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Avance del Islam integrista

Con la victoria legislativa de los integristas en Turquía, el auge de estos sectores islámicos amenaza con extenderse a todo el mundo árabe.

Con la victoria legislativa de los integristas en Turquía, el auge de estos sectores islámicos amenaza con extenderse a todo el mundo árabe.
Islamistas festejan en Estambul el triunfo de su partido en las elecciones del 3 se noviembre.
Desde la caída del Imperio Otomano, el Estado turco se ha distinguido por su carácter laico y ajeno a cualquier vínculo con la religión mayoritaria del país, el Islam; no obstante, en las elecciones legislativas del pasado 3 de noviembre, los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) arrollaron a los partidos tradicionales.
El ascenso de los integristas irritó a ciertos sectores del ejército, opuestos a dejar atrás el modelo laico, y amenaza con retrasar las negociaciones para la eventual incorporación de Turquía a la Unión Europea (UE).
Con el 34,33 % de los sufragios, el partido liderado por el alcalde de Estambul, capital económica del país, Recep Tayyip Erdogan, dejó muy por detrás a las formaciones políticas laicas, ya que el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP) obtuvo apenas el 19.41% de los votos; las otros tres agrupaciones que gobernaban hasta ahora quedaron fuera del Parlamento, debido a que no superaron el mínimo necesario del 10%.
 
Erdogan quedó excluido en la carrera por ser nombrado Primer Ministro, ya que fue inhabilitado para presentarse como candidato a diputado, después de una condena que le costó cuatro meses de prisión, al haber sido encontrado culpable de los cargos de «incitación al odio religioso».
Las instituciones turcas, en especial el Presidente de la República, Ahmet Necdet Sezer, y las fuerzas armadas, han guardado un significativo silencio luego de los comicios y se negaron a felicitar a los vencedores.
En 1995, el gobierno de una coalición de partidos islamistas llegó a un precipitado final, luego de un acto que la prensa calificó entonces de «orgía fundamentalista» y en el que líderes religiosos y representantes diplomáticos de Irán proclamaron el Islam.  En esa ocasión, el ejército sacó los tanques a las calles y las agrupaciones políticas integristas fueron declaradas ilegales.
Aunque Erdogan ha moderado su lenguaje y se declara partidario del libre mercado, de la incorporación de Turquía a la UE y de su cercanía a Estados Unidos en el seno de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), la realidad es que su victoria ha levantado suspicacias en occidente.
Para los analistas en Bruselas, el camino de Turquía hacia Europa se complicará con el ascenso al poder de los islamistas, lo mismo sucede con las negociaciones sobre la isla de Chipre, dividida en dos tras la intervención de las tropas de Ankara en 1974.
Asimismo, la posición contraria de los islamistas a una eventual intervención estadounidense en Irak, complicará las relaciones con Washington.

EL FUEGO DEL CORÁN

Desde que en el siglo VI el profeta Mohamed proclamó que no hay más Dios que Alá, el fuego del Islam se propagó de manera imparable.  En aquel tiempo, desde España hasta las islas del Pacífico, los árabes llevaron la nueva fe.
En este comienzo del siglo XXI, la religión musulmana vio un nuevo resurgimiento.  El ascenso al poder de grupos religiosos en Irán, Sudán, Afganistán y otros países, llevó a una confusión de los límites entre Iglesia y Estado.
El integrismo islámico, cuya expresión más extrema es el terrorismo, aumentó su fuerza y amenaza con acabar con los regímenes laicos de los países árabes moderados.
De este modo, restricciones electorales en Marruecos, Argelia, Egipto, Paquistán o Indonesia, impiden que estos grupos se hagan con el poder.
Sin embargo, muchos analistas consideran que es cuestión de tiempo el hecho de que naciones musulmanas moderadas adopten un modelo como el iraní, hasta ahora expresión definitiva del triunfo de la revolución islámica en el mundo.
La ignorancia y las tradiciones arraigadas en la conciencia colectiva, hacen que los jóvenes, hartos de democracias o dictaduras en las que viven en la miseria, opten por buscar en el Corán respuestas a su situación.
Los clérigos musulmanes han sabido interpretar este descontento y se han servido de él para escalar peldaños hacia el poder.
La represión de los palestinos por parte del Estado de Israel, el apoyo de occidente a este país y la política de Estados Unidos en relación con Irak, Irán o Libia, acrecientan el número de adeptos a las causas fundamentalistas.
Para estos fieles, dar su vida en nombre de su religión es el máximo honor que pueden tener.
El atentado del 11 de septiembre en Nueva York y Washington y los atentados suicidas en Israel son la máxima expresión de este fundamentalismo radical, que olvida que en el Corán se establece que el Dios de los musulmanes, los judíos y los cristianos es, en definitiva, el mismo.
La última y más sangrienta expresión de este integrismo suicida y asesino, se verificó recientemente en Rusia, con la toma, por parte de un grupo de terroristas chechenios, de un teatro abarrotado por más de 700 personas en Moscú.
La confusa operación de rescate por parte de las fuerzas de seguridad del Kremlin, que cobró la vida de más de cien rehenes, ha ensombrecido el fondo del asunto: la guerra en el Cáucaso.
Todos los días, este enfrentamiento en Chechenia y Daguestán entre las tropas federales rusas y los islamistas de la región de un saldo de sangre que no parece que vaya a detenerse.
Los radicales religiosos, de cualquier credo, pretenden el medievalismo.  La democracia deja de tener vigencia, lo mismo que la libertad económica, y la ciencia pasa a segundo plano por detrás del dogma.
El fanatismo surge del hambre, de la falta de un sistema educativo eficiente y de la frustración.  Occidente no parece haber aprendido esta lección,
Turquía, el país más laico del mundo musulmán, es ahora feudo de los integristas.  Pronto podrían caer otras naciones como Jordania, Egipto, Argelia, Indonesia, Marruecos.
¿Será que el mundo está condenado a una nueva Guerra Fría, esta vez al estilo de las cruzadas, o sea por razones religiosas?

  • Manuel D. Arias M. 
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