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Todos los ex presidentes de la República son responsables del desastre nacional y deberían estar presos, dijo el nuevo presidente del Ecuador, Lucio Gutiérrez, en declaraciones dadas en Quito, en las vísperas de asumir el poder.
A solo dos días de asumir el poder, el pasado 15 de enero, el nuevo presidente del Ecuador, Lucio Gutiérrez, declaró, en una larga entrevista a un ecuatoriano, que todos los exmandatarios deberían «estar presos» por su responsabilidad en el desastre político y económico que vive el país.
No están presos, agregó el mandatario, «porque no hay cortes de justicia, no hay Contraloría. Hacen las leyes a su medida y nadie los juzga porque tienen los medios de comunicación, controlan todo».
Gutiérrez fue particularmente severo en las acusaciones contra el expresidente socialcristiano León Febres Cordero, cuyo partido tiene la mayor bancada en el parlamento, con 24 de los cien diputados. Los otros 74 están divididos en diversas fracciones, de las cuales Gutiérrez cuenta con apenas once votos.
«Yo voy a enfrentarme con esa persona y con todos los sinvergüenzas que han convertido a la política en una mafia, voy a enfrentarme con todas mis fuerzas porque estoy decidido a cambiar al país o a morir en el intento», dijo Gutiérrez a la prensa.
Con una brillante carrera militar y académica, Gutiérrez, un coronel retirado, irrumpió en el escenario político del país después de haber participado en un movimiento popular que, hace tres años, depuso al presidente Jamil Mahuad y lo sustituyó por el entonces vicepresidente Alvaro Noboa. Pero la protesta contra el plan de dolarización de la economía ecuatoriana que proponía Mahuad no tuvo éxito y Noboa terminó por imponer el cambio de moneda en Ecuador, donde el sucre fue sustituído por el dólar.
Pese a esto, Noboa entrega el país con una inflación de casi 10 por ciento, un déficit fiscal aun difícil de precisar y, sobre todo, con una población empobrecida. Cerca de 80 por ciento de los ecuatorianos viven en la pobreza, en un país agobiado por una deuda externa cuyo servicio consume 40 por ciento del presupuesto. «Lanzamos un grito desesperado al mundo desarrollado, no podemos desarrollar a nuestro país pagando por la deuda externa el 40 por ciento del presupuesto nacional. La deuda externa está matando los sueños de millones de niños que hoy mismo no han desayunado, no han ido a la escuela», dijo el mandatario ecuatoriano, en su discurso en el acto de toma de posesión.
«La deuda externa tiene que ser tratada como un problema social, un problema de los países en vías de desarrollo, tiene que ser analizada desde una perspectiva política. Los acreedores deben comprender que Ecuador tiene un pueblo colmado de necesidades y con derecho a un futuro mejor, añadió el mandatario.
REFORMAS POLÍTICAS
En ese escenario, no es extraño que el nuevo mandatario haya propuesto una reforma política para enfrentar algunos de los desafíos a su administración, entre ellos la reducción de la Asamblea Legislativa, de 100 a 62 diputados. Las reformas incluyen también el poder judicial y medidas para controlar la corrupción.
El presidente insiste en que el Tribunal Supremo Electoral tendrá que convocar el plebiscito para consultar a la población sobre la reducción del Parlamento, una medida que los actuales diputados no aceptan, si no es discutida por la misma cámara.
Sin esa reforma el gobierno tendrá sus manos amarradas para impulsar cualquier programa de reformas
Llevado al poder con el apoyo de la poderosa Confederación Nacional Indígena de Ecuador (Conaie), Gutiérrez enfrenta los mismos problemas que Lula, en Brasil, ambos en minoría en el congreso, con una situación fiscal insustentable, una deuda externa que consume todos los recursos eventualmente disponibles para programas sociales, y una enorme presión de los vastos sectores empobrecidos por dos décadas de políticas neoliberales.
FMI
En esas circunstancias, Gutiérrez reinició también, al día siguiente de asumir el cargo, negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que el gobierno de Noboa no pudo concluir. Se trata, como es habitual en este tipo de negociaciones, de reducir el gasto público y buscar el equilibrio fiscal que permitan la firma de un acuerdo y el otorgamiento de nuevos préstamos al país.
Gutiérrez se ha mostrado muy optimista sobre el resultado de estas negociaciones, que permitirían al gobierno obtener unos 500 millones de dólares en recursos frescos.
«El Fondo Monetario Internacional tiene credibilidad en este Gobierno», dijo el presidente, quien no ocultó su esperanza de que aun este mes se pueda anunciar un acuerdo con esa institución.
Eso permitiría financiar unos 1.500 millones de dólares que el nuevo ministro de Economía, Mauricio Pozo, dice tener que cubrir durante este año, a consecuencia de atrasos y pagos pendientes que heredó de la administración anterior.
Para eso el gobierno de Lucio Gutiérrez acordó ya un aumento de la gasolina, recortes de gastos en instituciones públicas como Petroecuador y en ministerios, además de un paquete de reformas a las leyes tributarias, al control de aduanas y a los salarios.
ESCENARIO REGIONAL
El triunfo de Gutiérrez, al frente de una coalición de organizaciones sin tradición política en Ecuador, revela el desencanto del electorado con los resultados de las políticas aplicadas en los últimos años. Esta inestabilidad se reflejó en el hecho de que el país tuvo seis presidentes en seis años, hasta el traspaso de la semana pasada, en el que Noboa entregó el poder al coronel Gutiérrez.
La presencia de los jefes de Estado de seis naciones en los actos de traspaso de poderes en Quito, dejó en evidencia la gravedad de la crisis regional.
En la cita el presidente del Brasil, Lula, propuso la creación de un grupo de países amigos para contribuir a la solución del conflicto político venezolano. Después de alguna tensión con Washington, que se resistía a esta propuesta y prefería enfatizar en el papel mediador que desempeña actualmente el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria, se creó finalmente el grupo de países amigos, integrado por Brasil, Estados Unidos, México y Chile, con España y Portugal como observadores.
El papel del grupo refleja las nuevas tendencias de la política regional, pero, sobre todo, muestra la preocupación generada por los intentos de la oposición de derrocar el gobierno de Venezuela.
En Quito estaba también el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, que prefirió mantener un perfil bajo, considerando, entre otras cosas, el papel de Ecuador en el «Plan Colombia», en particular la presencia de tropas estadounidenses en la base de Manta, en territorio ecuatoriano, para apoyar la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico.
También estrenó su cargo en el ámbito internacional el presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada.
Más grave que ese ambiente de crisis regional solo puede ser la falta de programas viables de reformas, con gobiernos enfrentados a las demandas de su población y a la dramática restricción de gastos impuesta por la situación financiera heredada.
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