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Falun Gong no es un movimiento político y dista mucho de lo que en occidente se entiende como religión; sin embargo, según sus practicantes, su auge en China ha despertado la ira del Partido Comunista de ese país.
Kathia Guey, Wany Hu, Francisco Nadoore y Atxley Viau visitaron Costa Rica para dar a conocer que la práctica del Falun Dafa tiene sus orígenes en creencias milenarias de la antigua China.
En un viaje de miles de kilómetros, cuatro jóvenes chinos residentes en Canadá vinieron a Costa Rica, por vía terrestre, sólo para dar a conocer en qué consiste la práctica de auto cultivación conocida como Falun Dafa (o Falun Gong, como se conoce popularmente) y para denunciar la persecución que el gobierno de la República Popular de China hace en contra de este movimiento.
Kathia Guey, Wany Hu, Francisco Nadoore y Atxley Viau expresaron que, desde su perspectiva, su visita a Centroamérica es muy importante, ya que quieren derribar los mitos creados alrededor de su práctica espiritual.
Asimismo, manifestaron que una de las razones que los trajo hasta este país, es que la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) (de la cual forma parte Costa Rica) se reunirá en marzo próximo y ellos esperan que esta entidad emita una resolución de condena por las violaciones a los derechos humanos cometidas contra los miembros de Falun Dafa en China.
VERDAD, COMPASIÓN Y TOLERANCIA
Según Francisco Nadoore, la práctica del Falun Dafa es de auto cultivación y tiene sus orígenes en creencias milenarias de la antigua China. Esta incluye una serie de ejercicios físicos y de meditación, así como la aplicación de tres principios fundamentales: verdad, compasión y tolerancia.
«Mediante la aplicación de estos tres principios, el creyente de Falun Dafa mejora su vida diaria», aseveró.
Esta orientación apareció en China en 1992, de la mano del maestro espiritual Li Hong Zhi, quien desarrolló la nueva filosofía a partir de conocimientos que habían sido transmitidos de manera tradicional entre generaciones de maestros y discípulos.
Nadoore explicó que, durante los años 60, que estuvieron marcados por la «Revolución Cultural», el gobierno de China intentó, por la fuerza, imponer el ateísmo; no obstante, no pudo borrar más de cinco mil años de historia espiritual.
«El ateísmo provocó que se perdieran los valores morales y se acentuara el individualismo, lo que amenazó con destruir la sociedad. Con estos antecedentes, al aparecer Falun Dafa se había generado tal grado de sed espiritual, que la nueva creencia se propagó rápidamente: en tan sólo siete años llegó a tener más de 70 millones de seguidores en China.»
Aunque al principio el gobierno toleró a la nueva denominación, su rápida expansión amenazó en poco tiempo la hegemonía del Partido Comunista de China (PCCh), que cuenta con 40 millones de afiliados en todo el país (cuya población se aproxima a los 1.200 millones de habitantes).
Debido a ello, manifestó Kathia Guey, las autoridades lanzaron una amplia persecución contra los practicantes de Falun Dafa. «Desde entonces, el gobierno ha difundido una serie de mentiras acerca de la práctica, con tal de justificar sus acciones»
Por su parte, Atxley Viau, comentó que el ejecutivo comunista ha girado instrucciones a sus fuerzas de seguridad para que utilicen cualquier método para que los seguidores de Falun Dafa renuncien a sus creencias.
«Se creó la Oficina 610, la cual ha utilizado las peores formas de coacción para acabar con el movimiento espiritual. Desde entonces, se han encarcelado a más de 200 mil personas, 50 mil han sido enviadas a campos de trabajos forzados, cinco mil fueron internadas en hospitales psiquiátricos, con el pretexto de que sus creencias habían dañado sus mentes».
Los adeptos indicaron que el líder de su movimiento, Li Hong Zh, vive en Estados Unidos desde 1996, ya que tuvo que huir de su país. Sin embargo, la práctica de este culto sigue dándose en la nación asiática, sólo que de forma cada vez más secreta y anónima.
Wany Hu subrayó que la práctica del Falun Dafa crece día con día, principalmente entre los jóvenes y los profesionales; además, afirmó que muchos miembros del Partido Comunista son creyentes.
«Este movimiento no tiene reivindicaciones de tipo político y no es como otras religiones porque no implica ninguna práctica ritual».
Kathia Guey comentó que se ha extendido a más de 50 países; y a escala mundial, cuenta con más de 100 millones de creyentes.
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