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Asilado en Costa Rica, temeroso por su vida, que le parece amenazada en su país, el presidente de la Central de Trabajadores de Venezuela, Carlos Ortega, se mostró preocupado por los problemas internos de la Coordinadora Democrática (CD), el órgano de oposición que dirigió la huelga contra el presidente Hugo Chávez, en diciembre y enero pasados.
«Me preocupan los problemas internos de la Coordinadora Democrática (CD), hay que apartar las diferencias de carácter personal y preservar su unidad», afirmó el presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), Carlos Ortega, uno de los principales líderes de la oposición en ese país.
Durante dos meses, entre diciembre y febrero, Ortega, junto con Carlos Fernández, presidente de la Federación de Cámaras (Fedecámaras) encabezó un paro nacional cuyo objetivo era deponer al presidente Hugo Chávez. Apoyado por un sector importante de los trabajadores petroleros, la principal industria del país, la oposición trató de ahogar la economía venezolana y obligar así al presidente Chávez a renunciar.
Pero el paro no fue capaz de arrastrar a otros sectores de la economía, ni los servicios, y pese al apoyo de un sector importante de la población, al final se mostró incapaz de alcanzar sus objetivos. Paulatinamente el gobierno retomó el control de Petróleos de Venezuela (PDVSA), despidió a los dirigentes huelguistas, reorganizó la empresa y obligó la oposición a deponer el paro.
Los opositores contaron con el apoyo de los medios televisivos y los dos principales periódicos del país, que durante los dos meses de huelga se transformaron en los principales promotores del paro. En los medios se dijo de todo contra el gobierno y los canales de televisión llegaron a extremos que difícilmente hubiesen sido aceptados en ningún país democrático.
Sin embargo, el fracaso de la huelga puso a la oposición en condiciones difíciles. Sus dos principales dirigentes, Carlos Fernández y Carlos Ortega, fueron acusados por la justicia de diversos delitos. Fernández se encuentra detenido, con la casa como cárcel, pero Ortega prefirió abandonar el país. Para eso se refugió en la embajada de Costa Rica en Caracas, donde pidió asilo.
La semana pasada viajó a San José, donde fue recibido por el expresidente Luis Alberto Monge, que lo hospedó en su casa. Fui allí donde Ortega explicó a la prensa su decisión y dio sus puntos de vista sobre la situación de Venezuela.
TEMOR
El dirigente sindical defendió su decisión de asilarse al asegurar que el gobierno había dado directrices «muy precisas» para asesinarlo. Ortega habló incluso de la contratación de «sicarios» para eso. Empero, Ortega no aportó prueba alguna sobre la que afirmaba, ni el gobierno del presidente Chávez ha utilizado este tipo de acciones contra la oposición, pese a la gravedad de las confrontaciones.
El otro líder de la CD, el empresario Carlos Fernández, ha sido acusado ante los tribunales y tiene orden de detención domiciliaria.
Ortega, sin embargo, estimó que podía «serle más útil a mi país y a mi familia vivo», al explicar su pedido de asilo, una posibilidad que, en el pasado, había rechazado.
Ahora, desde acá, tiene el desafío de rearticular la oposición. «El problema de Venezuela no es la CTV, ni Fedecámaras, afirmó. «Hay que apartar las diferencias de carácter personal, hay que preservar la unidad de la CD. No podemos estar hablando de candidaturas presidenciales ahora, ya habrá tiempo para eso», añadió, asegurando que por ahora no está planteada su aspiración a la presidencia de Venezuela.
PERSPECTIVAS
La oposición apunta a lograr que, en un referéndum que de acuerdo con la Constitución podría celebrarse en agosto, cuando Chávez cumpla la mitad de su mandato, se convoque a nuevas elecciones. «Si no salimos de ese régimen van a venir tiempos muy duros», pronosticó Ortega, quien se advirtió sobre el posible cierre de medios de comunicación y asesinatos de dirigentes opositores.
Por su parte, el gobierno ha propuesto una ley para regular el funcionamiento de los medios, que fueron la punta de lanza del paro y adoptaron una política de comunicación extrema, alejada de cualquier preocupación por la veracidad de los hechos o el equilibrio en las noticias. No obstante, a la oposición le preocupa perder esa arma de la que sacó enorme provecho durante los meses de paro.
Con respecto al número de personas muertas en los enfrentamientos ocurridos durante las manifestaciones de protesta, tanto el gobierno como la oposición le echan la culpa al otro de estos hechos.
ACUSACIONES
Carlos Ortega, por otro lado, arremetió contra Chávez una y otra vez, acusándolo de ser «el mayor corrupto que ha parido Venezuela», de ser el «amo y dueño del país».
Consultado sobre las acusaciones de corrupción de que ha sido objeto, así como contra su partido, Acción Democrática (AD), Ortega rechazó las afirmaciones. «No soy corrupto, pero Chávez y su familia no pueden decir lo mismo; las administraciones anteriores son niños de pecho comparadas con esta», agregó.
Consultado una y otra vez sobre los errores cometidos por la oposición durante el paro y sobre la nueva estrategia a seguir, Ortega prefirió no contestar. Por el contrario, se refirió a la situación del país, señalando que «la responsabilidad del fracaso no se circunscribe a la CTV ni a los factores democráticos de Venezuela, sino a la política errada en materia económica del gobierno». Y citó el déficit fiscal, que oscila entre el 7 y el 9 por ciento del Producto Interno Bruto, el desempleo y el deterioro de los salarios.
Ortega tratará de mantener desde acá los esfuerzos de la oposición por poner fin al gobierno de Hugo Chávez en Venezuela.
Además, el líder de la oposición venezolana tiene previsto viaja, en las próximas semanas, a Estados Unidos y España, dos países que no ocultan su apoyo a la oposición, y a la sede de la Unión Europea, en Bruselas.
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