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Un TLC de franjas y estrellas

Preocupación y demanda de transparencia. ¿Exigencias únicamente ticas frente a las negociaciones en curso para un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos? El sector privado guatemalteco

Preocupación y demanda de transparencia. ¿Exigencias únicamente ticas frente a las negociaciones en curso para un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos? El sector privado guatemalteco
La Coordinadora Nacional, Sindical y Popular y el Consejo Nacional Indígena y Campesino ocuparon el Parlamento Centroamericano, en Guatemala, en protesta por las condiciones en las que se discute el TLC. Aducen que el pueblo no está representado en las negociaciones. Foto Prensa Libre: MARIO LINARES.
Al cierre de esta edición (martes 12), mientras los poderes ejecutivos de Centroamérica realizaban en Guatemala la IV ronda de negociaciones para un eventual Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, la prensa de ese país registraba la queja y preocupación del sector privado por la falta de transparencia del proceso.
«Exigen transparencia», «Agricultores temen perderlo todo», «País lleno de vulnerabilidades», «Quieren reciprocidad», son algunos titulares de la cobertura realizada por el diario «Siglo Veintiuno», uno de los más leídos de ese país.
La IV ronda tenía como único tema el acceso de mercados y la desgravación arancelaria -o la reducción o eliminación de los impuestos que pagan los productos foráneos por ingresar a un país.
Como en Costa Rica, la queja fue por la falta de transparencia del proceso, en el cual los equipos negociadores de los ministerios de Comercio Exterior se niegan sistemáticamente a revelar cuáles son los 6.400 productos objeto de las conversaciones y lo que sucederá con ellos.
La directora ejecutiva de la Cámara del Agro de Guatemala, Patricia Monge, dijo a ese diario que los empresarios de su país desconocían la lista de productos en negociación. «Necesitamos y pedimos que se actúe con transparencia», comentó Monge, quien resaltó «que están en juego las reglas comerciales con el principal socio de Guatemala para los próximos 25 años.»
Como en nuestro país, la preocupación también se centra en la suerte que correrán quienes viven de la agricultura, que genera el 7% del Producto Interno Bruto (PIB) (la riqueza creada en un año) y da empleo a 243.000 personas o el 15% de la Población Económicamente Activa (PEA). De abrirse el mercado centroamericano a la libre importación de productos estadounidenses, rubros como los granos básicos, la leche, el pollo y la carne de cerdo tendrían que competir en condiciones desiguales, pues los mismos productos estadounidenses son altamente subsidiados y protegidos, lo que permite venderlos a precios más bajos.
 
En Guatemala, el 40% de la PEA labora en el sector agropecuario, genera el 21% del PIB y aporta el 50% de las divisas, explica «Siglo Veintiuno». Existen 5.500 explotaciones de leche que emplean a 40 mil personas, de las cuales el 50% labora en la pequeña producción.
El año pasado, las importaciones que Guatemala hizo de maíz estadounidense sobrepasaron los $72 millones, mientras que las exportaciones guatemaltecas del grano apenas fueron de $1.3 millones.
En Costa Rica, la producción de leche está concentrada principalmente en la Cooperativa Dos Pinos. Con más de cincuenta años de existencia, cuenta con 1.500 asociados que remiten 850.000 litros de leche por día. La cooperativa procesa el 80% de los productos lácteos que se industrializan en el país -una gama de más de 300 productos- y exporta el 15% de la producción total de leche. Sus principales destinos son Centroamérica, Estados Unidos, Panamá y la Isla de San Andrés.
Sin embargo, quienes promueven la apertura comercial y este TLC, consideran que esta clase de cooperativas son parte de los «monopolios» que quieren ver desaparecidos, para que las empresas estadounidenses puedan hacer sus propios negocios sin límites ni barreras en la región.
Así, por ejemplo, en reacción a nuestro reportaje de la semana pasada (ver edición 1524), Juan Carlos Hidalgo, del Proyecto sobre la Libertad Económica Global, del Instituto Cato, de Washington, envió a esta redactora el documento «TLC con Estados Unidos: oportunidad de oro para Centroamérica», en el que afirma: «En Costa Rica, por ejemplo, sectores altamente protegidos como la leche y el pollo son dominados por los millonarios cuasi monopolios de la Dos Pinos y Pipasa, respectivamente, los cuales compiten agresivamente en los demás países centroamericanos y en el mercado caribeño. La Dos Pinos inauguró hace dos años una planta cuya inversión llegó a los $75 millones.»
Según su propia presentación, el Instituto Cato promueve «políticas públicas basadas en la Libertad Individual, el Gobierno Limitado, los Mercados Libres y la Paz» y su nombre «se origina en los «Cato’s Letters» (las Cartas de Cato), ensayos libertarios que ayudaron en el origen de la filosofía de la Revolución Americana.» (Se refiere a la revolución estadounidense).
Pero, al menos, Hidalgo no usó subterfugios para exponer lo que busca este TLC: «Es sumamente importante que los países centroamericanos vean en las negociaciones de este acuerdo comercial una oportunidad de oro de la cual deben sacar el mayor provecho. Pero los principales beneficios no radican primordialmente en la apertura del mercado estadounidense, sino en abrir sus propias fronteras a los productos del Norte»…

HABLANDO DE «BARRERAS»

Simultáneamente a presionar al continente por la libre entrada de sus productos e inversiones, Estados Unidos utiliza su calidad de potencia para negarse a eliminar los subsidios y otras «barreras no arancelarias» -es decir, que no consisten en impuestos sino en rígidas normas sanitarias y fitosanitarias para impedir el ingreso de productos a su mercado-.
Según datos del Banco de Guatemala, citados por «Siglo Veintiuno», «el año pasado los empresarios chapines no pudieron vender una sola pieza de pollo en el mercado estadounidense. En cambio, se les compró $3.1 millones. La situación se extiende hacia otros sectores como porcinos y lácteos. La razón principal para que ese comercio virtualmente no exista, tiene que ver con las barreras sanitarias y fitosanitarias que los norteamericanos imponen a los productos del Istmo.»
Lo mismo, y por las mismas razones, sucede con la exportación de vegetales guatemaltecos a Estados Unidos, país que tiene la potestad de, sin mayor trámite, destruir cualquier importación que, en su criterio, las incumplan.
La asesora técnica de la Cámara del Agro de Guatemala, Istmenia Peña, dio el siguiente ejemplo a ese diario: «Si se exporta un embarque de «berries» a Estados Unidos y allá consideran que tiene algún riesgo, automáticamente lo destruyen y no le dan mayores explicaciones. Ese tipo de acciones, netamente subjetivas, deben ser reguladas.»
Ella también advirtió sobre la «Ley de Bioterrorismo», de EE.UU, cuyo reglamento estará concluido a finales de este año. «Es como negociar sin saber contra qué. Si el reglamento estará listo cuando la negociación esté avanzada, será difícil establecer un capítulo en el que se desconocen las aplicaciones nuevas que afectarán el ingreso de varios productos», dijo.
…Si de certezas se trata, barras y estrellas parecen ser los más seguros componentes del TLC.

  • Emanuel García Jiménez 
  • País
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