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Burro amarrado contra tigre suelto

 

Gobierno de Estados Unidos y los gobiernos centroamericanos, más los sectores empresariales de estos, tienen que establecer en el corto plazo un acuerdo al que denominan Tratado de Libre Comercio Centro América – Estados Unidos.
Según los argumentos que nos esgrimen ambos sectores, con este acuerdo los beneficios serán de tal magnitud que nos sacarán del subdesarrollo; nuestras economías se insertarán en nuevas dimensiones dentro de la competitividad internacional; cada día será posible acceder a nuevos mercados, de forma tal que despegamos hacia nuevos niveles de desarrollo.
Ese discurso ya lo conocemos, eso mismo nos argumentaron a finales de la década de los años 50 del siglo XX; apostaron en ese entonces a formar mercados regionales, esto es: Mercado Común Centroamericano, Pacto Andino, MERCOSUR. En esos años, el argumento fue: Centroamérica entraría en una etapa de industrialización, se mejorarían las condiciones de vida y el empleo abundaría.
 
Para verdades el tiempo; lo que en esa época se instaló fueron ensambladoras como Firestone, Colgate, Gerber, Incatecu, Hilasal, Polymer, Avanti, etc. ¿Cuál fue el resultado? Un fomento del subdesarrollo y la dependencia a nuevos niveles, un incremento de la deuda externa, una crisis fiscal sin precedentes. Únicamente Costa Rica, en el primer lustro de los años 60 dejaba de percibir mil seiscientos millones de dólares por concepto de impuestos de aduana, porque había que «estimular» a las corporaciones industriales estadounidenses, por haber sido tan generosas al ubicarse en estas tierras.
La verdad sea dicha, nunca, absolutamente nunca, estuvimos estas sociedades centroamericanas en el camino de la industrialización; lo que sí ha sido cierto es que las empresas norteamericanas hicieron clavos de oro explotando nuestra mano de obra.
Cuando ese modelo se agotó, el gobierno de Reagan junto a los de Centroamérica, impusieron ya en los marcos del neoliberalismo, la Iniciativa de la Cuenca del Caribe; esto consistió en sembrar productos agrícolas no tradicionales (chayotes, fresas, flores, helechos, melones, piñas, caña india, etc.) y exportarlos a Estados Unidos libre de gravámenes. De nuevo el argumento, ahora sí, los agricultores pequeños y medianos tienen su gran oportunidad de saltar al desarrollo y fortalecer las economías centroamericanas.
¿Cuál fue el resultado concreto? Vinieron empresarios europeos y norteamericanos, compraron las tierras a pequeños y medianos agricultores y fueron ellos quienes sembraron y exportaron esos productos no tradicionales, y a los campesinos nuestros con sus familias los vimos engrosando las filas del desempleo, la prostitución, la economía informal, o siendo muy generosos se ubicaron como obreros en las plantas maquiladoras de las zonas francas o parques industriales. ¿Y el desarrollo de Costa Rica y del resto de Centroamérica? ¿Y dónde quedaron las mejores condiciones de vida que nos prometieron?
Hoy, nos vienen con el lenguaje de los Tratados de Libre Comercio y nos alegan que en un mundo globalizado tenemos que someternos a ellos o nos hundiremos en los pantanos de la pobreza.
Apelemos a la experiencia, desde hace ocho años Estados Unidos estableció un Tratado de Libre Comercio con México, reflexionemos. ¿La sociedad mexicana ha mejorado su nivel de vida? ¿Cuántas empresas de capital netamente mexicano han podido ubicarse en el mercado estadounidense? ¿Cómo viven hoy los campesinos a lo largo y ancho del territorio mexicano? ¿Ha disminuido México su deuda externa? ¿Acaso los Estados del Norte de México, como Sinaloa, Chihuahua y Monterrey, no son más que enormes parques industriales de empresas norteamericanas? ¿Ha despegado México hacia el tan ansiado desarrollo?
De igual manera, los gobiernos de Costa Rica y México suscribieron un Tratado de Libre Comercio hace ocho años. ¿Han mejorado los niveles de vida de la sociedad costarricense en razón de tal Tratado? ¿Sabían ustedes que de Costa Rica solo han podido acceder veinte empresas al mercado mexicano y de ellas sólo tres son de capital nacional, las otras son de capital transnacional (véase: Comex, 199, pág. 23)? ¿Sabía usted que la empresa que más exporta a México es INTEL, empresa norteamericana que disfruta de exceso de privilegios en nuestro país? ¿Han mejorado los niveles de desarrollo humano del sector agrícola, industrial, servicios, agro-industrial de Costa Rica por tener en vigencia un Tratado de Libre Comercio con el gobierno de México?
Como dice nuestro pueblo: «por la víspera se saca el día»; sabedores de estas realidades, llegamos entonces a la triste conclusión de que el discurso grandilocuente en torno al Tratado de Libre Comercio Centroamérica – EE.UU., no es más que «Burro Amarrado contra Tigre Suelto». ¡Que Dios nos tome confesados!

  • Gerardo Contreras
  • Opinión
FranceNeoliberalism
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