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Denuncian engaños de Bush

El mundo no sale de su asombro. Las advertencias han surgido en todos los tonos, desde el discurso del senador Robert Byrd, demócrata por Virginia, hasta la exsenadora italiana Rossana Rossanda, el académico  Gore Vidal o el director del diario «La República» de Uruguay, Federico Fasano.

El mundo no sale de su asombro. Las advertencias han surgido en todos los tonos, desde el discurso del senador Robert Byrd, demócrata por Virginia, hasta la exsenadora italiana Rossana Rossanda, el académico  Gore Vidal o el director del diario «La República» de Uruguay, Federico Fasano.
Cerca de Nassiriyah, un grupo de «marines»  registran a un ciudadano iraquí que pasaba cerca de sus posiciones. (Foto tomada de Courrier International)
En los años 30, la juventud se entusiasmó con el cabo austríaco que ofrecía recuperar los valores de la humanidad. Solo así se explica como aquel soldadito llegó a ser lo que fue. Ahora nadie se lo explica; todos se preguntan cómo llegó allá.
Empero, parece que el mundo sigue los mismos pasos. Para suerte nuestra, suenan todas las voces advirtiéndonos de los peligros de ese camino. Hace tan solo diez días el senador Robert Byrd habló en el Senado norteamericano y dijo cosas asombrosas, a las que deberíamos poner atención.
«La verdad acabará por prevalecer, pero el peligro es que cuando lo haga, sea demasiado tarde. Así lo fue en 1933. Y ya en el 40 era demasiado tarde para echar marcha atrás. No quedó más alternativa que la guerra».
Agregó que la realidad «es que a veces es más fácil hacer caso omiso de hechos incómodos y transigir con cualquier distorsión que esté en boga. En estos días vemos mucho de esto en la política».

POLÍTICA EN IRAK

El senador citó la política de la Casa Blanca en Irak. El pueblo estadounidense fue conducido con engaños a aceptar la invasión de una nación soberana, en violación del derecho internacional, y bajo premisas falsas, aseguró Byrd.
Deberíamos ver que esas premisas fueron las mismas que sirvieron al gobierno de Costa Rica para sumarse a la guerra contra Irak, sin que haya habido corrección alguna, cuando la falsedad de los hechos son ya evidentes.
El gobierno estadounidense, dijo Byrd, aseguró que «era necesario un ataque para proteger del terrorismo a nuestro pueblo y al mundo».
«Lo que se ha vuelto dolorosamente claro en la resaca de la guerra es que Irak no constituía una amenaza inmediata contra Estados Unidos», ni tenía las armas de destrucción masiva que se usaron como pretexto para el ataque.
«Las extensas exageraciones del equipo de Bush sobre armas de destrucción masiva en Irak como justificación de una invasión preventiva se han convertido en algo más que una vergüenza: han hecho surgir serias dudas de prevaricación y uso temerario del poder». «¿Se engañó deliberadamente al público estadounidense? ¿Al mundo?», se preguntó el senador. La respuesta va implícita en la pregunta. Es obvio que sí.
«La democracia y la libertad no pueden hacerse tragar a punta de pistola por un ocupante. Pensar otra cosa es engañarse. Tenemos que detenernos y reflexionar», sugirió el senador, sin que nadie, en el gobierno estadounidense, parezca dispuesto a ponerle atención.
El resultado de esa política no escapa tampoco a su observación. «Hay evidencias de que nuestra invasión a ese país podrá persuadir a otros mil nuevos Bin Laden de planear nuevos horrores como los que hemos visto en días pasados. En vez de dañar a los terroristas, hemos dado nuevo impulso a su furia. No completamos nuestra misión en Afganistán porque estábamos muy ansiosos de atacar a Irak».
«De hecho, hemos prendido la chispa de una nueva carrera armamentista internacional en la que los países se apresuran a desarrollar armas de destrucción masiva como último recurso para protegerse de un posible golpe preventivo de este nuevo y beligerante Estados Unidos que afirma tener el derecho de atacar donde lo desee.
Y advierte: ¿como haremos frente a nuestros compromisos –la crisis interna de la atención a la salud, el gasto militar, las reducción de impuestos–, con  un déficit presupuestario que era de $340.000 millones, pero que subió a $400.000 millones este año?

FIN DE LAS LIBERTADES

Esa política solo puede ser aplicada eliminando las libertades públicas. En el extranjero, particularmente en América Latina, siempre las liquidaron, pero se preciaban de mantenerlas en Estados Unidos.
La situación está cambiando rápidamente.
Un nuevo proyecto, llamado Conocimiento de Información Terrorista (Terrorist Information Awareness, TIA), «recaudaría información ya disponible en bancos de datos comerciales y gubernamentales sobre propiedades, documentos médicos, ADN, huellas digitales, ventas por tarjeta de crédito, boletos de avión, rentas de automóviles, solicitudes de pasaporte, visas, permisos de trabajo, licencias de manejo y fichas de arrestos», advierten los corresponsales del diario mexicano «La Jornada» en Washington.
«Desde el 11 de septiembre la Oficina Federal de Investigaciones está autorizada por el procurador general para buscar información de personas sin tener ninguna razón para creer que están cometiendo, o planean hacerlo, o están vinculados, con actos delictivos», advirtió Jim Dempsey, director del Centro por la Democracia y la Tecnología, al Congreso, afirma el periódico.
Por su parte Gore Vidal, ensayista y novelista estadounidense, se refirió a un documento llamado «Estrategia Nacional de Seguridad de Estados Unidos», que el gobierno envió en septiembre pasado al Congreso. «Como observó el historiador Joseph Stromberg, hay que leerlo para creerlo. La doctrina predica que sería deseable que Estados Unidos se vuelva, para usar las palabras del expresidente Adams, la dictadora del mundo. También da por sentado que el presidente y sus lugartenientes están moralmente facultados para gobernar el planeta. Declara que nuestra mejor defensa es una buena ofensiva. Luego expresa la doctrina de la prevención: Como asunto de sentido común y autodefensa, Estados Unidos actuará contra las amenazas que surjan antes de que se formen por completo».
La Ley Patriótica de Estados Unidos, recordó Gore, «pasó como un rayo por el Congreso y fue firmada 45 días después del 11 de septiembre de 2001. Se espera que creamos que sus 342 páginas cuidadosamente confeccionadas fueron escritas en ese breve lapso. En realidad se lee como una continuación de la ley antiterrorista que promulgó Bill Clinton a raíz del atentado en Oklahoma City», aseguró Gore.
De acuerdo con esas disposiciones, si un ciudadano estadounidense ha sido acusado de apoyar una organización considerada terrorista por el gobierno, puede ser privado de su ciudadanía aun si no estuviera enterado de que la organización tenía vínculos con terroristas. También se incluyen normas que permiten más búsquedas y espionaje telefónico sin orden judicial, así como arrestos.
«Mientras que la Ley Patriótica I sólo negaba a los extranjeros el derecho a un proceso justo y los sujetaba a deportación arbitraria, la Ley Patriótica II incluye ahora a los estadounidenses en la misma categoría, con lo cual elimina de un plumazo todas las garantías individuales», dijo Gore.
La exsenadora italiana, Rossana Rossanda, se lamentó del silencio con que se recibió el documento que la administración Bush envió al Congreso, «The national security strategy of the United States of America». El documento en cuestión, afirmó, «echa por tierra la época que siguió a la II Guerra Mundial, cuando las Naciones Unidas y su Carta se convirtieron en el único lugar de decisión y fuente de legitimación de las relaciones entre los estados».
Parece a veces imposibles detener la marcha de esta historia. En los años 40 solo se pudo hacer con la guerra. La diferencia es que, ahora, la guerra no es ninguna solución, es el problema.
 

  • Gilberto Lopes 
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