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VII Informe Estado de la Nación El modelo bien, el país mal

Costa Rica ya es una sociedad de constatables desigualdades. Sin embargo, una nueva situación política abre la posibilidad de cambiar el rumbo.

Costa Rica ya es una sociedad de constatables desigualdades. Sin embargo, una nueva situación política abre la posibilidad de cambiar el rumbo.
La desigualdad económica y social en nuestro país es cada vez mayor.
El VIII Informe sobre el Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible, correspondiente a 2001, es una alerta que llega en un momento de cambios y posibilidades. Mientras que en lo económico la desigualdad en el ingreso hace que una Costa Rica de pobres y ricos ya sea claramente verificable en las cifras, en lo político la nueva distribución de fuerzas abre la posibilidad de rediseñar su futuro en busca de justicia social.
Así lo expresó el economista Miguel Gutiérrez, coordinador del Proyecto sobre el Estado de la Nación, quien en entrevista con UNIVERSIDAD analizó las principales implicaciones del nuevo Informe, presentado esta semana.
 
 
¿Cuál es el principal hallazgo de este reciente Informe?
 
-En el anterior, dijimos que Costa Rica transitó la segunda mitad del siglo XX por un camino de crecimiento económico, progreso social y perfeccionamiento de la democracia. Que ese camino nadie lo transitó. Que no hicimos caso cuando nos preguntaban para qué progreso social y democracia, si con un crecimiento de la producción finalmente llegaría la felicidad para todos. Algo de caso hicimos, pero no mucho. Fue una línea singular. Dijimos que, avanzados los años 70, seguimos disfrutando de algunos elementos inerciales de ese progreso social con democracia. Y que a este punto estábamos con síntomas muy claros de agotamiento y de estancamiento. Dijimos que la pobreza no se reducía, que había estancamiento económico pero, sobre todo, que no podíamos llegar a nuevos acuerdos que permitieran avanzar.
Este año decimos que hay claros síntomas de que se están produciendo grandes cambios, aunque todavía no sabemos si son cambios que se compensen o se anulen, sino que pueden operar en formas muy disímiles. Hay por lo menos dos grandes. Uno político, muy importante, en la correlación de fuerzas. Ya no es bipartidismo lo que tenemos, sino multipartidismo, una nueva correlación de fuerzas en la Asamblea Legislativa, que le otorga una mayor independencia. Ya no es posible formar una mayoría o una minoría lo suficientemente amplia como para agregarle uno o dos diputados adicionales y lograr constituir una mayoría, y de esta forma convertir a la Asamblea en una especie de apéndice del Poder Ejecutivo. Y esa independencia juega a favor de la Asamblea.
Adicionalmente, la agenda de la gente irrumpió en la campaña electoral y después también en los partidos e incluso en el Gobierno Central. El tema de la lucha contra la corrupción está muy acomodado, y también lo están otros en los que la sensibilidad de la sociedad ha insistido.
 
¿Como la negativa a privatizar los servicios públicos, por ejemplo…?
 
-Esos. Es un clima idóneo para plantear una especie de reencuentro entre sociedad y sistema político. A esto hay que sumarle un optimismo asociado a que sea la sociedad, y no el sistema político, la que esté planteando el tema, por ejemplo, del pacto fiscal. Hay un conjunto de aspectos que dicen que hay fundado optimismo para la posibilidad de crear sociedad sobre la base de un nuevo acuerdo.
El segundo cambio, del cual ya hay síntomas muy claros, es el deterioro de la equidad. Este año la «roca» de la equidad, esa base de la estabilidad política nuestra, después de cuatro o cinco años de erosionarse, ya muestra síntomas muy claros de deterioro.
 
¿En qué se manifiesta este deterioro?
 
-En el índice de Gini (ver gráfico 1). Allí se muestra en este último año, un salto en el crecimiento de la desigualdad. Este es un cambio que más bien opera en un signo contrario al primero, y que incluso hace más crucial la respuesta que se posibilita mediante la nueva correlación de fuerzas políticas.
 
Esa erosión, que ahora es clara en las cifras, nos estaría hablando de que tampoco es suficiente lo que ha hecho el país. La pobreza se ataca con programas asistencialistas para apenas contenerla, pero ¿qué pasa con la movilidad social y con la generación de empleo?
 
– Señalamos por lo menos unos tres puntos centrales para interpretar esto. Uno es el estilo de crecimiento, que genera una altísima dinámica, pero en sectores poco encadenados con el resto de la economía. De allí que mantiene su vigencia lo que dijimos a lo largo de estos años en materia de generación de empleo, ingresos de los hogares, etc., asociados al modelo económico. En el capítulo económico del Informe hay un estudio detallado sobre el sector agropecuario y además sobre las pequeñas y medianas empresas. Allí se plantea la necesidad de retomar políticas sectoriales y políticas económicas orientadas a las regiones. Es posible identificar con claridad adónde está la gente afectada por la pobreza. Se trata de las áreas fronterizas, de tres lugares deprimidos, (Nicoya, Acosta y el sur), y algunos sitios urbano-marginales. Todo esto es posible decirlo, gracias al censo de 2000.
Mencionaba el tema del estilo de crecimiento, de la dinámica económica asociada al modelo y cómo eso ha deformado también la generación de empleo, las condiciones sociales. Hay un tema muy asociado a esto que son los encadenamientos fiscales. Ahora reiteramos aquella afirmación de que diseñamos un modelo económico que entre mejor esté ese modelo, peor le va al país, porque está basado en incentivos, exoneraciones, privilegios.
Hay un tercer elemento que explica el deterioro de la equidad, y es el deterioro educativo. Con el censo pudimos precisar mucho la relación entre educación y pobreza. Tenemos una aproximación muy detallada entre lo que es el nivel educativo, o años de escolaridad, y la pobreza. Encontramos que se da tanto en lo urbano como en lo rural, que en promedio es muy importante, y que en el mundo rural tiene una relación muy fuerte.
Hay un gráfico muy interesante (ver el Nº 2), que muestra esta relación entre educación y pobreza. En promedio, una persona sin instrucción tiene una probabilidad 100 veces mayor de ser pobre que una que tiene 19 años de edad y educación. Pero también descubrimos algunas cosas que no se incluían. Más o menos a los 42 años de edad, hay toda una generación perdida, durante la cual el país no hizo progresos en materia educativa.
 
¿Esto es producto del ajuste estructural de la década de los 80?
 
-Data desde un poco antes, desde avanzados los años 70. Esto puede explicar por qué el estancamiento, y por qué la equidad desmejora. Es un hallazgo muy vigoroso, que junto con el estilo de crecimiento, el tema fiscal y la educación, da pistas muy sólidas que sugieren políticas claras. En la sociedad hay un cambio político muy importante, pero además otros que indican retroceso. Y en este punto son necesarias nuevas políticas públicas para que creen nuevos instrumentos capaces de detener este deterioro de la equidad, e incluso capaces de generar nuevas condiciones para un progreso económico, social y político en el futuro.
 
Pero, ¿qué grado de autonomía tendrá la sociedad costarricense para fijar sus propias políticas, cuando están de por medio el ALCA, el TLC con EE.UU, cuando hay organismos y convenios internacionales como la OMC, que nos obligarían a ir en otra dirección?
 
-Creo que hace algunos años las limitaciones externas hubieran sido mucho más importantes, porque en este momento hay corrientes muy encontradas. Ya no es el pensamiento único ni tampoco prevalece una posición acrítica sino que, por ejemplo, la discusión con respecto a los subsidios en los países desarrollados es clara y muy abierta, o la discusión alrededor del Consenso de Washington, es clara. Además me parece que nuestro país ya ha dado ciertas muestras de separación de lo que serían las formas más ortodoxas alrededor de ese Consenso de Washington, y no es reciente.
 
Gracias a esa capacidad de tomar distancia, a Costa Rica no le ha ido tan mal como a otros países de América Latina…
 
-Así lo decía Joseph Stiglitz unos cuatro años atrás: «Ustedes son reformadores tardíos. En buena hora, así no cometieron los errores de otros países.» Entonces, me parece que hay un margen importante. Por ejemplo, la materia que se está tratando en la Comisión Mixta Fiscal, de la Asamblea Legislativa, tiene una reflexión mundial importante, como es el tema del Impuesto sobre la Renta. Hace algunos años hablar sobre esto era decir algo casi subversivo. Hoy todo el mundo admite que es algo civilizado y que tiene una incidencia fiscal que no es neutra, sino que opera a favor de los sectores de menores ingresos y en contra de los grupos de mayores ingresos. Y eso se ve como algo positivo. Los ejes de discusión se han modificado, y uno puede pensar en márgenes más amplios de discusión. Un esquema como la Comisión Mixta se presta precisamente para tener discusiones más de fondo y a operar con más libertad y mayores márgenes de independencia. Creo que incluso es posible que este ejercicio de la Comisión Mixta marque la pauta para muchas otras cosas en el país e incluso fuera. Porque en este punto hay que reencontrar políticas y redefinir los marcos de acción de un Estado. Es oportuno que un país que supo transitar con progreso social, crecimiento económico y perfeccionamiento de las instituciones democráticas, marque la pauta en esto.
LAS MUJERES EN EL INFORME
* En 2001 se registró una esperanza de vida de 79,9 años para las mujeres y de 75,6 años para los hombres.
* La fecundidad de las indígenas es superior a la del resto de mujeres del país: en promedio tienen 4,1 hijos, frente a un promedio de 2,7 para las no indígenas.
* El 20,2% de los nacimientos de 2001 fueron de madres adolescentes menores de 20 años.
* En los casos de urgencias atendidas en hospitales de la CCSS, cuyas causas fueron lesiones originadas en accidentes y en violencia, la razón de masculinidad en 2001 fue de 188,8 hombres por cada 100 mujeres.
* En los años 2000 y 2001 el porcentaje de hogares pobres con jefatura femenina aumentó significativamente. Mientras en 2000 estos representaban un 31,4% del total de hogares pobres, en 2001 pasaron a ser un 32,1%. Este aumento se dio tanto en la zona urbana, donde estos hogares aumentaron de 37,6% en 2000 a 38,6% en 2001, como en la zona rural (25,3% y 26,0% respectivamente).
* Las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a deserción escolar en primaria y secundaria favorecen a las mujeres. En la educación primaria desertó un 4,8% de los hombres y un 4,2% de las mujeres en 2001, mientras que en la secundaria esta cifra se elevó a un 14,1% y un 10,8%, respectivamente. En el sétimo año la deserción femenina es de un 18,6%; en el caso de los hombres alcanza un 23,1%.
* Las razones declaradas para justificar el retiro de la secundaria presentan diferencias de género. Los dos principales motivos son «no puede pagar los estudios», para el 17,9% de los hombres y el 22,9% de las mujeres, y «no está interesado/a en el aprendizaje formal», para el 31,4% de los hombres y el 23,8% de las mujeres. Estas últimas plantean en tercer y cuarto lugar que no asisten porque tienen que ayudar en oficios domésticos (8,1%), y por embarazo o matrimonio (6,7%).
* El desempleo es un problema que afecta con mayor intensidad a las mujeres (7,6% versus 5,2%), pero en el año en estudio el incremento de la tasa de desempleo abierto fue la misma para ambos sexos. Las mujeres de la zona rural tienen la mayor incidencia, con un 9,8% frente a 5,3% para hombres.
* La tasa de desempleo abierto para las mujeres de 15 a 17 años es de un 26,0%, muy superior al promedio nacional, de un 6,1%, y al promedio nacional de las mujeres, de un 7,6%. En el caso de los hombres este indicador alcanza un 15,1%.
* La tasa de ocupación femenina pasó de 32,6% en 2000 a 35,7% en el 2001. En este último año, prácticamente uno de cada tres ocupados era mujer. Los indicadores tradicionales tienden a subestimar la tasa de participación de las mujeres. En el año 2001 la tasa de participación ampliada fue de 44,6%.
* El análisis del Censo 2000, pese a sus limitaciones para captar el trabajo femenino, indica un alto nivel de segregación por sexo en la estructura ocupacional. Este nivel es variable en los cantones y está asociado con el nivel de desarrollo (medido con el porcentaje de población que tiene todas las necesidades básicas satisfechas), el grado de urbanización y, en mayor medida, con la tasa de participación femenina. Montes de Oca es el cantón con índice de disimilaridad (indicador de segregación) más bajo y Tarrazú el cantón con el valor más alto.
* De los 254 proyectos individuales de Pago de Servicios Ambientales suscritos en el 2001, sólo un 11,4% benefició a mujeres.
* En medio de fuertes polémicas, el proyecto de Ley de Penalización de la Violencia contra Mujeres fue aprobado en primer debate, en 2001.
* Entre 2000 y 2001 las denuncias por violencia doméstica en las oficinas del Poder Judicial aumentaron de 32.643 a 43.929.
* En 2001 murieron 9 mujeres por violencia intrafamiliar en la que medió una relación de pareja y 6 por violencia sexual.
* El sistema de registro de denuncias por violencia doméstica comenzó en 2001 y aunque todavía está a prueba, su creación denota el interés del Poder Judicial por visibilizar e individualizar los delitos causados por esta forma de agresión, a pesar de que no existe tipificación específica para la violencia doméstica.
* La presencia de mujeres en la Asamblea Legislativa pasó de 7 diputadas (12,3%) en 1990 a 20 (33,3%) en 2002. Esto ha convertido al Parlamento en el órgano legislativo con mayor presencia de mujeres en Latinoamérica.
* La participación femenina encuentra cabida en los órganos representativos a escala cantonal. En 1994 había un dominio masculino en los cargos de representación política en las municipalidades (86,1% de hombres y 13,9% de mujeres). Esto ha cambiado y en 2002 se registran avances significativos (53,5% hombres y 46,5% mujeres).
* La Comisión de Condición de la Mujer opera en menos de la mitad de las municipalidades del país.
* En 2001 se firmó y ratificó el Protocolo Facultativo sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.

  • Emanuel García Jiménez 
  • País
DemocracySubversiveViolence
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