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El señor Abel Pacheco, Presidente de la República, en declaraciones a la prensa, manifestó: «Sin saber qué es la cosa ya están hablando de tirarse a las calles y me están amenazando». (La Nación, 12A, 22-01-03).
Creo que el Presidente de la República subestima en grado sumo la inteligencia de nuestro pueblo, pues hay que apuntar que sobre el contenido y los alcances de lo que significa el Tratado de Libre Comercio Centroamérica-Estados Unidos, en el país hay vastos sectores que sí sabemos qué es la cosa y, precisamente, porque sabemos es que estaremos de modo permanente, cuestionando los contenidos de forma y de fondo de este proyecto anexionista y neocolonial.
La clase política que gobierna, no tiene reparos para decir que con este tratado, los países de Centroamérica saldremos de la pobreza, que es la gran oportunidad y, por ende, no se puede desaprovechar. No hay duda, algunos políticos-empresarios serán compensados por haber traicionado a sus pueblos y ellos recogerán parte de las mieles que estos tratados van a producir.
Pero en toda esta problemática hay un asunto de fondo, de carácter estructural, y se trata de que nuestro país no tiene en este momento los recursos necesarios para emprender un proceso de libre comercio digno, soberano, independiente, patriótico, en concreto no hay una base tecnológica ni en la agricultura, agro-industria, con la cual podamos producir holgadamente y primero que todo abastecer el mercado interno y luego exportar excedentes en condiciones favorables para la economía nacional, pues históricamente hasta el día de hoy, como es de conocimiento general, la tónica ha sido vender barato y comprar caro, vale decir, relaciones económicas basadas en el intercambio desigual.
El neoliberalismo de Eduardo Lizano, ex – Presidente Ejecutivo del Banco Central (tanto en gobiernos de Liberación como de la Unidad) ha sido el ideólogo de la tesis que es mejor importar arroz, frijoles, maíz, que producirlos acá y con esa postura han deteriorado el agro costarricense; al respecto el ex – Arzobispo Monseñor Arrieta replicó: «Sostienen algunos la tesis de que es bueno importar aquellos productos agrícolas que cuesten menos en el extranjero… Yo no estoy en absoluto de acuerdo con ello, por dos razones ante todo: porque nuestro país es eminentemente agrícola y, si no sembramos la tierra con que Dios nos ha bendecido, ¿qué vamos a hacer con ella? Porque aunque cueste más caro lo que produzcamos aquí, los recursos quedan dentro de nuestro país beneficiando a nuestros compatriotas, y no a productores extranjeros y evitándose simultáneamente la salida de divisas» (La Nación, 23-8-2002, pág. 21A).
No existe una base económica sólida cuando el país tiene el ingreso per cápita estancado, y esto sucede desde hace varios años, creando con ello que las posibilidades de adquirir bienes y servicios sea cada vez más crítica. La prensa nacional afirma: «El ingreso per cápita de los costarricenses no creció, confirmó ayer el Banco Central… El país depende de las estimaciones de Intel para efecto de los cálculos macroeconómicos». (La República 14-15 setiembre 2002).
Depender de una transnacional para definir la economía nacional, eso es sencillamente vergonzoso, y demuestra la incapacidad de quienes gobiernan para dirigir el país con dignidad y decoro.
Siempre en la línea de que el país no cuenta con la base tecnológica adecuada, es elocuente lo que sucede con los productores de papaya en Parrita, se nos informa: «Los productores de Parrita obtuvieron lo que podría llamarse un tipo de papaya perfecta, pues mezcla las características de la criolla y la hawaiana… Sin embargo, el descubrimiento quedó varado al agotarse los recursos destinados del Programa de Reconversión Productiva… Para continuar con los cultivos solo se requiere dinero, pero los agricultores están temerosos de arriesgarse por experiencias vividas años atrás con otros productos». (La República, 14-15 setiembre 2002).
Aquí, las autoridades gubernamentales le cantan loas a la administración Bush, para ellos es el dios del mundo contemporáneo y, así nos lo presentan y defienden; pero resulta, que el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, enfáticamente advierte «La economía estadounidense es frágil y precaria y el resto del mundo no debe quedar dependiendo de ella». (La Nación, 16-09-02).
Así las cosas, la tarea impostergable es que el movimiento popular logre articularse, sin sectarismos, dogmatismos, fundamentalismos, actitudes personalistas, y elaboremos un proyecto político patriótico, en el cual seamos capaces de plasmar las más nobles aspiraciones democráticas y de justicia social, y demostrarle por enésima vez que sí sabemos qué es la cosa al señor Presidente y los políticos de turno. Que sí sabemos hacer chocolate y contamos con el cacao para hacerlo.
Catedrático Escuela de Estudios Generales, UCR
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