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En medio de las limitaciones financieras, el Ministerio de Cultura tiene como propósito durante 2003 expandir sus fronteras con la promoción de programas que seduzcan a un amplio público.
Alexandra De Simone, Directora General de Cultura, aspira a que los programas culturales tengan un mayor impacto social en el país.
El Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, que de nuevo en 2003 será la cenicienta del gobierno en materia presupuestaria, pretende lanzarse a la caza de la cultura popular con el fin de conquistar a un vasto público, que sigue marginado de las actividades que se desarrollan en el quehacer artístico costarricense.
Alexandra De Simone, directora general de Cultura, explicó a UNIVERSIDAD que «sería un error histórico» que las políticas culturales continúen enfocadas solo para unos 3.000 nacionales, que constituyen el grupo que se repite en la danza, el teatro y en la música clásica.
«Es necesario que en Costa Rica se rompa con la marginalidad del gran público con respecto a las manifestaciones artísticas que no están dentro de lo popular y lo consumista».
Uno de los puntos de partida que tendrá esta iniciativa en el presente año será el programa «Cultura al aire libre, verano en el CENAC», el cual se inaugurará el 31 de enero con un concierto de varios grupos de rock nacionales y se clausurará el 23 de febrero. Una noche antes, el 22, habrá un concierto popular con el conjunto popular Los Brillanticos.
La idea es que, por medio de lo «popular» el público se acerque paulatinamente a las manifestaciones más depuradas del arte como son la plástica, el buen teatro, el cine alternativo y la música clásica.
De Simone aseguró que para los fines del Ministerio la regionalización de la cultura resulta de gran trascendencia, pero reconoció que en «muchas oportunidades un gestor tiene que atender incluso ocho cantones», lo cual hace imposible una adecuada promoción.
En este sentido, añadió, procurarán concentrar los programas en regiones, con la esperanza de que a partir de ellas se cree un clima que permita el surgimiento de propuestas por parte de sectores interesados en fortalecer la cultura en el espacio rural.
Las limitaciones de dinero -el presupuesto para 2003 del Ministerio es de ¢7.238 millones, ¢111 millones menos que en 2002-, no deberían ser un obstáculo para que la «cultura logre un mayor impacto social» en la vida del país, manifestó la funcionaria.
De Simone, quien es actriz y psicóloga, aceptó que la «descentralización» de la cultura es un largo proceso en el que, por lo general, los fallos recaen en la inconsistencia de los programas debido a que en la mayoría de los casos se promueven actividades aisladas.
La intervención de las municipalidades y de las fuerzas de la comunidad serán determinantes para que la cultura, en sus distintas manifestaciones, sea una realidad fuera del gran Valle Central.
«Para lograr la sostenibilidad en los programas culturales es imprescindible la capacitación en la gestión cultural».
SUPERAR LA BUROCRACIA
Para contrarrestar los procesos burocráticos y las acciones dispersas que por años han afectado al ministerio, De Simone destacó que promueven la unión entre las diferentes áreas que conforman la institución rectora de la cultura.
«Impulsamos una integración de las diferentes áreas de Cultura, las cuales han funcionado como «mini-ministerios», dijo.
En la actualidad el Ministerio de Cultura cuenta con numerosas instituciones adscritas que operan con programas propios. Tal es el caso del Teatro Popular Melico Salazar, el Teatro Nacional, la Compañía Nacional de Teatro, el Centro Nacional de la Música, el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica y el Museo Nacional, entre otras.
La directora resaltó además, que el Ministerio deberá en 2003 reestructurar sus políticas en relación con los grupos artísticos independientes, con los que buscará alianzas que favorezcan al público y a los diversos gremios.
En criterio de De Simone, Cultura debe fortalecer su función como gestor, de modo que permita una mayor proyección de los artistas en el ámbito local e internacional.
EL ETERNO DILEMA
En un país como Costa Rica en el que los artistas por lo general trabajan en medio de enormes limitaciones materiales, la cultura debería alcanzar, un mayor impacto social en la vida de la población estimó De Simone.
Buscar un acercamiento con la cultura popular tiene como objetivo que el artista sea revalorizado en su justa dimensión y que se reconozca la importancia de la educación cultural en el desarrollo del pensamiento de una nación.
La célebre frase de José Figueres Ferrer, «¿para qué tractores sin violines?», resume con sentido poético la preocupación actual de las autoridades.
El impulso de leyes que mejoren la condición del artista y por ende que favorezcan una producción de más alta calidad, constituye parte de las políticas en las que insistirá el Ministerio en este período, afirmó De Simone.
Es necesario que «la cultura logre un reposicionamiento» en el quehacer del país, sostuvo, lo cual resultará un alto desafío si se considera que la financiación del Ministerio en el año que comienza será una de las más raquíticas de la administración encabezada por el presidente Abel Pacheco.
Pese a ello, De Simone consideró que la presencia de Sáenz constituye una esperanza para el movimiento cultural, «porque don Guido siempre cumple y alcanza las metas que se propone».
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