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EE.UU. en Irak: Una guerra perdida antes de terminar

El disgusto por esta guerra es general en todo el mundo.

El disgusto por esta guerra es general en todo el mundo.
A una semana de la guerra contra Irak, las protestas civiles en oposición a la guerra, continúan en todas partes del mundo.
Lo único seguro de esta guerra es su resultado, dijo el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Donald Rumsfeld. Naturalmente, Rumsfeld estaba pensando en el fin del régimen de Saddan Husein. Pero, si se mira con atención, el resultado  de esta guerra podría ser muy distinto y carecer de fundamento el optimismo del Secretario de Defensa.

¿Cómo se gana esta guerra? ¿Derrocando a Husein, capturándolo, matándolo? Cumplida la tarea, ¿se habrá ganado la guerra? No falta quienes sugieren que una guerra como esta, librada delante de los ojos del mundo en las pantallas de televisión, no puede ganarse si no se consigue la voluntad mayoritaria de la opinión pública internacional.
 

PROTESTAS

Pero lo que los mismos medios de prensa muestran es un disgusto cada vez más extendido contra la guerra en todo el mundo, como nunca se había visto. Cumplida la primera semana del ataque a Irak, las manifestaciones de protesta contra este ataque se multiplican, en primer lugar, en Estados Unidos, donde multitudes salen a las calles todos los días, en San Francisco, en Washington, en Nueva York y en los más diversos rincones del país.

En Europa, los jefes de gobierno de Inglaterra y España, los dos países más cercanos a Washington en esta aventura, enfrentan también todos los días las protestas de sus ciudadanos. En Barcelona se reunieron la semana pasada unas 750.000 personas para reclamar contra la posición del gobierno en esta guerra.

En Alemania, país que, junto con Francia, encabezó la resistencia europea a la invasión de Irak, las protestas contra la guerra se extienden por toda su geografía, en apoyo a la  posición de sus gobiernos. En Italia las  manifestaciones han recorrido las principales ciudades del país, reuniendo a millones de personas contra la guerra.

En Asia, centenares de miles han salido a las calles en India y Pakistán, lo mismo que en Indonesia, el país con mayor población musulmana en el mundo. El martes pasado, cerca de un millón de personas protestó en Siria, país vecino a Irak. Turquía, país clave los planes de ataque de Washington, negó finalmente la autorización para que las tropas norteamericanas se instalaran en su territorio e incursionaran desde ahí en el norte de Irak, pese a una oferta de 5.000 millones de dólares a cambio de esa autorización.

El resultado de la posición turca ha sido una situación militar mucho más complicada en esa zona, donde operan, además, dos agrupaciones kurdas con posiciones enfrentadas respecto a las relaciones con el gobierno de Husein.

Las protestas se han sucedido también en América Latina, desde Chile, Argentina y Brasil, hasta México. En Costa Rica, casi diariamente se celebra algún acto en contra de la guerra y las manifestaciones se realizaron delante de la embajada norteamericana y de la casa del presidente Abel Pacheco, cuya decisión de sumar Costa Rica a una lista de países que apoyan la guerra, ha desatado un conflicto político en la Asamblea Legislativa.

La posición del gobierno de Costa Rica probablemente se explique por la carta que el  Departamento de Estado envió a los países considerados amigos, definiendo los términos en que deberían manifestarse sobre el conflicto. En la carta, difundida por el diario español «El Mundo» y reproducida por medios de otros países, se indicaba, inclusive, la necesidad de evitar palabras como «condena» y otros términos.

Las consecuencias de esa ola de rebelión desatada por el ataque a Irak es aún   impredecible, pero la amplitud de las protestas y la manera como se han extendido por todo el mundo representan una derrota de imprevisibles consecuencias para Washington.

Analistas que revisan el desarrollo del acontecimientos no dejan de destacar que lo que podría ser considerado como una manifestación de fuerza de Estados Unidos es, en realidad, una muestra de su debilidad y aislamiento internacional, que le impidió lograr el apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para un proyecto que legitimara el ataque a Irak.

La decisión de seguir con los planes de iniciar la guerra contra el gobierno de Saddan  Husein, sin el respaldo de la comunidad internacional, solo contribuyó a agravar ese  aislamiento.

ERROR DE CÁLCULO

En el plano militar, Saddan Hussein no presentó resistencia a los avances de las tropas norteamericanas e inglesas por el desierto, pero la situación se complicó en las ciudades.

Ni en Basora, la segunda más importante de Irak, ni en otras ciudades al sur y norte del país, los ciudadanos se levantaron en contra de Husein ante la proximidad de las tropas invasoras. Por el contrario, la resistencia obligó a una ocupación militar que estaba aun en pleno desarrollo en Basora y en otras localidades, mientras se anunciaba la amenaza de una catástrofe humanitaria, con millones de personas sin agua y sin comida, en medio del caos.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), estimó que por lo menos 100.000 infantes corrían el riesgo de enfermarse en Basora, como consecuencia de la falta de agua potable.

Testigos de la prensa internacional relataban lo ocurrido durante la ocupación del puerto de Um Qasr, a solo dos kilómetros de la frontera con Kwait. La ciudad lucía fría, gris, inmunda, un lugar sombrío que nadie imaginaría nunca digno de ninguna batalla, decían.

Fue finalmente el 42.º Comando inglés, con experiencia en combates urbanos en Irlanda del Norte, el que tomó el control del puerto, el único con que cuenta Irak. La gente salía de sus casas con una mirada asustada, pidiendo comida. Tras el paso de las tropas, reinaba la más completa inseguridad en la región. Ninguna carretera de la zona, en estos momentos, es segura, decían militares británicos. Sin embargo, otras fuentes, inclusive, desmentían el control del puerto por las tropas inglesas o norteamericanas.

Los testimonios indican que las tropas extranjeras eran recibidas como fuerzas        invasoras, y no como libertadores, con acciones de guerrilla alrededor de algunas ciudades, sobre todo en el norte, donde operan las fuerzas de élite norteamericanas.

Las consecuencias que esto tendrá para el desarrollo de la guerra y el control definitivo del país podrían ser muy grave. Del punto de vista político, se transformaría, nuevamente, en una derrota para el presidente Bush. Esta guerra no se gana ocupando finalmente las ciudades iraquíes, sino mostrando al mundo que se ha conquistado el corazón de los ciudadanos de ese país. Hasta ahora, sin embargo, nada indica que eso sea así; por el contrario, las señales de una resistencia insospechada señalan lo contrario.

ARMAS QUÍMICAS

Por otro lado, mientras se extiende la presencia norteamericana e inglesa en el país, aumenta la expectativa entorno a revelaciones más precisas sobre la posesión de armas de destrucción masiva por parte del régimen iraquí.

Hasta ahora no ha habido ninguna indicación de que eso sea así, aunque todos esperan los momentos decisivos de la guerra, en particular la batalla en torno a Bagdad, como una especie de prueba final sobre la eventual posesión de ese tipo de armamento por parte de Irak.
Una evidencia definitiva de que Saddan Husein no posee armas prohibidas por las Naciones Unidas vendría a asestar un nuevo golpe a la campaña de Washington y Londres para justificar su  ataque.

  • Gilberto Lopes 
  • Mundo
Guerrilla
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