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Teatro da signos de revitalización

El resurgimiento del arte escénico se debe a una confluencia de factores, entre los que destaca la recuperación de la Compañía Nacional de Teatro y el esfuerzo de un sector de los grupos independientes.

El resurgimiento del arte escénico se debe a una confluencia de factores, entre los que destaca la recuperación de la Compañía Nacional de Teatro y el esfuerzo de un sector de los grupos independientes.
En el primer semestre de 2003 el teatro costarricense, en franca decadencia en la última década, comenzó a dar signos de una revitalización que le urgía y que parecía impensable a partir de la invisibilidad en que se encontraba la Compañía Nacional de Teatro (CNT).
El regreso de Guido Sáenz al Ministerio de Cultura, en mayo de 2002, y la designación de Luis Fernando Gómez como director de la CNT, constituyeron dos señales de que la dramaturgia podría mejorar en el país y ya los resultados empiezan a vislumbrarse en el horizonte escénico nacional.
El montaje de varias obras por parte de la CNT y el reinicio de las producciones concertadas representan dos elementos que explican el ambiente propicio para que se haga un teatro serio, agradable y de profundidad.
En los últimos ocho meses, los amantes del teatro tuvieron la oportunidad de disfrutar obras como «Olimpia», «El concierto de San Ovidio», » y «Chejovianas», las cuales estuvieron a cargo de  la CNT.
De igual manera, se ofrecieron propuestas como «Copenhague», «Barranca abajo,  «Un viejo con alas» y «El terruño de Aquileo», fruto de las producciones concertadas.
A estas obras hay que unir «El nica», un monólogo con el que César Meléndez demostró que para hacer buen teatro es suficiente con la inventiva, un texto adecuado y mucha mística, y otras propuestas como «Nos… esperamos», de Abya Yala.
 

EL EJEMPLO DE LA CNT

Sáenz consideró que el ejemplo de la Compañía Nacional de Teatro en el mundo de la dramaturgia debe ser determinante, porque si ella anda mal, es muy probable que el ambiente escénico esté mucho peor.
El ministro lamentó que durante los últimos años el teatro costarricense hubiese apostado por la vía fácil y que escogiera el camino de presentar funciones en las que lo «chabacano y lo superficial» constituyeran sus cimientos.
«Caímos en un teatro que no era teatro y en obras intrascendentes que rebajaban el gusto del público al ofrecer propuestas llenas de vulgaridades y que disminuían el valor de lo humano», expresó Sáenz a UNIVERSIDAD.
En este contexto, añadió, es imprescindible que la CNT pueda desempeñar una función líder en el ámbito teatral, lo que ya empezó a darse, aunque el proceso está lejos de consolidarse.
En este sentido, Sáenz afirmó que todavía hay que exigirle «mucho más» al arte escénico costarricense, que cuenta con excelentes directores y destacados actores.
Insistió en que, el teatro, como las artes en general, debe cumplir con una proyección social y por eso conviene evitar el que se presenten espectáculos «esotéricos» y de «mal gusto».
«No hay que olvidar que la misión de las artes y del teatro es mejorar la condición del ser humano y de eso no tengo dudas».
Como parte de la seriedad con que trabaja, para el próximo 4 de julio, en una producción concertada con el Teatro Nacional y la Universidad de Costa Rica, la CNT estrenará «La gaviota» de Anton Chéjov y que será dirigida por el uruguayo Júver Salcedo.
Adelantó, además, que la CNT ya estudia las posibles obras que montará en los próximos tres años. Destacó que «La visita de la vieja dama» del dramaturgo Frederick Dürrenmatt y «Rinoceronte» de Eugene Ionesco estarán en cartelera probablemente en 2004.
Recordó que «La visita de la vieja dama» fue representada por primera vez en Costa Rica en 1968, oportunidad en la que le correspondió actuar al lado de Ana Poltronieri.
«Es importante volver a presentarla porque la generación más joven del país no la ha visto», afirmó Sáenz, quien recordó su devoción y su deuda por el teatro, en el que no solo participó como actor sino también como profesor durante 20 años en la UCR.
«Rinoceronte», por su lado, es una de las piezas más célebres de Ionesco, director  que  llevó a altas cumbres el teatro del absurdo, y que en su trayectoria recibió un unánime reconocimiento universal.
En criterio de Sáenz, la dramaturgia costarricense no maneja con éxito el teatro clásico, por lo que para futuros montajes este es un aspecto a considerar.

CRECE EL ENTUSIASMO

Gómez, por su lado, aseguró que hablar de que se ha dado un resurgimiento del teatro no es un criterio subjetivo, porque se puede comprobar en el entusiasmo que el público ha demostrado al observar las más recientes producciones de la CNT y de grupos independientes.
«Hemos mantenido un ritmo de producción de casi un montaje al mes con obras que han obtenido mucho éxito. La activación absoluta del teatro es uno de los objetivos de la CNT, que se basa en tres programas».
La Compañía trabaja con producciones directas, concertadas y descentralizadas.  Hasta ahora solo las dos primeras han sido desarrolladas, aunque para el 21 de junio se tiene prevista la presentación de «El pescador y la muerte», de Jorge Curie y Mercedes Rhein, en Puntarenas, la cual será una producción descentralizada. Gómez será el encargado de la dirección de la pieza.
Las producciones descentralizadas pretenden, además de darle la oportunidad a las comunidades para que aprecien un teatro de calidad, que valores locales intervengan en las distintas representaciones. A los actores, agregó Gómez, se les exige como si fueran profesionales.

ALERTA EN 2002

Aunque para el ambiente teatral la determinación del jurado de los Premios Nacionales de declarar desiertos los galardones correspondientes al mejor actor protagónico, mejor actor de reparto y a la mejor escenografía no significó una novedad, sí constituyó una luz de alerta, en opinión de Rodrigo Fernández, director de la Escuela de Teatro de la UCR.
De ahí que el surgimiento de las producciones concertadas como «Barranca abajo», original de Florencio Sánchez y que recibió una respuesta negativa por parte del público; «Copehnague»,  de Michael Frayn, y próximamente «La gaviota», de Anton Chéjov, representen un movimiento que por años se dejó de lado.
Fernández alabó la participación del Teatro Nacional junto con la CNT y la UCR, porque de esta forma se puede impulsar un teatro serio y con bases sólidas.
«La presentación de Copenhague, por ejemplo, representó para nosotros en la UCR un éxito de taquilla sin precedentes». La clave del acierto se fundamentó en que al público le agrada el «buen teatro» y la posibilidad de disfrutar de propuestas inteligentes.
La intervención del Teatro Nacional, como máximo espacio para las puestas en escena, es otro de los puntos a favor del resurgimiento de la dramaturgia,  dijo Fernández.
El académico expresó que el «buen momento por el que atraviesa el teatro» no es obra de la casualidad y que existe la voluntad para que no sea una situación circunstancial.
Detalló que como parte del interés por fortalecer la dramaturgia, existe un acuerdo entre la UCR, la Universidad Nacional y el Taller Nacional de Teatro, dirigido por Eugenia Chaverri, para que las tres instituciones se presten mutua colaboración en la formación de los profesionales y en el desarrollo de programas de fortalecimiento de los actores.

SÓLIDO REPUNTE

Para Giancarlo Protti, director del Teatro Melico Salazar, el repunte que se respira en el teatro costarricense empezó a gestarse hace por lo menos tres años y se explica por la alta calidad profesional de los actores.
«Hay una disposición de los profesionales en invertir tiempo en entrenamiento e investigación y en asumir retos por su propio riesgo», comentó.
La función que desempeña el Estado,  de facilitar ciertos espacios y recursos, y abandonar la tradicional política de paternalismo, también ha obligado a buscar opciones propias, puntualizó.
A pesar de que para Protti en 2002 hubo en cartelera obras de calidad, la decisión del jurado de los Premios Nacionales de declarar desiertos algunos galardones fue un golpe «doloroso» para la actividad y de alguna manera contribuyó al despertar.
«En mi opinión haber declarado desiertos los premios en teatro fue injusto».
Para el director del Melico Salazar, la unión de una adecuada promoción de las obras junto con la calidad son factores que permiten un mayor auge del buen teatro.
«El público sabe cuándo se le brinda un teatro de calidad y cuándo no, y esto no se puede olvidar».
Para mantener un clima propicio, Protti manifestó que es importante fortalecer a los grupos independientes, al abrirles espacios para que expresen sus propuestas.
El Melico Salazar lanzó en junio un programa que busca favorecer las producciones concertadas, en la que el teatro y el grupo independiente logren adecuados dividendos.
Entre tanto, Roxana Avila del grupo Abya Yala destacó que la apertura de los producciones por respaldar obras más serias y la oportuna respuesta del público han contribuido a dar una esperanza al medio.
«Se decía que el público quería comedias livianas, pero Copenhague, por ejemplo, es un texto denso y la sala se llenó, al punto que debieron hacer funciones extra».
El actor Rubén Pagura afirmó que «aún no se puede hablar de un movimiento», pero que sí existen intentos que coinciden en la necesidad de mejorar el teatro.
«Entre la gente de teatro hay algunos que no se conforman y hacen un esfuerzo por producir cosas que se salen del orden del mercado».
Y para superar esa superficialidad que carcomió las bases en las décadas de los 80 y 90, el teatro, como bien lo precisa Guido Sáenz,  tiene que alejarse de lo «anémico y lo anodino» y debe tener la presión alta para alcanzar saludables niveles de «vitalidad».

  • Jose Eduardo Mora 
  • Cultura
France
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