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Con integrantes originarios de Argentina, Costa Rica, Francia y El Salvador, Amounsulu es el principal exponente de la » música del mundo» en nuestro país.
«Nuestro templo es el bosque, nuestra salvación la fe». El próximo concierto de Amounsulu será el 4 de agosto, en el Jazz Café.
Percusión africana, cuerdas asiáticas, sonidos australianos y acompañamientos occidentales son los elementos que constituyen la original música del grupo Amounsulu.
Esta palabra proviene del dialecto Wolof, de Senegal, y se usa para dar la bienvenida, según explicó Cyril Dupuy, percusionista y fundador de la banda.
Dupuy aprendió la percusión africana en su natal Francia, específicamente el djembe, un tambor originario de la tradición cultural mandinga, la cual hermana a Senegal, Costa de Marfil y Malí.
En 1996 Dupuy llegó a Costa Rica a participar en la Fiesta de la Música, como parte de un grupo cultural. El músico decidió radicarse en nuestro país pues tenía un sueño: hacer percusión africana desde Costa Rica, «con gente que no tuviera nada que ver con la percusión, que no fueran músicos profesionales».
En 2000, Dupuy conoció a Santos Gassiebayle, quien toca la cítara. «Nos dimos cuenta de que teníamos algo valioso en las manos, al poder combinar la percusión africana con la cítara india, más el didjeridoo australiano».
Sin embargo, les tomó varios meses empezar a montar el grupo, pues Gassiebayle tenía tiempo alejado de la cítara. «Además el djembe es un instrumento polífono, se deben tocar tres al mismo tiempo como mínimo, así que yo debía encontrar gente para montar la sección de tambores», explicó el francés.
Ese trabajo tomó seis meses, hasta estar listos para involucrar a la cítara.
El primer concierto de Amounsulu se realizó el 16 de diciembre de 2000, con Dupuy, Carlos Herrera y Jorge Aberle en los djembes, Gassiebayle en la cítara y Juan Cuéllar en el didjeridoo, quien ya no está en la banda.
«Al principio la gente nos veía como a locos», recuerda divertido Dupuy.
En agosto de 2001, con 8 meses de haberse fundado, Amounsulu realizó su primera grabación, un demo que costó $500.
Para enero de 2002 el proyecto se profesionaliza y se vuelve más formal, se incorpora otro tambor africano, el dundumba, y el teclado.
«Lo que nos gusta es investigar lo tradicional de cada instrumento. Además, al ver que tenemos dinamita en la mano y que la gente nos sigue y nos pone atención, sentimos la necesidad de definir una visión del grupo», sostiene Dupuy.
En agosto de ese año se editó el primer disco formal de la banda: «Az Elet Fa», o «Árbol de Vida», el cual tomó 15 horas de grabación en el Estudio Audio Arte.
La producción significó un esfuerzo importante para los integrantes del grupo, sin embargo se ha vendido en sitios tan alejados como San Francisco, EEUU, o Bélgica.
El músico francés explicó que al hacerse más profesionales cambió su forma de vida. Ahora ensayan tres horas al día los cinco días de la semana y los integrantes de la banda no consumen alcohol ni tabaco.
De manera consecuente, Amounsulu rechazó una oferta bastante generosa en cantidad de conciertos y dinero por parte de Música Derby.
La odisea de Amounsulu recién comienza. En estos momentos Cyril Dupuy prepara un viaje a Francia, para coordinar presentaciones tanto en ese país como en Bélgica. «Uno es el propio artesano de sus sueños y felicidades», concluyó.
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