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Mientras algunas librerías se sienten amenazadas por la concentración de sellos editoriales en un solo distribuidor, la Corporación Desarrollos Culturales sostiene que no desea acaparar el mercado.
María del Pilar Rivas, de la librería Claraluna, inició su carrera vendiendo libros en los pasillos de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCR.
La Dirección General del Grupo Santillana en Costa Rica recientemente tomó la decisión de otorgar la distribución en exclusiva de los fondos editoriales Alfaguara y Punto de Lectura a la Corporación Desarrollos Culturales, ligada a las cadenas Librería Internacional y Libro Max.
Tal iniciativa generó malestar y preocupación entre los libreros nacionales, en particular algunos de mayor tradición en ese campo.
En mayo pasado, las librerías Claraluna, Lehmann, Motivos, Nueva Década y Universal enviaron una carta a las oficinas del Grupo Santillana en Madrid, en la cual manifestaron su inconformidad.
En el texto, del cual UNIVERSIDAD posee copia, los firmantes manifestaron sentirse «muy defraudados», ya que «esta situación genera un conflicto de intereses al obligarnos a comprar y trasladar información de nuestras necesidades a quien es competencia también».
Además, señala que «no es grato compartir nuestros conocimientos de mercado con una librería que se ha caracterizado por su deseo de erradicar de Costa Rica todas aquellas otras librerías que no sean Librería Internacional y Libro Max».
Añade que «nos abstendremos de comprar materiales de estos fondos editoriales hasta tanto no se rectifique la política de su representada».
DIVERGENCIAS
Al respecto, Vanesa Chacón, Gerente de Compras de la Librería Internacional, calificó de «triste y lamentable» el camino seguido por los libreros que firmaron el documento.
Además, Chacón se desmarcó de las acusaciones que contra la empresa Desarrollos Culturales se hacen en la carta. » La competencia siempre es buena, consideramos que todos los libreros podemos convivir juntos».
Sobre las condiciones de trato para la distribución de los mencionados sellos, Chacón declaró que son las mismas que otorgaba Santillana.
«Como distribuidores, damos las mismas oportunidades a las librerías grandes o pequeñas. Quienes nos critican no ven todos los beneficios en distribución que les podemos ofrecer», recalcó.
Aclaró que esa firma trae al país entre el 80% y 100% de los catálogos de los sellos editoriales que distribuye en forma exclusiva, aunque reconoció que de la Editoria Anagrama solo manejan un 50%.
» Manejamos 15 sellos editoriales en forma exclusiva», agregó.
Se intentó conocer la posición del Grupo Santillana en Costa Rica, pero su Director General, Francisco Jiménez se encuentra fuera del país. Por su lado, Alejandra Coto, Directora de Ediciones Generales, no pudo atender a UNIVERSIDAD antes del cierre de edición.
Sobre este tema se consultó a Oscar Castillo, Director Ejecutivo de la Cámara Costarricense del Libro, quien aclaró que esa instancia no ha tomado ninguna posición oficial en este conflicto.
Sin embargo, a título personal Castillo explicó que esto es resultado del comportamiento internacional del mercado de los libros. «Desde los años 50 existe una concentración internacional en el nivel editorial y de distribución, producto de la globalización», detalló. Esta tendencia implica una mayor dificultad de desarrollo para las empresas de menor capacidad económica e influencia en el mercado.
«De esta manera empiezan a desaparecer las librerías tradicionales y se generan cadenas de librerías de centros comerciales. Se establecen aparatos de distribución continentales, por lo que el asunto se debe enfrentar regionalmente», agregó.
Añadió que en nuestro país se debe resolver con «opciones colectivas», al tiempo que dejó clara su preocupación ante el hecho de que tal concentración en el ámbito global «ha reducido el catálogo mundial de libros».
Por su parte Lisbeth Hernández, Presidenta de la Librería Motivos, confirmó la firmeza de la iniciativa de no comprar títulos de los mencionados sellos en tanto no sea el Grupo Santillana el encargado de distribuirlos directamente.
En su opinión las cinco librerías mantienen su solidaridad , pues «no tienen por qué obligarnos a comprar a terceros, que buscan monopolizar el mercado».
Hernández lamentó la «medida unilateral» del Grupo Santillana, «a quienes no le importamos, es como si no existiéramos.Es el público el que debe decidir dónde compra», dijo.
NO COMPRARÁN
Por su parte Mario Negrini, Director del Departamento de Libros de la Librería Universal, reiteró el compromiso de no comprar esos sellos, ya que «consideramos que es una práctica desleal y poco ética que la empresa Desarrollos Culturales tenga exclusividad en su distribución».
«No es posible que un solo actor tenga en sus manos la distribución de estos libros, porque ello afecta el mercado de las librerías tradicionales del país», sentenció. Por el momento se venden las existencias de estos sellos que están en reserva, agregó.
Por su parte, Francisco Sandoval, de Nueva Década, manifestó que esa librería no comprará más fondos de la editorial Santillana hasta que no cambie esta situación.
«Estamos en desacuerdo con la decisión tomada por Santillana, ya que no es posible que ellos, teniendo una sede en Costa Rica, le cedan la distribución a una empresa que también se dedica a la venta de libros», recalcó.
Un convenio de este tipo se presta para condicionar la entrada de algunos títulos que no le interesa a la empresa Desarrollos Culturales o que no son su fuerte comercial, pero que sí se encontraban antes en otras librerías, detalló.
Advirtió sobre el peligro de que sea una librería de la competencia la que se encarga de proveer los libros al resto del mercado costarricense, ya que las novedades literarias y otros títulos llegan primero a la Librería Internacional. Además consideró que esto podría afectar los precios de los productos al tener la distribución un intermediario adicional.
Mientras tanto, María del Pilar Rivas, Presidenta de la Librería Claraluna, apuntó que «la concentración de editoriales otrora independientes en manos de grandes transnacionales del libro, están minando los esfuerzos de pequeños y medianos, tanto editoriales como librerías».
Este documento no posee notas.