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Centroamérica inició esta semana la marcha por los caminos del libre comercio. El objetivo: firmar un tratado de libre comercio antes de fin de año.
Los jefes de las delegaciones centroamericanas, en la inauguración de las negociaciones del TLC con los Estados Unidos.
Los puntos de vista son muy variados y no siempre ayudan a tener una visión clara del panorama. Se dice que el comercio con Centroamérica es insignificante para los Estados Unidos, representa menos del 0,5 por ciento de su comercio con el mundo. La afirmación, sin embargo, no recoge toda la realidad. Desde otros puntos de vista, ese comercio es mucho más importante de lo que se puede imaginar y aunque las cifras que se han estado manejando en estos días distan mucho de ser precisas, algunos datos sorprendentes.
Por ejemplo, el de que el comercio con Centroamérica supera el que los Estados Unidos tienen con Chile, Colombia y Perú, juntos. Para los Estados Unidos, el mercado centroamericano es más importante que el de Rusia, India e Indonesia, reunidos.
Solo en Costa Rica, las inversiones norteamericanas suman casi 2.800 millones de dólares y representan casi dos tercios del total de las inversiones extranjeras en el país.
Si bien el comercio con Centroamérica es un gota en el océano desde el punto de vista de Washington, para los países centroamericanos el mercado de los Estados Unidos es el destino de poco más de la mitad de sus exportaciones. De ahí proviene también más de la mitad de nuestras importaciones. Razones de sobra para andar con cuidado en estas negociaciones, debido a su impacto y relevancia.
EXPECTATIVAS
La importancia del mercado norteamericano y de las inversiones de ese país aquí, son los argumentos que ha esgrimido el gobierno para insistir en las oportunidades que el tratado daría al país. Se trata de una estrategia de desarrollo basada en la inserción en la economía internacional, según el ministro de Comercio Exterior, Alberto Trejos.
Empleo y desarrollo son las dos promesas del tratado.
En materia de cifras comerciales entre Centroamérica y EE. UU. reina una total confusión. Las cifras divulgadas aquí de fuentes norteamericanas, muestran una balanza comercial ampliamente favorable a Centroamérica. Pero los datos del Ministerio de Comercio Exterior de Costa Rica (Comex) indican lo contrario. Según esos datos las exportaciones centroamericanas pasaron de 7,2 mil millones de dólares en 1967 a 8,7 mil millones, en el 2001. Las importaciones, a su vez, pasaron de 8,8 a 11,6 mil millones, en el mismo período, lo que indica una balanza negativa para la región.
Según Comex, el déficit comercial del país con los Estados Unidos ha sido constante durante toda la década pasada y llegó en el 2002 a 1.028 millones de dólares. Pero, de acuerdo con fuentes norteamericanas, el déficit correspondería a Estados Unidos, por un monto de casi 707 millones de dólares. Es indispensable, ciertamente, aclarar el origen de esas enormes discrepancias en los datos.
Es importante destacar los resultados en materia comercial de los siete años de vigencia del TLC entre Costa Rica y México. De acuerdo con el último informe del «Estado de la Nación», las exportaciones costarricenses a México se multiplicaron por cinco en ese periodo, mientras que las de México a Costa Rica aumentaron tres veces. Empero, la balanza comercial entre los dos países ha sido siempre deficitaria para Costa Rica y pese al mayor dinamismo de las exportaciones costarricense, ese déficit aumentó 1,8 veces.
Pero quizás aun más importante es la estructura de las empresas exportadoras del país. Según el mismo informe del «Estado de la Nación» nuestra oferta exportable padece de «concetración y fragilidad». Ya en 1999 el informe señalaba que 50 empresas representaban más de un 60 por ciento de las exportaciones totales del país.
Este es el gran desafío para el país: evitar que el TLC acentúe esa concentración, agravada por una eventual desnacionalización del sector empresarial del país, incapaz de competir de tú a tú con los enormes capitales de las transnacionales.
LECCIONES
El resultado de ese proceso en México deja lecciones importantes para los negociadores nacionales. Una evaluación de los primeros siete año de vigencia del tratado de libre comercio de América del Norte (TLCAN), señala que el resultado de los acuerdos fue un crecimiento económico inferior al registrado en periodos anteriores, un 1,7 por ciento como promedio mensual cuando, en períodos anteriores, el promedio más bajo había sido de 2,25 por ciento, entre 1970 y 1976.
Para México el TLCAN significó pérdidas y precarización del empleo con aumento de la economía informal, reducción de salarios y de las garantías sociales, con más de 60 por ciento de la mano de obra mexicana trabajando sin garantías sociales.
La dependencia del mercado de los Estados Unidos aumentó de manera tal que México está prácticamente excluído del comercio mundial, ya que cerca de 95 por ciento de sus exportaciones van a su vecino del norte.
Costa Rica debe discutir si pretende caminar en el mismo sentido, o si, por el contrario, su interés está en abrirse paso en el mercado mundial, asegurando una mayor diversidad de destinos para sus exportaciones.
INVERSIONES
Las enormes expectativas en torno a un aumento de la inversión extranjera no necesariamente va vinculada a una mejoría de las condiciones económicas y sociales.
La inversión extranjera directa ha ido transformando el país en exportador de capitales. Los pagos netos al exterior por renta de inversión directa pasaron de 60 millones en 1997 a casi 1,5 mil millones, en 1999, cifras vinculadas a las inversiones de Intel en el país.
Por su parte, el déficit en la cuenta corriente se ha mantenido en el 2000 y el 2001, según el último «Informe del Estados de la Nación».
El abogado laboralista costarricense, Oscar Bejarano pidió en artículo publicado recientemente en la prensa nacional, especial cuidado en los artículo del tratado relativos al control de las empresas en el cumplimiento de los parámetros sociales.
El TLCAN no incluye control para las empresas, ni establece mecanismos eficaces que permitan ejercerlo, una situación que no debería repetirse en el tratado centroamericano.
NUEVO AMBIENTE
Las negociaciones del tratado de libre comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos se llevarán a cabo en nueve rondas, de acuerdo con lo previsto. Se han creado cinco mesas de trabajo y abierto las puertas de un cuarto adjunto para que organizaciones de la sociedad civil acompañen las negociaciones, que se suma así al que ya venía funcionando para el sector empresarial.
La base de las negociaciones será el tratado firmado recientemente por Chile y Estados Unidos, cuyo contenido, sin embargo no ha sido divulgado por estar en revisión legal para parte de los países firmantes. Pero ese contenido tampoco determina lo que se irá a firmar aquí.
En un ambiente internacional muy distinto al que prevalecía hace 20 años, cuando un proceso de apertura y privatizaciones se abrió paso en América Latina prácticamente sin alternativas, hoy los resultados obligan a una reflexión cuidadosa ya la búsqueda de normas distintas para las nuevas negociaciones. Un cuarto de siglo después de esas reformas, América Latina sufre una mayor polarización social y un incremento de la pobreza, de la que un proceso de apertura sin precauciones es, en gran parte, responsable.
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