Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Concluida la ocupación militar de Irak, la situación internacional se tornó más compleja, a raíz de las repercusiones políticas de esa invasión y las amenazas de nuevas operaciones militares contra Cuba.
Fidel Castro Castro detalló las actividades de James Cason, de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, desde septiembre del año pasado hasta el 2 de abril, cuando ocho personas secuestraron la lancha Baraguá
La invasión de Irak estremeció diversos escenarios de la política internacional, desde las Naciones Unidas hasta la Alianza Atlántica y renovó un viejo conflicto, no resuelto, estimulado por los esfuerzos de la Casa Blanca por acabar con el régimen de Fidel Castro.
La decisión del gobierno de Cuba, de aplicar la pena de muerte a tres secuestradores de un barco en abril pasado, le añadió un nuevo elemento al debate, en el que dos cartas -la del premio Nobel de literatura José Saramago y la del escritor uruguayo, Eduardo Galeano- fueron las muestras de hasta dónde los acontecimientos generaron una nueva situación política. Tradicionalmente identificados con la revolución cubana, ambos decidieron tomar distancia a raíz de esos fusilamientos, lo cual desató también una enorme polémica en torno al tema y a la situación internacional.
HASTA AQUÍ
Saramago, en una corta carta publicada en el diario español «El País», decía: «Con Cuba, hasta aquí».
Galeano habló un poco más y dijo: «Tiempo de muy malas noticias: por si teníamos poco con la alevosa impunidad de la carnicería de Irak, el gobierno cubano comete estos actos que, como diría don Carlos Quijano, «pecan contra la esperanza». Se refería al fusilamiento de los secuestradores y a las condenas impuestas a un grupo opositor, entre ellos algunos periodistas.
Después, firmaría también otro documento, que circula por América, y destinado «A la conciencia del mundo». El documento denuncia «una dura campaña contra una nación de América Latina», el «acoso contra Cuba» y la amenaza de una invasión, exigiendo respeto a su soberanía e integridad territorial. Lanzado por el intelectual mexicano, Pablo González Casanova, el texto está firmado por los galardonados con el Premio Nobel Rigoberta Menchú, Nadine Gordimer, Adolfo Pérez Esquivel y Gabriel García Márquez, y una larga lista de intelectuales latinoamericanos. Entre ellos, Galeano.
BUSH Y HITLER
En medio de ese tenso contexto, una polémica surgida en Uruguay vino a poner sobre la mesa nuevos aspectos del debate.
El director del diario «La República», Federico Fassano, dio una larga respuesta al embajador estadounidense en Montevideo, Martin Silverstein, que lo había acusado de carecer «de toda medida de integridad periodística» por comparar a George Bush con Adolfo Hitler.
«El señor embajador de los EE.UU. en Uruguay dice, en su comunicado contra el diario La República, que está consternado por la comparación de su presidente con Hitler, explicando que lo que está haciendo Bush en Irak es lo mismo que hizo EEUU al liberar a Europa del nazismo», afirma Fassano. Y agrega: «Creo que es un insulto a la inteligencia comparar al brillante creador del New Deal, Franklin Delano Roosevelt, con este energúmeno del poder que en nombre de las ideas mata las ideas, pero con los hombres adentro».
Roosevelt, dice el periodista uruguayo, «ingresó a la guerra con la legitimidad que le daban todos los pueblos que se enfrentaron a la barbarie nazi».
Y añade: «Bush hace lo mismo que Hitler, no lo mismo que Roosevelt. Bush viola todas las leyes internacionales, se enfrenta a las Naciones Unidas e invade al igual que Hitler a una nación cuasidesarmada que no lo agredió en momento alguno».
La carta de Fassano es un documento que agrega muchos otros puntos de vista sobre las similitudes entre el gobierno de Bush y el de Hitler, así como sobre el carácter del grupo instalado en la Casa Blanca, desde el vicepresidente Dick Cheney hasta el Secretario de Estado, Colin Powell.
CASTRO ACUSA
El presidente cubano, Fidel Castro, retomó el tema en una larga comparecencia en la televisión de su país, el pasado 25 de abril, en la que explicó su posición frente a los hechos que han ocurrido en los últimos meses en la isla, en el marco de un nuevo orden internacional.
Castro acusó al entonces Secretario de Estado adjunto para América latina, Otto Reich, de origen cubano y vinculado a los contras en los años 80, de haber nombrado a un hombre suyo, James Cason, al frente de la oficina de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, con la misión de tratar de crear un partido que unificara a todos los sectores de la oposición isleña.
Después se supo que miembros de la seguridad cubana, infiltrados entre los grupos de oposición, revelaron, con detalles, las maniobras de Cason para organizar y financiar esos grupos.
Castro hizo un amplio relato de las actividades de Cason en Cuba, desde el 10 de septiembre del año pasado hasta el 2 de abril, cuando ocho personas secuestran la lancha Baraguá, con 50 personas a bordo. Esto ocurrió en medio de una serie de secuestros de aviones de la isla, llevados luego a Estados Unidos, donde los secuestradores quedaron en libertad.
Fueron precisamente tres de los ocho secuestradores de la lancha, los fusilados días después.
«El jefe principal de los secuestradores de la nave de pasajeros había estado implicado en 15 procesos o expedientes penales por delitos de carácter común, en varias ocasiones fue sancionado a penas de cárcel, 28 veces fue advertido oficialmente por asedio a turistas y en 119 ocasiones fue conducido a las estaciones de policía por diferentes causas», dijo Castro.
«El segundo fue procesado cinco veces por delitos comunes y sancionado en cuatro de ellos».
«El tercero estuvo envuelto en siete procesos penales, entre ellos uno por agresión con arma blanca a un trabajador de la construcción -era un jefe de microbrigada de la que estaban construyendo-, como consecuencia de la cual éste murió».
La aplicación de la pena de muerte a esos tres acusados, y la condena a unos 70 integrantes de grupos opositores, contribuyeron a ahondar la polémica en torno a la situación en la isla, pero, sobre todo, dio un nuevo giro al debate sobre la situación internacional.
En medio de los cambios profundos que ocurren, la crisis en Irak sigue demandando la atención mundial. Mientras Estados Unidos trata de crear un gobierno capaz de dirigir el país, integrado por la oposición a Saddan Husein, las Naciones Unidas advierten sobre el peligro de una crisis humanitaria de consecuencias difíciles de predecir, si no se restablecen los servicios básicos y se reactiva la economía. Nadie sabe con seguridad cuál fue el destino de Husein y las fuerzas de ocupación no han podido todavía mostrar al mundo las armas de destrucción masiva cuya existencia sirvió de pretexto para la invasión.
Parece inútil abrir un nuevo frente de tensión, ahora en el Caribe, cuando la crisis en Irak está en pleno desarrollo, pero el éxito militar de la invasión desató una dinámica que algunos sectores parecen interesados en aprovechar, una posibilidad que el gobierno cubano quiere cortar de raíz.
Castro detalló las razones de las decisiones de su gobierno, pero las medidas, una vez más, desataron un vendaval, levantando renovadas voces de apoyo, en medio de crecientes amenazas de unos y la decepción de otros, que hasta hace poco apoyaban al régimen de La Habana.
Este documento no posee notas.