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Como un fracaso más de ciertos economistas (de los muchos que han tenido) se califica la imposición del proceso de «globalización» en la producción y el comercio internacional, en vista de que las condiciones para el otorgamiento de asistencia financiera que imponen el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, han devenido en una mayor concentración del poder en manos de insaciables empresas transnacionales, mientras se deja por fuera de las decisiones y los beneficios, a los pueblos y países pobres.
Aunque quizá sea correcta la apreciación de los que dicen que no ha habido tal fracaso; que más bien todo constituye un triunfo de las corporaciones y sus adláteres que gracias a su «buen trabajo» han logrado aumentar sus ganancias. El que ello se hubiere dado al tiempo que se daba un retroceso en las economías de los países, no es más que una inevitable y esperada consecuencia, por lo que (según su perspectiva) no hay de que preocuparse. Lo importante es hacer dinero…»aunque sea deshonestamente».
En fin, lo cierto es que las desigualdades se están profundizando y la pobreza sigue creciendo, trayendo consigo el desasosiego social y la consecuente represión en los Estados subdesarrollados.
Para la temible CIA («Global Trends 2015») como consecuencia de la globalización, «Regiones, países y grupos que se sienten dejados de lado, enfrentarán una profundización de su estancada economía, inestabilidad política y alienación cultural. Ellos fomentarán extremismos políticos, étnicos, ideológicos y religiosos, acompañados de la violencia que generalmente los acompaña.» Y agrega: «A los Estados Unidos, en su calidad de poder global, no le quedará más alternativa que el de contratar actores principales y enfrentar problemas en ambos lados de la creciente brecha económica y digital que dividirá al mundo del 2015, cuando los beneficios de la globalización estarán muy lejos de ser globales». Y siguen diciendo: «Las tendencias hacia los mercados libres y la apertura reglamentaria que permitirá que se disparen los mercados financieros, aumentará la posibilidad del nacimiento de sentimientos encontrados y expondrá a los países individuales a los amplios vaivenes del mercado global. Cualquiera de estos podría iniciar una crisis financiera.»
Así, para su «consumo interno», la National Foreign Intelligence Board, al advertir al gobierno estadounidense acerca de las consecuencias de la globalización, reconoce que tal proceso traerá consigo consecuencias ligadas a la desigualdad y la pobreza. Que, contra lo pregonado por sus promotores, no hay tal desarrollo global.
Según el International Forum on Globalization, estos resultados se pueden verificar después de 20 años de aplicación de las medidas económicas que caracterizan el proceso globalizador. «Desde 1980, el estancamiento económico ha afectado a 100 países, reduciendo el ingreso de 1.600 millones de personas. Para 70 de esos países, el ingreso promedio era menor a mediados de los 90 de lo que era en 1980, y para 43 de ellos, menor que el que tenían en 1970», según informe de la ONU sobre el desarrollo humano.
Estamos pues avisados. Los que promueven y manejan los tratados de libre comercio, la apertura comercial, la privatización de los servicios públicos, la economía neoliberal, las «academias centroamericanas» y otros, saben muy bien cuál es su tarea y cuáles las consecuencias de sus acciones: hacer más ricos a los ricos de las transnacionales y más pobres a los pobres de todos los países, sean estos desarrollados o subdesarrollados.
Tiene pues mucha razón la CIA en advertir a su gobierno acerca de las tendencias mundiales, en un mundo en que la globalización de la pobreza se extenderá hacia todos los confines del planeta.
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