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El alemán Volker Skierka acaba de publicar «Fidel», la más reciente biografía sobre el presidente de Cuba, Fidel Castro, en la que reconoce su admiración por el carismático líder.
Volker Skierka asegura que Fidel Castro se caracteriza por su determinación, su inteligencia y su idealismo.
olker Skierka, escritor y periodista alemán, ha vivido buena parte de su vida en Latinoamérica y como tributo a la región escribió una biografía del presidente Fidel Castro, en la que profundiza sobre el comportamiento del máximo líder de la revolución cubana.
De la obra, en la que Skierka peca por su concisión, surge un retrato de Castro, quien a sus 76 años aún sostiene a la revolución, que atravesó por una de sus más serias crisis en la década de los 90, cuando perdió el apoyo económico de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), situación a la que sobrevivió con estoicismo.
He aquí la entrevista con el escritor alemán, publicada por Víctor Amela, en el diario La Vanguardia de España.
¿Cómo es Fidel Castro?
-Un jesuita. Un tipo muy, muy testarudo. Y un patriarca.
¿Jesuita?
-Sí. Lo educaron los jesuitas, y eso dejó una muy honda huella en él. Con los jesuitas, el joven Fidel estudió los textos de José Antonio Primo de Rivera, y a Mussolini, a Julio César y a José Martí.
¿Castro es joseantoniano?
-Los jesuitas eran anticomunistas y antiamericanos, como José Antonio. Y como los papás de Fidel, admiradores de Franco.
-Pero Castro se hizo comunista…
-No: la ideología de Castro es el fidelismo, ideología no escrita que mezcla a Carlos Marx, Ernesto Che Guevara, José Martí y a Simón Bolívar. Ah, ¡y a Don Quijote!
Bromea.
-Castro se ha comparado humorísticamente con Don Quijote. Tantas veces lo ha hecho ¡que deja de ser una broma! Parece decir: «Yo seguiré así hasta mi lecho de muerte».
Empecinado.
-La obstinación es lo que mejor define a Fidel Castro. Desde niño fue desafiante, irreductible. ¿Quiere una anécdota ilustrativa?
¡Por favor!
-En el colegio apostó a que era capaz de lanzarse a toda velocidad con una bicicleta contra una pared. Y, como dice García Márquez, «Fidel Castro siempre viene a ganar».
O sea, que se estrelló contra la pared.
-Sí. Y cayó inconsciente, claro. Tardó varios días en reponerse de la conmoción.
¡Qué bruto!
-No: un cabezón, y nunca mejor dicho . Dueño de una furiosa determinación.
¿Y por qué dice usted que es un patriarca?
-Su padre era un patriarca, un duro luchador gallego al frente de una hacienda, y Fidel actúa igual que su padre: patriarcalmente, pero en su caso la hacienda es la isla.
Un caudillo, un dictador.
-Decir eso sin ahondar un poco más es frívolo, superficial y no explica toda la verdad.
¿Por qué?
-En el período 1991-98, al dejar de recibir ayuda soviética, el PIB de Cuba cayó un 34 %. En cualquier país del mundo eso hubiera conllevado una revolución. Pero la población cubana quedó tranquila. ¿Por qué? Porque la mayoría de la gente confía en Fidel.
-¿Es un mago, un hipnotizador?
-Es, para los cubanos, la persona que les dio una forma de dignidad. Cometerá mil errores, pero se los perdonarán siempre, porque con Castro, por primera vez en su historia, el pueblo cubano se sintió digno.
Pero si pasaron a depender de la URSS.
-Con la URSS hubo dependencia político-económico-militar, sí, pero ni un solo metro cuadrado de la isla perteneció jamás a la URSS ni a ruso alguno. En la etapa de Batista, casi toda la isla era de americanos.
¿Es una cuestión de orgullo territorial?
-De orgullo territorial, de independencia y de dignidad. Y ese rédito ante el pueblo cubano le durará a Fidel Castro toda su vida. Cuba no es comunista, es fidelista.
Pues que convoque elecciones libres.
-Obtendría el 70 por ciento de los votos.
Pues con más razón.
-Olvídelo: él jamás las convocará.
¿Por qué?
-«Que lo haga mi sucesor», ha dicho. Él no puede hacerlo, entiéndalo: un patriarca jamás se subordina a una votación.
Da dignidad a los cubanos, pero les secuestra las libertades personales.
-Es el precio que los cubanos pagan.
¿Y pagan a gusto un precio tan alto?
-Los cubanos son pobres, pero saben que es más horrible la miseria que se vive en Lima, Caracas, Ciudad de México o Río de Janeiro. Temen, en un mercado libre, quedarse sin su sistema social y de salud.
¿Y qué pasará cuando Castro muera?
-Podría sucederle su hermano Raúl, o una «troika», o Ricardo Alarcón (responsable de contactos no oficiales con Estados Unidos), o Carlos Lage, un tipo que me impresionó.
¿Por qué?
-Tiene 50 años y es quien ha ido sacando a Cuba de la crisis. Es pensativo, sereno, observador, frío: todo lo contrario de Castro. Puede trazar una tercera vía desde el fidelismo.
¿Por qué decidió hacerle una biografía a Fidel?
-Su supervivencia política me fascinaba. Y hoy siento un gran respeto por su vida.
¿Ha podido conocerle personalmente?
-Le pedí una entrevista y me fue denegada. Escribí el libro, lo publiqué en Alemania y en Cuba me negaron el visado durante un año porque estaban leyéndolo, seguro. Cuando volví, estaba como invitado en la embajada alemana y se presentó allí Fidel, con Lage.
¿Habló con usted?
-Le dije: «Mi libro no contiene la entrevista que le pedí». Se rió por la ironía y me dijo: «A veces deciden cosas sin mí». Su presencia impresiona. Está frágil físicamente, pero es inteligente, irónico, sutil, preciso.
¿Le gustó a Fidel esta biografía suya?
-Sólo me dijo: «Unas cosas me enojaron y otras me gustaron». Hoy me alegro de que no me concediese la entrevista, porque pierdes objetividad, porque el biografiado busca embellecerse.
Dígame ¿quién ha sido la persona más importante en la vida de Fidel Castro?
-Su madre. Era una mujer muy religiosa. Fidel chocó con su padre, quizá porque ambos se parecían demasiado. De su madre, Fidel ha hablado siempre con suma dulzura.
¿Cómo ha tratado Fidel a las mujeres?
-Mal. Estilo macho ibérico. Ya dijo él que su única compañera era la Revolución.
Si se constituye un tribunal penal internacional, ¿habría que juzgar a Fidel Castro?
-Mire, todos los grandes hombres de la historia y de la política son culpables. Lo que él afirma es esto: «¡La historia me absolverá!»
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