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El pasado 7 de mayo, el doctor Gabriel Macaya Trejos presentó ante la comunidad universitaria su sexto informe de labores, el cual nos invita a un amplio y reflexivo debate paradigmático de la Universidad. En este caso, me referiré a lo que el señor Rector indica, en cuanto a materia salarial, carrera administrativa y los excesivos juicios planteados en contra de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Manifiesta el señor Rector en la página 38 de su informe: «Sin embargo, la estructura salarial de la Universidad de Costa Rica estimula la carrera administrativa y la permanencia en la institución.» ¿A cuál carrera administrativa se refiere el señor Rector? Todos conocemos que la carrera administrativa en la UCR sólo existe en la letra de nuestra Convección Colectiva de Trabajo (CCT), porque en la realidad asusta por su ausencia, y por el marcado desinterés de las autoridades universitarias.
Lo anterior es rescatable por cuanto es imprescindible y urgente hacer valer el derecho que nos otorga la CCT para legitimar el derecho que tenemos los funcionarios universitarios de contar con una carrera administrativa, que anime la permanencia en la Institución y que la complemente con un régimen estimulante y generador de conocimiento que promueva el debate de ideas y el ejercicio intelectual, a la luz del Estatuto Orgánico (EO).
Por consiguiente, es menester que el funcionario conozca que tiene una carrera administrativa y una estructura salarial, que al igual que las Regulaciones del Régimen Salarial Académico, es un método que le reconoce su mérito, su esfuerzo personal, su entrega y fuerza por mejorar la administración de esta casa de enseñanza superior en la proactividad de sus funciones.
Una carrera administrativa ajustada a los principios constitucionales fundamentales, que prevenga y evite que los funcionarios tengan que recurrir permanentemente a los tribunales para garantizar su derecho a una justicia pronta y cumplida. Una administración objetiva y equitativa en los pronunciamientos y en la ejecución de las decisiones administrativas, de acuerdo con la normativa interna vigente.
Actualmente, a los funcionarios administrativos -para citar un ejemplo- ni siquiera se nos reconoce el incentivo por mérito académico, el cual está «cerrado por falta de disponibilidad presupuestaria» -paradójicamente el presupuesto universitario tiene dos años de cerrar con superávit-; además, tenemos tope en los escalafones. También, ¿Por qué si los bachilleres universitarios son considerados profesionales, no tienen derecho a la dedicación exclusiva en la UCR? No obstante, el señor Rector hace uso de este plus, citándola para hacer comparaciones salariales en ese nivel entre las instituciones de educación superior costarricense, ver página 38 del testimonio de marras.
Preocupa al señor Rector la rutilante materia judicial que campea por el campus: «Pero el aumento del número de litigios que la Universidad de Costa Rica enfrenta, es sin duda un tema importante que debe ser discutido, no para coartar los derechos y competencias de nadie, sino para encontrar métodos alternativos de resolución de conflictos en el plano interno», página 32 Ibid.
Agrega el señor Rector en su informe: «…constituye una muestra más de lo que se ha venido estableciendo como una tendencia en los últimos años: un aumento importante de litigios promovidos por miembros de la comunidad universitaria en contra de la Universidad de Costa Rica (UCR)» La pregunta salta por sí sola: ¿Cuál es la causa, motivos y circunstancias de que los funcionarios y estudiantes universitarios tengan que recurrir a los tribunales de justicia?
Aunado a lo anterior, hay que sumar la forma de administración que tiene la institución, que se caracteriza por ser piramidal, jerárquica y anquilosada, y de no agregar valor, ni energía emocional, ni generar nuevas ideas y no tomar los cambios como oportunidades, fomentando una administración funcional anticuada y superada.
Con los múltiples enfoques gerenciales (Benchmarking, Downsizing, Empowerment) entre otros, que existen hoy en día, en la administración universitaria, es muchas veces impensable mencionar que hay otras formas de tomar decisiones y de realizar las cosas, que las tendencias están cambiando y han cambiado; por tanto, hay que romper hábitos culturales, lo cual lleva tiempo y requiere de sabiduría y estrategias.
El sistema actual está diseñado para actuar de manera pasiva, para que prevalezca un status quo, sin preocuparse por la eficiencia, imagen, credibilidad y el rendimiento óptimo de los recursos; se está cayendo en algo tremendamente peligroso, lo cual es obtener favores sin mérito, sin mostrar excelencia en el quehacer y calidad en los resultados, lo que provoca que se escuche frecuentemente «hay que someterse, plegarse para conseguir algo» y eso no es carrera administrativa, todo lo contrario, tergiversa las buenas relaciones, crea feudos de poder y un gran servilismo e inequidad, generando un flaco favor al deber ser de la administración universitaria, convirtiéndose en una contradicción con nuestro EO, en razón de darle cabal cumplimiento de acuerdo con su exégesis.
Algo está ocurriendo y si no lo corregimos pronto para que las estructuras funcionales de la UCR se remocen, la institución benemérita de la educación costarricense está en grave riesgo, grandes amenazas y enormes intereses se ciernen sobre ella.
«De alguna manera, la tendencia de los universitarios a dirimir sus conflictos con la Universidad en estratos judiciales, ha creado una inseguridad administrativa en las autoridades universitarias que entorpece su acción», página 30 del informe supra.
Este es un buen momento para comenzar a caminar; es el instante propicio para implementar la carrera administrativa, como vía de negociación de solución pacífica de conflictos, además, busquemos esos procedimientos flexibles, fecundos y generemos un cambio de cultura y paradigma, en el cual ni administradores ni administrados tengamos sentimientos de inseguridad, y no se presenten entorpecimiento de acciones de manera dual y encontremos los senderos sucesorios de forma que no tengamos que recurrir a instancias externas para que nos digan qué es lo que tenemos que hacer, cuando es harto conocido el camino por el cual hay que transitar. De este modo, evitaremos la sentencia del gran pensador: «Controle su destino o alguien lo hará por usted».
Oficina de Planificación Universitaria
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