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El Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) votó el pasado 8 de noviembre por unanimidad una resolución que da a Irak «una última oportunidad» para desarmarse, al tiempo que advierte a Bagdad que en caso de incumplimiento, sufririrá «serias consecuencias».
Aunque la mayoría del planeta se ha congratulado con este acuerdo, personalmente me preocupa el desempeño que tuvo la anterior Comisión Especial de Naciones Unidas para Irak (UNSCOM) que realizó labores entre 1995 y 1998.
La nueva resolución, adoptada tras siete semanas de difíciles negociaciones en Nueva York y en las capitales de los cinco grandes países (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China) refuerza drásticamente las condiciones para el desarme iraquí, pero preserva la autoridad del consejo sobre los inspectores de desarme.
El documento fija plazos a Irak para deshacerse de sus armas de destrucción masiva pero, afortunadamente, prevé que no habrá un «recurso automático a la fuerza», como inicialmente quería el gobierno de George W. Bush, en caso de incumplimiento iraquí.
Por lo tanto, cualquier «violación flagrante» por parte de Irak de sus obligaciones será objeto de un informe de los inspectores en desarme de la ONU y será constatada por el Consejo de Seguridad, que luego decidiría cómo actuar.
En relación con los inspectores, de acuerdo con un excelente reportaje elaborado por el veterano periodista Tom Mangold para la BBC de Londres -transmitido recientemente por el canal argentino de televisión Infinito (www.infinito.com)- la UNSCOM permitió que las oficinas de inteligencia de Estados Unidos e Inglaterra infiltraran personal de seguridad nacional en la misión, con lo que tuvieron acceso a información confidencial de la ONU.
Según el reportaje, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) realizaron una «operación de escucha no autorizada desde la oficina de la UNSCOM ubicada en un hotel en Bagdad», lo cual fue confirmado por el exinspector de UNSCOM Scott Rittler.
Rittler denuncia cómo la UNSCOM tenía dos tipos de inspectores en Irak: los oficiales y los inspectores «secretos», que incluso tenían un lugar propio dentro de las oficinas de UNSCOM denominado «Gateway», donde se trataban asuntos a puerta cerrada y donde el resto de inspectores no tenían acceso.
De acuerdo con la investigación, en 1995 la UNSCOM descubrió los mecanismos a través de los cuales Irak ocultaba información sobre su armamento.
El periodista Mangold sostiene que la información recabada fue dividida en dos partes: una parte fue enviada a la sede de Naciones Unidas en Nueva York pero otra fue enviada secretamente a Fort Mead, donde fue descifrada por personal de inteligencia estadounidense e inglés.
En 1998, Rittler renunció a su puesto porque, según él, la UNSCOM «ya no estaba al mando» de las inspecciones y, de acuerdo con este ex-inspector, Estados Unidos utilizó información de Naciones Unidas para sus propios planes de seguridad nacional.
De acuerdo con el reportaje, Estados Unidos realizó la operación «Zorro del desierto» en Irak atacando blancos cuya ubicación únicamente pudo haber obtenido si hubiera tenido acceso a la información recabada por la UNSCOM.
Si la denuncia de Rittler es cierta, en la anterior misión de inspectores de UNSCOM en Irak hubo una clara violación a los estatutos de Naciones Unidas pero, lo, que es más grave, es que nadie hizo nada.
Ahora, nuevamente la ONU enviará a sus inspectores a Irak pero ¿quién nos garantiza que no va a suceder lo mismo que con la UNSCOM?
¿Quién nos garantiza que la información confidencial que obtengan los inspectores no será utilizada en una posterior intervención militar en Irak por parte de algún país descontento?
Me gustaría mucho obtener una respuesta.
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