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Educación y poder de clase

La educación formal es una construcción cultural en la que se hace coincidir la inteligencia del ser humano con la visión de mundo dominante en una sociedad. Esta construcción está dirigida por intereses meramente políticos haciendo que la educación tenga un papel político específico. Este papel es  el de provocar la materialización de un perfil de ciudadano que legitime y permita el ejercicio del poder. Resulta entonces que en la educación formal no interesa tan solo el conocimiento, sino además exponer y materializar intereses políticos y económicos distintos de lo que es, propiamente, la reivindicación del ser humano a través del saber. La educación es un mecanismo del escenario vigente de poder con el que se persigue crear un espacio material óptimo para la gobernabilidad, dirigiendo la inteligencia del ser humano en una única dirección. Demostración de esto es la configuración del perfil de ciudadano costarricense hacia finales del siglo XIX.

La educación formal es una construcción cultural en la que se hace coincidir la inteligencia del ser humano con la visión de mundo dominante en una sociedad. Esta construcción está dirigida por intereses meramente políticos haciendo que la educación tenga un papel político específico. Este papel es  el de provocar la materialización de un perfil de ciudadano que legitime y permita el ejercicio del poder. Resulta entonces que en la educación formal no interesa tan solo el conocimiento, sino además exponer y materializar intereses políticos y económicos distintos de lo que es, propiamente, la reivindicación del ser humano a través del saber. La educación es un mecanismo del escenario vigente de poder con el que se persigue crear un espacio material óptimo para la gobernabilidad, dirigiendo la inteligencia del ser humano en una única dirección. Demostración de esto es la configuración del perfil de ciudadano costarricense hacia finales del siglo XIX.
Como un mecanismo del poder se definen, dentro de la educación, tanto el tratamiento de la información, como el currículo educativo. Así, se utilizan ciertas materias no para favorecer el crecimiento del que hacer científico, sino para proletarizar más la inteligencia del pueblo al producir rezagados y  desmotivación. Tanto el docente como el estudiante se convierten en víctimas y verdugos, producto de un mismo sistema de deformación, en el cual lo que se le enseña no tiene ninguna aplicación a lo diario, no es nada útil, y por ello, menos interesante aún. Como víctima de la educación formal en capitalismo, el joven percibe con poco valor e importancia las diversas materias que estudia en la secundaria. Para  él solo sirven para pasar el año, y tal vez tengan un mínimo de importancia para su formación universitaria futura…eso si es que estudia algo relacionado y, si no … no tendrán ninguna
Uno de los «fracasos» intencionales más descarados de la educación en el capitalismo consiste en no formular una visión de totalidad en la que se encuentre el sentido y valor a lo que se enseña en el aula. Este «fracaso» se traduce en una incapacidad real para comprender la realidad clasista de la sociedad en la que vive, pues la  capacidad de síntesis y crítica se sustituye por una perspectiva previamente definida desde la cual se piensa y  actúa.
De un modo intencional se ha introduce en el joven de secundaria una incapacidad de llegar a tener un mínimo de certeza en sus juicios. El joven actúa en un confuso reino de las apariencias; la verdad se le escapa, el mundo se le viene encima, lo que estudia no tiene sentido.
Se le proletariza la inteligencia, se le roba la dignidad de pensar el mundo en función del ser humano, pensándose a sí mismo en función del mundo. Ideología en su peor sentido, ese es el verdadero contenido general de la educación costarricense.
En la «educación» actual cada materia se entiende separada de las otras. Sin embargo, si la química no lleva a la biología, esta a la historia, aquella a la lengua, esta a la filosofía y a las bellas artes, simplemente no llevan a nada. La perspectiva, la materia específica no es más que eso y no lleva más que a una incapacidad radical de entender el todo, el mundo cotidiano.
El verdadero «defecto» políticamente mal intencionado de la educación pública en Costa Rica consiste en una descoordinación curricular. Esta impide al joven ver con interés todos los distintos conocimientos del ser humano. Por ello, el muchacho estudia para el examen, no para aprender… por ello se desmotiva y fracasa…se convierte en un buen ciudadano…y un pésimo ciudadano.
Deberemos aspirar, entonces, a una educación que, de modo coordinado, guíe al desarrollo de una síntesis crítica de la cotidianidad. Coherencia y coordinación, esto es lo que podemos exigir de la educación en un futuro.

  • Hermann Güendel
  • Opinión
Capitalism
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