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«El cuerpo genera la música del alma»

«Tengo 80 años. Nací en Estrasburgo y estudié Arte Dramático en el teatro de Sarah Bernhardt. Me he casado tres veces con mujeres mucho más jóvenes que yo y tengo cuatro hijos. El arte es más importante que la política. Dios es la naturaleza, el agua, el aire».

«Tengo 80 años. Nací en Estrasburgo y estudié Arte Dramático en el teatro de Sarah Bernhardt. Me he casado tres veces con mujeres mucho más jóvenes que yo y tengo cuatro hijos. El arte es más importante que la política. Dios es la naturaleza, el agua, el aire».
Marcel Marceau: «Yo trabajo con el silencio y llego con el cuerpo a donde no puede llegar la palabra».
El mimo francés Marcel Marceau deja traslucir la hondura de su pensamiento y la admiración por lo humano en esta entrevista concedida en España, donde actuó en los últimos días.
La soledad, la nostalgia, el amor, la tristeza y el lenguaje corporal, lenguaje del silencio, son temas analizados por el artista, que a sus 80 años no se cansa de reiterar que morirá de pie en el escenario y que solo el tiempo y la muerte lo jubilarán.
He aquí la conversación, que inicia el propio Marceau.


El escenario de mi infancia era la guerra. Y en mi adolescencia hice la guerra contra los alemanes.

-Entonces es usted afortunado.

-¿Por estar vivo? Sí, salí ileso, pero hubiera bastado un gesto hacia la izquierda para que me alcanzara aquella bala. Luego todo fue teatro.

-Lleva el drama en la mirada.

-Probablemente, ¿y sabe por qué? Porque casi todo es tragedia. Las pasiones que agitan a los hombres son trágicas.

-¿Y más allá de ellas?

-Tal vez llegaríamos a una paz mayor si nos tomásemos tiempo para indagar en el alma humana.

-Usted lo ha hecho, cuénteme.

-Ignoro todavía demasiado. Quizá la tragedia del mundo es que mucha gente hace el mal pensando que está haciendo el bien. Pero yo prefiero mostrarlo que contarlo.

-¿Fue siempre así?

-No, a los 13 años escribí mi primer libro en un cuaderno escolar. Contaba la historia de dos muchachos que se enfrentan durante la guerra civil española. El uno, hijo de un aristócrata; el otro, hijo del criado del aristócrata.

-¿Amigos?

-Sí. La guerra civil española me tenía muy preocupado, no podía entender que un hombre matara a su hermano.

-Está en el Génesis.

-Probablemente todo esté dicho, por eso yo trabajo con el silencio y llego con el cuerpo a donde no puede llegar la palabra.

-¿Adónde?

-El cuerpo genera música, la música del alma, por eso el mimo conecta profundamente con la mitología del ser humano y ha atravesado todas las culturas.

-¿Mostrando lo esencial?

-Sí, siendo esencial a través del gesto, llegando a la metamorfosis, desarrollando el don de ser pájaro, de ser Dios, de ser planta o de ser planeta. Hay que ser profundo.

-¿Cuál es el secreto del gesto?

-Los secretos no se pueden explicar. Primero está el don y después el trabajo mezclado con toda la tradición interpretativa que se transmite a lo largo de los siglos. Pero sobre todo está el secreto del ser humano.

-¿De qué se trata?

-De la inspiración. Jamás podremos entender el genio de Mozart; ese es el misterio. Cada oficio humano tiene su gramática y su pensamiento, la ciencia, el teatro, la industria. Pero todos tienen las mismas raíces, la influencia viene de la vida.

-¿Su genio es apto para todas las mentes?

-Albert Camus decía que el periodista es el historiador del momento, y yo pienso que el artista también lo es. Nosotros, los mimos, mediante el silencio, expresamos la lucha de la vida y de la muerte, la lucha de la luz y de la sombra, todo eso es muy profundo pero está en cada uno de nosotros.

-Entonces, ¿todos podemos reconocernos en su personaje?

-Que sea profundo no quiere decir que sea en exceso intelectual. Puede tocar a cualquier persona sensible. Y le diré más: la gente simple entiende más que los intelectuales.

-¿Cuándo decidió quedarse mudo?

-Tenía cinco años cuando iba a ver las películas de Charlot y, al contrario que los otros niños, yo lloraba; percibía la tragedia en lo cómico. Chaplin fue mi inspirador. Pero a diferencia de él, Bip, mi personaje, está rodeado de personas invisibles. Yo hago visible lo invisible.

-Eso es magia.

-Así es. Un día, en Nueva York, vino a verme un jovencísimo David Copperfield: «He venido a verle porque usted hace visible lo invisible y yo quiero volver invisible lo visible». Él usa la técnica; yo, por medio del gesto, transmito el peso del alma.

-¿Qué sabe de ella?

-Que es vieja. La juventud es apariencia. Cuando se es joven se es bello, pero el alma se construye con la experiencia de una vida. Se puede envejecer mal estando harto de todo, y se puede envejecer bien aprovechando al máximo esa experiencia.

-Ese puede ser un intento desesperado.

-La derrota es tener miedo a envejecer.

-¿Usted no teme?

-Yo no he notado el paso del tiempo. Tengo la suerte, gracias a mi trabajo, de que mi cuerpo se ha quedado joven, y mientras esté en forma subiré al escenario y seguiré dando clases. Pero sé que soy mortal, llegará un día en que no podré continuar y entonces moriré de pie.

-Eso no es posible.

-Lo es en el escenario: mi personaje, mi vagabundo, muere de pie cada día y es verosímil. El día que yo no esté, Bip será memoria viva, el testimonio de mi observación sobre la vida.

-¿Compasión, tristeza y soledad?

-Así es. Si la danza es la alegría, el mimo es la tristeza y la soledad.

-¿Usted la eligió?

-Me he casado tres veces y vivo solo, pero la soledad no es triste cuando se tiene imaginación. Además, cada edad tiene su forma de amor. El de la juventud, la pasión, es una ilusión. El deseo sexual y la belleza es apariencia, y el amor es todo lo contrario.

-¿El amor es madurez?

-El amor tiene rostro de anciano. Una vez vi a una pareja de octogenarios cogidos de la mano por la calle, estaba claro que se querían. Eso es el amor. Pero dígame, ¿para usted el amor es eterno?

-Tanto como la vida.

-Estoy de acuerdo, eso es la humanidad. Se matan los hombres, pero no se mata la humanidad.

  • Ima Sanchís La Vanguardia, Barcelona
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