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Guerra en Irak Advierten riesgos para economía mundial

La guerra contra Irak tendría graves consecuencias para una economía mundial, ya debilitada y amenazada por la deflación.

La guerra contra Irak tendría graves consecuencias para una economía mundial, ya debilitada y amenazada por la deflación.
Si alguna palabra describe el actual estado de ánimo de los grupos empresariales más influyentes del mundo es «desconcierto».
Reunidos en Davos, Suiza, en la última semana de enero, el foro, que agrupa a algunos de las principales organizaciones empresariales y cuyo director ejecutivo es el expresidente de Costa Rica, José María Figueres, vio dibujado el escenario de un incierto panorama económico mundial.

El foro se realizó en medio de un clima de global de duda y complejidad. Restaurar la confianza en el futuro es el principal desafío hoy, señalaba la convocatoria al encuentro, realizado bajo el lema de «Construir confianza».

PROBLEMAS ESTRUCTURALES

Después del éxito de los 90, la economía de EE.UU. enfrenta graves problemas estructurales, entre ellos una baja tasa de ahorro y un enorme déficit en cuenta corriente, equivalente al 5% de su producto. «Si los desequilibrios van a ser corregidos rápidamente o si la caída será larga y profunda, no se sabe», dijo el moderador del foro, Josef Ackermann, miembro del directorio del Deutsche Bank.
Ackermann usó tres letras del alfabeto para describir las posibles curvas de la recesión: una «V», para indicar una caída rápida y profunda pero una igualmente rápida recuperación; la «U» de una recesión más prolongada y una recuperación más lenta; o, peor, una «L» para describir una recesión sin recuperación a plazos previsibles.
Abby Joseph Cohen, directora de la firma norteamericana Goldman Sachs, sugirió la «V» como modelo de la actual crisis. En su criterio, se han exagerado las consecuencias de la caída de los valores en las bolsas. Su explicación es que solo la mitad de los ciudadanos tiene acciones en Estados Unidos y que 90 % de todas las acciones están en manos del 10 % más rico de los accionistas.
Lo cierto es que la economía estadounidense se mantuvo prácticamente estancada el año pasado y las previsiones son parecidas, para este año. Un panorama similar vive Europa, mientras Japón permanece en recesión desde hace años.
Debido a esas dificultades, en 2001 el comercio mundial cayó por primer vez en los últimos 20 años, situación que hace más difícil eliminar las barreras que
subsisten y que deben discutirse en la nueva ronda de negociaciones de Doha, prevista para concluir antes de 2004. Entre esas barreras están, en un lugar preponderante, los subsidios a los productos agrícolas.
Por otro lado, las inversiones extranjeras directas, que llegaron a su máximo nivel en 2000, con poco más de $1,3 billones (millón de millones), cayeron en 2001 a los niveles de mediados de los 90.
En ese contexto, muchos observadores señalaron que China, con sus altas tasas de crecimiento y el dinamismo de su economía, podría transformarse en la locomotora del crecimiento en la próxima década. Zhu Min, Gerente del Banco de China y asesor económico del presidente de ese país, informó que China creció un 8% el año pasado y tiene previsto un crecimiento de siete 7%, para 2002.
China es el principal receptor de inversiones extranjeras directas en el mundo y, por primera vez en su historia, más del 20 % de las inversiones en capital fijo provinieron del sector privado.
Pese a la creciente importancia de esa economía, Stephen S. Roach, Economista jefe de Morgan Stanley, una de las principales empresas de Wall Street, destacó que la economía mundial está más centrada en la de Estados Unidos, pues, desde 1995 ese país acumula un crecimiento de 64 %, pese al actual período de estancamiento.

GUERRA

En ese marco económico, sin perspectivas de una rápida recuperación, crece la preocupación entre empresarios y dirigentes mundiales por las consecuencias de un ataque a Irak.
«Una guerra contra Irak podría tener una repercusión negativa en una ya frágil economía global», advirtió un análisis presentado por los organizadores de la reunión de Davos.
Pero el Secretario de Estado Colin Powell, en una larga exposición, hizo una ardorosa defensa de una eventual guerra para «desarmar»  el régimen de Saddan Hussein.
La semana pasada, dijo Powell en Davos, el inspector de las Naciones Unidas para el desarme de Irak, Hans Blix, y el director de  la Agencia Internacional de Energía Atómica, Ali El Baradei, fueron a Bagdad para decirle al régimen iraquí que no estaba cooperando de manera adecuada con los inspectores. Iraq no ha hecho nada para dar a los inspectores la información que ellos necesitan para hacer su trabajo, dijo Powell. No hay indicación alguna de que Irak haya decidido cumplir su obligación de desarmarse, añadió.
Bert Heemskerk, presidente del directorio del Rabobank, le dijo a Powell, al concluir su exposición, que estaba de acuerdo con él en casi todo, pero que debería mostrar primero las evidencias de lo que había afirmado sobre Irak y entonces los europeos aceptarían participar en la guerra contra esa nación.

OTRA CARA

Mientras el foro empresarial se reunía en Davos, a más de ocho mil kilómetros, en la ciudad brasileña de Puerto Alegre, al sur del país, cerca de cien mil personas participaban en el III Foro Social Mundial (FSM), la otra cara de la moneda.
Creado en 2001, precisamente para discutir la visión del mundo de los excluidos de Davos, el FSM ha crecido en importancia, no solo por la enorme participación, sino por el debate de alternativas.
Fue el presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, el que sirvió, esta vez, de nexo entre Davos y Porto Alegre.
Lula, quien había reiterado en Porto Alegre su programa de lucha contra el hambre, agregó que iría luego a Davos a explicar en el foro empresarial sus puntos de vista.
En medio de las expectativas creadas por su triunfo electoral, Lula habló en la ciudad suiza sobre los cambios necesarios en el panorama económico y político internacional.
«Me siento muy cómodo con este tema: reconstruir la confianza», dijo Lula, al iniciar su discurso en Davos. Los esfuerzos para reactivar la economía brasileña de manera responsable no podrán ser plenamente realizados sin cambios importantes en el orden económico mundial, aseguró el presidente brasileño.
«Nosotros queremos libre comercio, pero el libre comercio es recíproco», y añadió que para asegurar el crecimiento, el país debe superar las limitaciones impuestas por el entorno económico, en particular seguir pidiendo préstamos para pagar lo que ya debe.
La necesidad de una mayor participación en el comercio mundial, destacada por Lula en su discurso, fue planteada también en Costa Rica, en el marco de las negociaciones de un tratado de libre comercio entre los países centroamericanos y Estados Unidos, la semana pasada en San José.
«Queremos decirle al país que no venimos aquí a hablar en contra del libre comercio», señaló un documento del Consejo de Defensa de la Institucionalidad (CDI), institución encabezada por el expresidente Rodrigo Carazo, presentado en vísperas de esa reunión.
«Venimos a proponer las condiciones indispensables para que ese libre comercio sea posible. En las condiciones actuales, acentuadas por las normas vigentes de libre comercio, los países en desarrollo se ven cada vez más excluidos y marginados de ese comercio», añadió el documento.
El resultado de esa tendencia es que más de dos tercios del comercio mundial está en manos de empresas transnacionales y la mitad de ese comercio se da entre filiales de esas empresas. «De mantenerse y agravarse estas condiciones, tendremos una participación cada vez más insignificante en el comercio internacional, como ha ocurrido al consagrarse las normas vigentes en materia de comercio internacional, con el consecuente empobrecimiento de nuestras naciones», una tendencia a la que, según el CDI, debe poner un alto en las negociaciones que se iniciaron en San José.

  • Gilberto Lopes 
  • Mundo
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