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Después del saqueo de bienes culturales en Irak, queda la interrogante de cómo está preparado el mundo para prevenir estos embates al acervo histórico.
La mezquita de Samarra en Irak, es una muestra del tesoro cultural de esa nación.
Miles de víctimas inocentes ocuparon durante varias semanas los titulares de los medios de comunicación mientras transcurría el conflicto armado en Irak. Testigos silenciosos cuyo dolor fue su única voz ante los ojos de la comunidad internacional, pendiente de cada detalle de la guerra.
Sin embargo, en medio de tanto dolor y muerte, la cultura mundial también sufría un fuerte impacto.
Tesoros invaluables de la historia no sólo de Irak sino del mundo, fueron también víctimas del conflicto bélico.
El saqueo a manos del vandalismo civil que sufrió el Museo Nacional Iraquí en Bagdad, así como el incendio a los archivos nacionales y los severos daños provocados a la Biblioteca Nacional, son tan sólo unos ejemplos del caos provocado por la acción armada.
Para la Jefa del Departamento de Proyección Museológica del Museo Nacional, Marlin Calvo, es lamentable que la mayor parte de los saqueos y los incendios a los centros de documentación histórica hayan sido producidos por gente común.
Bagdad es considerada la «cuna de la Humanidad». Por su valor arqueológico e histórico, muchos de sus sitios son catalogados patrimonio de la humanidad; sin embargo lo ocurrido evidencia la vulnerabilidad de la cultura ante este tipo de embates, muy a pesar de las promesas hechas por las autoridades culturales mundiales para proteger este legado histórico.
«Las bibliotecas, los archivos y los manuscritos deben ser preservados como partes esenciales del rico legado de Irak», había manifestado Koichiro Matsuura, Director General de la UNESCO.
Pero, según Calvo, no siempre es tan fácil proteger el patrimonio, mucho menos en condiciones de guerra.
Consideró que en este sentido los países suscritos a la Convención de La Haya de 1954 destinada a proteger los bienes culturales en caso de conflicto armado, así como la Convención de la UNESCO de 1970, deberían posibilitar la protección, pero cuando se trata de robo o comercio ilegal es muy difícil establecer controles rápidos en casos como los de Irak.
La convención de La Haya contiene dos protocolos, uno destinado a la protección de los bienes en caso de guerra, y otro a las medidas preventivas que se deben tomar en tiempos de paz.
«Se ignoró la de La Haya que concede a los ocupantes responsabilidades precisas de tutela del patrimonio cultural de los perdedores» afirmó a la prensa Giovanni Bergamini del Museo Egipcio de Torino, quien excavó por 20 años en Iraq.
Ante la consulta sobre la posibilidad de recuperar estos bienes, Marlin Calvo del Museo Nacional consideró que si bien los convenios son muy importantes no siempre el trámite es tan rápido al interior de los países. «En el caso de Irak lo mejor era actuar con prontitud», manifestó. Así mismo, agregó que «lo único práctico y viable sería establecer firmes controles en las fronteras, en las aduanas o pasajeros en tránsito, que viajen con objetos de dudosa procedencia y que se clasifiquen de valor cultural».
«Es muy posible que muchos objetos robados ya hayan salido del país, entonces se deben fortalecer los controles en las aduanas», aconsejó Calvo. Cabe la posibilidad de que los dueños de los objetos robados no tengan siempre registros confiables o no presenten pruebas contundentes que certifiquen la pertenencia de esos objetos, lo que dificultaría hacer el reclamo correspondiente.
«No se puede decomisar mercadería con supuestos», enfatizó.
Esta labor policiaca la pueden asumir los países con mayor rigurosidad, amparados a los acuerdos internacionales establecidos para proteger el patrimonio cultural.
Hasta el momento, ante la preocupación de arqueólogos y directores de museos del mundo por la catástrofe ocurrida en Bagdad y otras ciudades iraquíes, la UNESCO en coordinación con la INTERPOL y el FBI, iniciaron investigaciones sobre los motivos que mediaron en este tipo de actos; sin embargo, muchos consideran que a pesar de los esfuerzos, el daño hecho a la cultura mundial es irreparable.
Según datos oficiales, el museo de Bagdad albergaba unas 150.000 piezas procedentes de las civilizaciones más florecientes de Mesopotamia.
Se informó además que los museos de Mosul y Tikrit fueron «saqueados, destruidos o incendiados».
En entrevista a la agencia de noticias AFP, el profesor de Arqueología de la Universidad de Bagdad manifestó que entre los objetos robados figuran el «Arpa de Ur», una pieza de plata de 4.000 años de antigüedad, un jarrón sumerio de Uruk y una estatuilla de bronce de la época akkadiana.
El director del FBI Robert Mueller manifestó a la agencia EFE que su oficina ayudará a recuperar las antigüedades robadas y aseguró que sus agentes cooperarán con la INTERPOL en el seguimiento de ventas «tanto en el mercado negro como en el mercado legal».
Según datos oficiales, el tráfico ilícito de bienes culturales está considerado como la segunda mafia más grande en el mundo, después del tráfico de drogas.
Los mercados negros más grandes proceden de países como Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Bélgica, Francia e Italia.
PROTECCIÓN EN EL ÁREA
Ana Lorena Herrera, funcionaria del Ministerio de Cultura y contraparte del convenio de cooperación entre Costa Rica y la UNESCO, se mostró preocupada por la vulnerabilidad de la cultura ante estos actos.
Asimismo, explicó que evidentemente este tipo de hechos fomentan la tráfico ilegal. «El mercado negro para este tipo de bienes es muy grande», manifestó.
Sin embargo, aclaró que Costa Rica, junto con el resto de países de la región, hacen grandes esfuerzos para proteger el patrimonio arqueológico.
«Se está capacitando a los agentes de las fronteras y aduanas para evitar el saqueo del patrimonio mundial», afirmó.
Pero luego de lo acontecido en Irak, queda la interrogante de cómo está preparado el mundo para prevenir estos embates a la cultura.
Marlin Calvo dijo que «en la medida en que haya leyes protectoras existe un respaldo, un asidero legal» el cual deberá especificar responsabilidades y contar con recursos para lograrlo.
Por su lado Miguel Herrera, director de Patrimonio del Ministerio de Cultura de Costa Rica, lamentó que aún cuando se sabía que habría una guerra, Irak no hiciera nada para proteger sus bienes.
Dicho país ratificó el protocolo de La Haya desde 1967, con lo cual se justifica más una actitud preventiva ante los rumores de la guerra.
Sin embargo, todos los países deben ser responsables de la protección del patrimonio, independientemente del bando al que pertenezcan. Es muy posible que en Irak muchos quieran olvidar las secuelas bélicas, pero la memoria colectiva resguardada en sus monumentos y sitios históricos ydocumentales, no debe ser borrada bajo ningún pretexto, es parte de la paz que todos buscamos.
Una ley en favor de la cultura
La Convención de la Haya señala que: «Los Estados partes salvaguardarán sus propios bienes culturales contra los efectos previsibles de un conflicto armado.»
«Los Estados Parte también respetarán todos los bienes culturales, absteniéndose de utilizarlos para fines que puedan exponer dichos bienes a destrucción o deterioro, en caso de conflicto armado y absteniéndose de todo acto de hostilidad respecto de tales bienes.»
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