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El cine secular costarricense

El sino de esta investigación es romántico, nostálgico y casi utópico. Pero más que un juego de esdrújulas, vale decir que la pretensión de buscar un siglo de cine en Costa Rica, es, como el título del libro lo señala, un espejo imposible.

El sino de esta investigación es romántico, nostálgico y casi utópico. Pero más que un juego de esdrújulas, vale decir que la pretensión de buscar un siglo de cine en Costa Rica, es, como el título del libro lo señala, un espejo imposible.
Sin embargo, María Lourdes Cortés, realiza un trabajo concienzudo y tenaz, y el resultado es una importante investigación que revela un aspecto oculto del quehacer artístico nacional.
El libro tiene diversos méritos. Primero el registro histórico, ordenado y sistematizado. Luego, la lectura de la autora, quien expone criterios sugerentes y describe circunstancias y situaciones. Segundo, la presentación y redacción del texto. Se trata de una obra bien escrita, amena y de fácil digestión, con una edición noble, que embarcan al lector en la aventura del cine, sin exponerlo a vericuetos de sobreentendidos, tecnicismos o academicismos somníferos.
 
 
Las cosas que se logran ver en este espejo imposible llaman a la relflexión desde diversas perspectivas.
¿Por qué, si en 1930 se realiza una película como El Retorno, que a la sazón podría competir con cualquiera de las buenas producciones de la gran industria internacional, tuvieron que pasar 25 años para que se volviera a producir un largometraje?
Aficionados y apasionados por el cine, los hubo desde el principio. Recursos ténicos y humanos también, o eran fáciles de importar, pero la industria no creció ni se consolidó jamás.
Si Costa Rica hubiera seguido el camino de El Retorno, quizás a estas alturas hubiera un Stanley Kubrick nacido en Bagaces, o un Franis Ford Coppola de la zona de Los Santos. Pero no fue así. Quizás por los acontecimientos políticos y económicos en el mundo, el libro no lo dice, pero es fácil suponerlo, Costa Rica tendría que esperar un mejor momento para volver a experimentar en el terreno incierto de la producción cinematográfica.
En 1955 aparece Elvira, la conflictiva película de muy inferior calidad a su antecesora y que ya deja ver el rumbo que seguirá la producción de cine en el país.
Las producciones esporádicas se sostienen. Pero el espíritu predominante no es el de trabajar en el séptimo arte, sino intentar ingresar en la industria de los huevos de oro.
El recuento de Cortés continúa hasta el 2002. Se ocupa no sólo de largometrajes y ficciones, sino también de documentales y producciones en vídeo.
Posiblemente por problemas de tiempo en la investigación, no se incluyó Password, una mirada en la oscuridad, uno de los trabajos más dignos e interesantes que se han realizado en estos cien años. Es quizás la gran pifia del libro.
Una obra imprescindible de biblioteca.

  • Manuel Bermúdez 
  • Los Libros
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