un segundo aviso de que la izquierda regresa con fuerza a la arena política en la región.
Para descalificar a su adversario, el liberal empresario Álvaro Noboa recurrió al discurso de los años 80, comparando a Gutiérrez con Fidel Castro y así causar temor en la población al resucitar la palabra «comunista».
En todos los aspectos, el aspirante del derechista Partido Renovador Institucional de Acción Nacional (PRIAN) es la antítesis de Gutiérrez.
Conocido como el hombre más rico de Ecuador, el empresario asegura que sacará a su país de la crisis gracias a la liberalización de la actividad privada y a la creación de empleos.
Afín a las doctrinas de los organismos financieros internacionales, Noboa está dispuesto a seguir por la senda neoliberal que trazaron sus antecesores.
Su discurso alarmista sobre su adversario, sumado a la apatía y a la ignorancia de la población, posiblemente le concederán el triunfo el próximo 21 de noviembre.
Sin embargo, de llegar a ganar Gutiérrez, los organismos financieros internacionales y la Casa Blanca quedarían con tres incómodos huéspedes elegidos democráticamente en su patio trasero.
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